Dime qué acento tienes y te diré si consigues alquilar

Un estudio en seis ciudades españolas, incluida Vigo, evidencia la discriminación lingüística en las llamadas para acceder a un piso

Una pareja asiática firmando el contrato de alquiler de un piso

Una pareja asiática firmando el contrato de alquiler de un piso / FdV

Sandra Penelas

Sandra Penelas

Mujer de 30 años, funcionaria, sin mascotas, que no fuma ni toca instrumentos y que busca un apartamento a largo plazo para vivir sola. En teoría, es el perfil ideal para poder encontrar piso en el complejo mercado de alquiler. Pero cuando la candidata tiene un acento foráneo la cosa cambia. Y mucho. Una investigación realizada en seis ciudades españolas, incluida Vigo, evidencia una clara discriminación lingüística en las llamadas para obtener información y visitar una casa. Además de sufrir una atención peor que las solicitantes nativas y europeas, las que hablaban con acento árabe y asiático tuvieron muchas menos oportunidades de ver la vivienda.

“Hay un sesgo absoluto. El estudio constata, en primer lugar, que no sabemos comunicarnos con personas extranjeras. No tenemos paciencia ni empatía con ellas. Y, en segundo lugar, que hay diferencias en el grado de discriminación en función de si las llamantes son europeas o no. La gente percibe a los extranjeros a partir de prejuicios y burdos estereotipos. A la llamante italiana le advierten que no puede hacer fiestas y a la alemana le dicen que la gente de su país es de fiar. Mientras que a la que tiene acento árabe le preguntan si se va a traer a toda su familia y también le comentan que Argelia, su país, es lo mismo que Marruecos. La vivienda es un derecho constitucional protegido por la ONU y hay que visibilizar y concienciar a la sociedad sobre estos problemas”, subraya la viguesa María Méndez, profesora del área de Lingüística de la Universidad de Alicante.

“La vivienda es un derecho y hay que visibilizar estos problemas”

La investigadora y docente viguesa María Méndez.

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La docente e investigadora, que prevé publicar este año un libro sobre discriminación lingüística mucho más amplio, decidió realizar este trabajo cuando en 2021 saltó a los medios el caso de Redouane Mehdi, un ingeniero de origen marroquí que fue discriminado cuando trataba de encontrar piso en Barcelona y que originó la primera multa en un ayuntamiento por este motivo. “Yo le había dado clases varios años antes, cuando trabajaba en el Centro de Linguas de la UVigo y él estaba de erasmus en el campus de Ourense. Me indignó la noticia y después también hubo otra denuncia en Vigo por una situación semejante de Nour Al-Hussen Villa. Decidí que no podía esperar más y que había que ofrecer datos frente a los estereotipos y creencias”, relata.

Así que puso en marcha un estudio junto con Jon Andoni Duñabeitia, director del Centro de Investigación Nebrija en Cognición, y siete alumnas con las que realizó las llamadas bajo un mismo perfil: Claudia Casal (España), Amina Khiari (Argelia), Eftihia Dimari (Alemania), Emma Pölkki (Finlandia), Francesca Carofiglio (Italia), Lisandra Espiritusanto (República Dominicana) y Miyuna Komura (Japón).

El estudio recurrió a anuncios de pisos de 2 y 3 habitaciones publicados en los dos portales de alquiler principales de España. Y las llamadas, atendiendo a los datos del INE, se hicieron en tres ciudades con altos números de migración o turismo –Madrid, Barcelona o Alicante– y en otras tantas con menor presencia –Vigo, Gijón y Badajoz–.

Tras definir el rol de la hipotética candidata –profesora de inglés de Primaria, que acaba de sacar su plaza fija de funcionaria, tiene 30 años, busca apartamento a largo plazo, vive sola, no tiene mascotas, ni fuma, ni toca instrumentos– y el guión a seguir, cada una de las participantes realizó 36 llamadas en las 6 ciudade, lo que suma 288, entre marzo y mayo de este año.

Los resultados demostraron que la discriminación no depende del tipo de ciudad o el número de residentes no locales, aunque sí se confirmó parcialmente la hipótesis de que es más difícil visitar los pisos situados en las zonas más caras ya que la llamante codificada como arabófona (Amina) fue la que menos oportunidades tuvo y la que sufrió la peor atención.

Lo que sí quedó claro fue la discriminación de las personas con acentos percibidos como extranjeros, sobre todo, si no son europeas. “La única diferencia en todas las llamadas era el acento. Y el trato no era igual desde el primer minuto, tanto las preguntas como la atención eran diferentes. A mí me ofrecían alternativas todo el rato, mientras que a Amina nadie le dijo que si no le gustaba el piso por el que llamaba le podían ofrecer otros”, detalla Méndez.

Tras una primera fase de carácter cuantitativo y, tras identificar que las experiencias de Amina y Miyuna habían sido “especialmente malas”, las llamadas se centraron en un grupo más cerrado de viviendas a las que todas las participantes llamaron el mismo día para contactar con la misma persona y obtener resultados más cualitativos.

La investigación no detectó diferencias entre las diferentes variedades de español –peninsular y dominicano– , aunque a Lisandra le corregían con frecuencia la forma de expresarse, y las tres candidatas tuvieron altas posibilidades de ver el piso. “Para Claudia la experiencia fue buena en 34 de las 36 llamadas, mientras que Amina, que es la que menos invitaciones consigue, tuvo malas sensaciones en 14”, comenta Méndez.

Las nativas mantuvieron las mejores comunicaciones y, entre las no autóctonas, Amina y Miyuna recibieron las peores respuestas. Aún así, Eftihia también recibió algún comentario negativo al no entender bien lo que le decían y a Francesca le respondieron directamente que preferían alquilar a españoles.

“En 14 de 36 llamadas yo conseguía ver el piso sin que me preguntasen nada, mientras que a Amina siempre le preguntaban por su salario desde el principio. A ella le pedían el contrato, mientras que sí se fiaban de mi palabra cuando les decía que podía pagar el alquiler. Incluso en la segunda fase del estudio, llamando al mismo piso, a mí me daban más información y a ella no le hacían ni caso”, revela la investigadora.

Las conversaciones de la viguesa tuvieron la duración media más larga de todas, casi tres minutos, mientras que las de la llamante argelina fueron las más cortas, 1 minuto y 5 segundos. Pero también en las más rápidas María Méndez consiguió ver los mismos pisos que rechazaron a Amina y Miyuna.

“El objetivo de este estudio es sensibilizar a la sociedad. Es horroroso que se le esté haciendo la vida difícil a la gente sin ninguna razón. España y, sobre todo, Galicia, es un país de emigrantes y la falta de empatía es tremenda.La ignorancia no puede ser una excusa. Si queremos mejorar como país tenemos que cambiar y aprender a relacionarnos con otras culturas. Lo que a ti te parece normal porque es lo único que conoces ni es lo normal ni tiene por qué ser lo mejor. En pleno siglo XXI no deberíamos actuar por estereotipos o prejuicios. Por eso sería divino que en la escuela se enseñase comunicación intercultural”, concluye.

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