Opinión | El correo americano

Repúblicas bananeras

Unos congresistas se reunieron a las puertas de un Tribunal de Manhattan para defender al expresidente Trump, quien está siendo juzgado por haber sobornado presuntamente a una actriz porno. Entre ellos estaba el presidente de la Cámara de Representantes Mike Johnson, un fundamentalista cristiano al que no le importa ejercer de escudo ideológico en un supuesto caso de adulterio. Había alguno que, al parecer, aspira a ser vicepresidente. En sus discursos mencionaron que los jueces “tienen la intención de intervenir en el proceso electoral”. Todos coinciden en que se trata de una persecución política, “típica de una república bananera”, una expresión que se ha repetido mucho últimamente para señalar la decadencia de las instituciones, las cuales estarían actuando como en esos regímenes extranjeros, corruptos y atrasados, en los que los candidatos compiten con sus adversarios recurriendo a sucias triquiñuelas.

Los republicanos se quejan de que la justicia está politizada. Uno podría argumentar que los juicios que afronta Donald Trump demuestran precisamente lo contrario: nadie está por encima de la ley, incluido el presidente. Pero lo cierto es que, sean cuales sean las sentencias, pocos cambiarán su opinión acerca del candidato; la tribu está convencida de que su líder es víctima del lawfare. Esto quiere decir que no importa lo que Trump haya hecho, si es culpable o no. Lo que importa es que “el enemigo” quiere derribarlo. A Trump esto le beneficia; su imagen de mártir se irá consolidando. Es decir, que no puede perder nunca, porque su derrota solo se puede justificar a través de la corrupción del oponente.

Estos días supimos que, poco después de las elecciones de 2020, en la casa de Samuel Alito, juez del Tribunal Supremo, alguien colocó una bandera invertida de los Estados Unidos, símbolo utilizado por los partidarios de Trump para denunciar un fraude electoral que nunca se ha probado. Alito no niega los hechos. Fue su mujer, dijo, a quien se le ocurrió la idea; quería “responder” a un vecino que andaba algo alterado esos días (?). Curiosamente, la esposa de Clarence Thomas, otro magistrado del Supremo, también cree que las elecciones fueron robadas, y así se lo dijo a la comisión encargada de investigar los hechos relacionados con el asalto al Capitolio.

"Sabemos que la degradación de las instituciones sucede cuando se deja de confiar en ellas, especialmente si quienes promueven esas ideas son aquellos que las representan"

A los conservadores que salieron indignados a protestar por el estado de la justicia no parece preocuparles la posible militancia política de la máxima autoridad judicial del país. Porque su república bananera empieza donde termina la de los otros. Trump, víctima por excelencia, puede ser acusado de lo que sea; seguirán defendiéndolo haga lo que haga, diga lo que diga. Sabemos que la degradación de las instituciones sucede cuando se deja de confiar en ellas, especialmente si quienes promueven esas ideas son aquellos que las representan; a partir de ahí los resultados (de las elecciones, de los juicios) no se aceptan y se produce la erosión interna.

Esta visión infantil de la política surgió con el auge de unos arribistas que supieron sacar partido de una crisis ajena. El problema, sin embargo, es que ahora ha sido adoptada también en esos lugares presumiblemente alejados del jolgorio partidista. La democracia, en fin, no está pasando por unos momentos felices. Eso lo dicen todos. Aunque solo unos pretenden jugar sin haber aceptado las reglas.