La fiscal del crimen de Gondomar: "Fue un asesinato; no se limitó a matar, lo hizo además de forma desaforada"

Las acusaciones resaltan la violencia y humillaciones sufridas por la víctima durante sus 41 años de matrimonio

La defensa admite un homicidio agravado: “Pero nada más”

El acusado, junto a su abogado defensor, en la primera sesión del juicio en la Audiencia de Vigo.

El acusado, junto a su abogado defensor, en la primera sesión del juicio en la Audiencia de Vigo. / Marta G. Brea

Marta Fontán

Marta Fontán

Valentín A.B. hizo este miércoles uso de su derecho a la última palabra. Con un escrito en la mano, se dirigió al micrófono central de la "macrosala" de vistas de la Ciudad de la Justicia de Vigo y realizó un confuso y atropellado alegato que arrancó pidiendo “perdón” y mostrando su “arrepentimiento” pero en el que, como al inicio del juicio, acabó volviendo a reiterar que no se acordaba de haber apuñalado ni haberse ensañado con su esposa.

Las palabras del acusado del crimen machista de Gondomar fueron el colofón de una jornada en la que la Fiscalía mantuvo su petición de 30 años de prisión para este sexagenario por un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento con las agravantes de género y parentesco, mientras que la defensa admitió que los hechos que se atribuyen a su cliente podrían calificarse de homicidio, incluso agravado. “Pero nada más”, zanjó.

Tras tres sesiones de juicio, el jurado popular empezará hoy a deliberar de cara a emitir un veredicto. En la sesión de este miércoles, la de los informes finales, tanto la fiscal como las demás acusaciones personadas, la particular que representa a los hijos de la víctima y la popular que actúa en nombre de la Xunta, mantuvieron su petición de condena por delito de asesinato, haciendo hincapié en el claro componente machista de este “crimen salvaje” del que fue víctima Soledad tras una matrimonio de 41 años en el que se vio “dominada” por su marido, que, de forma “autoritaria” y “agresiva”, la sometió a un clima de violencia y humillaciones hasta el punto de que la mujer dormía con un cuchillo “por miedo”.

La fiscal desgranó durante su intervención toda la prueba de cargo contra el acusado en relación con este crimen ocurrido la tarde del 2 de diciembre de 2020. “No se limitó a matar”, expuso. Lo hizo además “de forma desaforada” y causando “todo un lujo de males innecesarios”, que se evidencian, dijo, en las ocho puñaladas que presentaba Soledad, así como el resto de lesiones y cortes hasta sumar un total de 21 heridas por arma blanca. “Hay alevosía ya que eliminó cualquier posibilidad de defensa de la víctima: se aprovechó de la minusvalía que sufría [la mujer padecía obesidad morbida y diferentes artrosis que la obligaban a caminar con una o incluso dos muletas] y la atacó de forma súbita e imprevisible en el hogar”, afirmó. Y el ensañamiento se evidencia, añadió, en el número de puñaladas, de gran intensidad y violencia como expusieron los médicos forenses en el juicio.

Junto a apuntalar el delito de asesinato, la representante del Ministerio Público quiso rebatir los posibles alegatos de la defensa –que intervino de forma posterior– y rechazó tanto la legítima defensa como la existencia de un posible trastorno mental en el acusado: las médicos forenses que lo evaluaron y la psicóloga que lo trataba en A Lama descartaron patología mental alguna.

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Tras la exposición de la fiscal y de las abogadas de las demás acusaciones personadas fue el turno del letrado defensor, que arrancó su intervención diciendo que su cliente se vio “desbordado” tras un “infierno” de muchos años de matrimonio caracterizado por las “faltas de respeto” y las “vidas independientes” que llevaban ambos, ya que incluso llevaban tiempo durmiendo separados. “Valentín quería el divorcio y romper con esa situación, pero ella se oponía, no le interesaba”, afirmó el abogado, que concluye que los hechos podrían encuadrarse como un delito de homicidio, incluso agravado, pero rechazando tajantemente la calificación de asesinato y la pena de 30 años de prisión que interesan las acusaciones. “Puede haber un desequilibrio, una desproporción [entre víctima y acusado], pero no alevosía porque la discapacidad que sufría la mujer no le afectaba en su vida diaria”, mantuvo. Y tampoco existió, indicó, el ensañamiento.