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Una aspiración pendiente

Dos décadas del sueño marino en la ETEA que no acaba de emerger

La antigua escuela militar de Teis cerró sus puertas en 2002 y hace 15 años se presentaba el proyecto fallido de la Ciudad del Mar

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La ETEA se cansa de esperar Sandra Penelas

Una joya patrimonial pegada a la Ría que ambiciona desde hace veinte años convertirse en un campus científico y un enclave para el disfrute ciudadano. La ETEA constituye uno de los mayores anhelos de una ciudad volcada en la investigación marina y que, gracias a ella, podría ganar todavía más peso internacional. Pero las desavenencias políticas, los sucesivos cambios en los distintos gobiernos a lo largo de los años y la dificultad para coordinar a todas las administraciones implicadas han aplazado su consecución. Mientras el deterioro avanza por edificios y viales, los vigueses disfrutan de las zonas abiertas al público y siguen imaginando el día en el que la actividad de las futuras sedes de la Universidad y el CSIC derribe vallas, espacios abandonados y maleza.

Estado actual de la parcela del CSIC. Marta G. Brea

La antigua Escuela de Transmisiones y Electricidad de la Armada cerró sus puertas definitivamente el 31 de agosto de 2002 y, dos años después, el Ministerio de Defensa se la vendió por 26 millones de euros a Zona Franca. Su potencial no pasó desapercibido para el bipartito, que lanzó la Ciudad del Mar como uno de sus proyectos estrella.

El Gobierno gallego aspiraba a convertir la ETEA en un gran complejo científico internacional dotado de una base de buques oceanográficos y la inversión prevista alcanzaba los 130 millones de euros, incluyendo los 18,5 millones que costó la compra de los terrenos.

Edificio abandonado. Marta G. Brea

El convenio definitivo entre Xunta, Zona Franca y Concello no se firmó hasta 2009, dos años después de la primera presentación oficial del proyecto en la ETEA, y permitió que la antigua escuela militar se abriese, por fin, a todos los ciudadanos.

Pero un mes después de escenificar el acuerdo en Vigo, Touriño cedía la Xunta a Núñez Feijóo, cuyo gobierno decidió dejar en suspenso el proyecto por su complejidad y la gran financiación que requería.

Soportales que conservará la futura sede del CSIC. Marta G. Brea

La crisis económica y las desavenencias políticas volvían a demorar el resurgimiento de la ETEA. Hasta que la Universidad de Vigo movió ficha. Presentó a la convocatoria de Campus de Excelencia del Gobierno central su proyecto del Campus del Mar, que aunaba a todas las instituciones gallegas y científicos implicados en este ámbito y planteaba contar con una sede y diferentes instalaciones en el antiguo recinto militar.

La iniciativa se hizo en realidad en octubre de 2010, pero el acceso a los terrenos de forma gratuita para la Universidad siguió bloqueado. Y las dificultades económicas también hicieron desistir al IEO y al Instituto de Investigaciones Marinas-CSIC de su intención de contar con edificios propios en Teis.

Edificio Siemens. MARTA G. BREA

Así estaban las cosas cuando Zona Franca, entonces dirigida por Teresa Pedrosa, propone en 2016 comprar parte de los terrenos que en su día ya le habían vendido a la Xunta. La operación generó el rechazo del alcalde vigués, que bloqueó la operación durante un año como presidente del Consorcio. Caballero exigía al Gobierno gallego que los cediese a coste cero, pero acabó dando su brazo a torcer para no perjudicar a la Universidad.

En julio de 2017, la Xunta aprobó los convenios para el proyecto de la UVigo y anunció el acuerdo para otro ansiado proyecto que ya se había planteado 14 años antes con la Ciudad del Mar: el traslado de la sede del IIM desde Bouzas a la ETEA.

Los obstáculos parecían ya superados y en los últimos años el Gobierno gallego ha ido dando luz verde a los diferentes planes sectoriales, pero los pasos para que el recinto militar se convierta en el gran complejo científico imaginado por todos desde hace dos décadas siguen siendo cortos y lentos.

Edificio Faraday. MARTA G. BREA

La Universidad de Vigo, que ya era titular del edificio Faraday, acaba de conseguir que Zona Franca también le ceda el Siemens. Y, una vez que se ha confirmado su reelección, el rector Manuel Reigosa retomará las negociaciones con la Xunta para añadir el Morse a su proyecto.

El equipo de gobierno de la UVigo plantea un “minicampus” en la ETEA, adonde trasladaría la Facultad de Ciencias del Mar y dos másteres de Biología, junto con las sedes del Centro de Investigación Mariña (CIM) y del Campus del Mar, así como diferentes instalaciones de investigación y la Escuela de Verano.

En una reciente entrevista con FARO, Reigosa recordaba la “situación idílica” de la ETEA para convertirla en un punto de atracción internacional, calculaba licitar la rehabilitación del Faraday a lo largo de 2023 y se comprometía a intentar que durante esta legislatura ya haya gente trabajando allí.

Edificio Kelvin. MARTA G. BREA

También será muy importante para la UVigo la relación con el IIM-CSIC, cuya nueva sede en Teis facilitará que se intensifiquen las sinergias. Su proyecto es, junto con el de la residencia de mayores de la Xunta, el más avanzado hasta el momento.

El CSIC lanzó en marzo un concurso de proyectos arquitectónicos para que su nueva sede tenga impacto en toda Galicia y anime al traslado de otras instituciones a la ETEA. Las ofertas se pueden presentar hasta el próximo julio y el objetivo es que el edificio se convierta en un polo de referencia internacional en la investigación marina.

La parcela del IIM-CSIC le permitirá triplicar el espacio actual e incluye tres edificios a conservar: el Kelvin, que se abre a la plaza de Armas, el Gauss y el Churruca. La ejecución se plantea en dos fases y la inversión total será de 16 millones.

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