Adiós al universo experimental de Pasarín

Fallece la artista que impulsó en la ciudad junto a su marido, el pintor Castro Couso, una metodología de aprendizaje revolucionaria en el emblemático Taller de Arte Abracadabra

Ana Martínez Pasarín durante un proceso de entintado, a finales de 1998, en su taller en Vigo.

Ana Martínez Pasarín durante un proceso de entintado, a finales de 1998, en su taller en Vigo. / Ricardo Grobas

Carolina Sertal

Carolina Sertal

Cuando los más pequeños traspasaban sus puertas, se abría todo un universo para ellos sin necesidad de salir de la ciudad. Témperas, óleos, acuarelas, yeso, papel maché o tinta, saltar de un material a otro indistintamente para explorarlos y crear pequeñas esculturas, obras pictóricas, dibujos, grabados e incluso máscaras, estaba siempre permitido. Incluso era obligación, puesto que al adentrarse en aquel espacio tan solo había dos reglas: una libertad absoluta para dar rienda suelta a la creatividad y la que debía cumplirse a rajatabla, jamás de los jamases copiar, una filosofía de la que se empaparon generaciones y generaciones de vigueses.

En plena Transición española, el Taller de Arte Abracadabra abrió sus puertas en Vigo para revolucionar, desde los márgenes, la metodología del aprendizaje artístico. Aquel universo de arte, libertad y oficio llevaba el sello personal del pintor Alberto Castro Couso y la artista Ana Martínez Pasarín, quien falleció en Vigo hace escasos días a sus 78 años de edad, dejando para el recuerdo de cientos de vigueses y viguesas aquellas jornadas en las que se detenía el tiempo para dedicarse a experimentar un amplio abanico de técnicas artísticas que no se enseñaban en ningún otro lugar.

Ana Martínez Pasarín, en su juventud, con algunas de sus obras.

Ana Martínez Pasarín, en su juventud, con algunas de sus obras. / FdV

Hija de emigrantes gallegos, Ana Martínez Pasarín nació en Buenos Aires, donde cursó Magisterio y el Profesorado de Jardín de Infantes. Mientras ejercía como maestra en la especialidad de Plástica, inició su formación en la Escuela Nacional de Bellas Artes “Manuel Belgrano” y en el año 1968 se estrenó con su primera exposición individual en la Galería del Centro Lucense de Buenos Aires. Fue precisamente allí donde conoció al que posteriormente se convertiría en su marido, el pintor argentino Alberto Castro Couso, con el que en el año 1974 viaja a Galicia, fijando su residencia en la comunidad para iniciar un ciclo de exposiciones por las grandes ciudades. Tras afincarse en Vigo, ambos artistas apuestan por iniciar una nueva etapa en su vida, pero como docentes en su propio taller, naciendo así, en 1977, el proyecto de Abracadabra.

Trabajando el linóleo y la madera para ejecutar la técnica del grabado, en el año 1998, la propia Ana Martínez Pasarín explicaba a FARO que en el taller que compartía con su marido los alumnos no solo aprendían aquel método artístico en el que se habían especializado, sino que también adquirían conocimientos teóricos de pintura y composición: “Intentamos huir de la mera copia de obras ajenas, sino dar a conocer las técnicas y el trabajo al natural, que es el mejor modo de estimular la imaginación”, afirmaba entonces la artista. Asimismo, mientras mostraba el proceso artesano y artístico del grabado, Pasarín también comentaba que se trataba de “crear una obra artística combinando formas, colores y movimiento. El grabado se convierte así en un elemento mágico, especialmente para los niños. Es una gran sorpresa para ellos comprobar el resultado”, destacaba.

Una de aquellas niñas que se quedó fascinada al empezar a asistir a las clases que se impartían en Abracadabra, situado en Hernán Cortés, fue Xisela Franco. Artista visual, cineasta y docente en la actualidad, esta viguesa recuerda que pasó parte de su infancia y toda la adolescencia como alumna de Ana Martínez Pasarín y Alberto Castro Couso y cuenta que “entrar no seu taller era un paraíso, ías pasando de habitáculo a habitáculo e podías facer moitísimas cousas distintas, dende traballar xeso, óleo ou témperas a facer máscaras, con latiñas e botes de espárragos, que eles gardaban. Era un espazo único, especialmente pola liberdade que ofrecían á hora de crear”.

Ana Pasarín en el Taller de Arte Abracadabra.

Ana Pasarín en el Taller de Arte Abracadabra. / Ricardo Grobas

En este sentido, Xisela Franco hace referencia a que había dos aspectos por los que Abracadabra marcaba la diferencia, y es que esta viguesa rememora que “pasabamos catro horas alí, nas que te adentrabas nun universo cunha liberdade total, era unha especie de experiencia de arte procesual na que cada semana ías mellorando e rematando algún dos traballos que comezabas, sempre titorizada por Ana e Alberto con moitísimo amor”.

Asimismo, Franco destaca otro aspecto que para ella es todavía más importante de aquel legado que dejó Pasarín en generaciones de vigueses, y es el fomento de la creatividad y la imaginación de los más pequeños sin condicionarlos a través de la copia de imágenes. A este respecto, esta docente en Bellas Artes viguesa analiza que “a copia non estaba permitida, o cal penso que é unha metáfora, pois nos ensinaban a valorar o principio da liberdade na creación, pero que servía para afrontar a vida mesma e o noso futuro”.

La noticia del fallecimiento de la que fue su maestra de 1988 a 1994 apena profundamente a Xisela Franco, ya que considera que “é unha profunda tristeza saber que Vigo perde a unha muller que creou, xunto ao seu marido, un espazo irrepetible e que foi pouco recoñecido. A metodoloxía que empregaban incluso hoxe é revolucionaria, porque eles sempre empregaban o termo educación artística e tiñan unha gran calidade humana. Movéronse nas marxes cunha autenticidade, unha dignidade de artistas e unha ética propia, que aplicaron nas súas vidas e no seu taller, un auténtico universo de creación”.

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