Los jóvenes que viven con sus padres pese a trabajar crecen un 10% en un año

Unos 136.000 gallegos de 18 a 34 años con ingresos por empleo residen en el hogar familiar

La Xunta asocia la emancipación tardía al retraso en la pareja y en los hijos

Un joven lee un libro en un parque.

Un joven lee un libro en un parque. / EP

Carmen Villar

Carmen Villar

La juventud se prolonga cada día más en Galicia, lo que expertos en demografía consideran una “debilidad” en una autonomía con una población, salvo excepciones, en retroceso en los últimos años. El último informe del Observatorio Galego de Dinamización Demográfica, el órgano colegio promovido por la Administración gallega para abordar los retos demográficos de la comunidad, advierte de cómo la reciente pandemia “agravó el ya acusado retraso en la emancipación residencial y en la autonomía personal” entre los jóvenes gallegos “debido a las mayores dificultades de acceso al mercado laboral y a la vivienda en condiciones dignas”. Y todo ello advierten, afecta a las dinámicas vinculadas a la fecundidad.

No obstante, incluso quienes logran acceder al mercado laboral no hacen la maleta para irse del nido familiar, un fenómeno en el que puede incidir, como apuntan desde el Consejo de la Juventud de España en su informe sobre Galicia relativo al segundo semestre de 2022, el que, para poder pagar la entrada de una vivienda, un joven debería disponer de un ahorro equivalente a casi tres años de salario y, para alquilar, tendría que destinar seis de cada diez euros de su salario mensual.

En el último año, la cifra de jóvenes gallegos que aguanta en el hogar de sus progenitores a pesar de contar con ingresos procedentes de algún trabajo se ha incrementado en un 10 por ciento. Según los datos del Instituto Galego de Estatística (IGE) son más de 136.000 los chicos y chicas de 18 a 34 años que viven con sus padres, con datos de finales de 2022. Un año antes, eran 13.000 menos. Además, el grueso de jóvenes –casi dos de cada tres– que aguantan en el hogar familiar, aun con ingresos por trabajo, está conformado por el tramo de edad que va de los 25 a los 34 años. En el grupo de los que se resisten a volar de casa de sus padres pese a contar con algún tipo de ocupación, más 88.000 están empleados todo el año y más de 70.000 son al menos “mileuristas”.

Los datos del IGE muestran además cómo vivir en el hogar familiar ejerce un efecto protector frente al riesgo de pobreza. Entre quienes se han emancipado, esa tasa supera el 22 por ciento, 8 puntos por encima de quienes no se independizaron.

El “Informe sobre a situación demográfica de Galicia” recoge la incidencia en el descenso de la fecundidad derivada de la prolongación de la juventud y su “tardía emancipación” del hogar familiar. Las dificultades para independizarse, derivadas del acceso al mercado laboral o vivienda, señala, están posponiendo “aún más los calendarios de formación de pareja y el fecundo, lo que explica “en gran medida”, dice, que las mujeres sean madres cada vez más tarde. A ello se sumaría también “el retraso que se está dando en la convivencia con la pareja”, una situación que el informe considera “muy relacionada no solo con la tardía entrada en el mercado laboral, sino principalmente con la estabilización”. No obstante, según el IGE hay jóvenes que viven con su pareja en casa de sus padres; entre los 25 y los 34 años más de 8.800 estarían en esa situación.

No obstante, el mismo informe advierte que “en la mayoría de los países desarrollados, el balance entre inmigración y emigración constituye el componente principal del crecimiento, muy por encima del crecimiento vegetativo”, el derivado de la diferencia de nacimientos y muertes. De hecho, Galicia cerró el año 2022 con un incremento del censo fruto de la llegada de extranjeros.

Aun así, esa es también una materia que necesitaría mejorar según los expertos que elaboraron el “Informe sobre a situación demográfica de Galicia”, editado por la Consellería de Política Social e Xuventude. Uno de los aspectos que se recoge en su análisis DAFO, enmarcado en concreto dentro de las “amenazas”, sería la “insuficiente valoración de los beneficios de la inmigración y del retorno”.

En particular, el informe diagnostica una “débil atracción” de población extranjera, dado que Galicia se sitúa a la cola de todo el Estado, solo por delante de Extremadura, en este tipo de residentes. Con todo, reconoce que la población foránea se ha cuadriplicado en la comunidad en lo que va de siglo en todas las zonas, incluso en las poco pobladas, donde solo se triplicó.

En el análisis se incluye igualmente como una “oportunidad”, que ya está asumiendo la Xunta, el “impulsar” iniciativas destinadas a “promover” entre los gallegos residentes en el extranjero y su descendencia el retorno a Galicia para que contribuyan a la dinamización demográfica.

Con todo, advierte igualmente que, en España, “tras décadas de relativa calma emigratoria”, se ha incrementado la emigración en las comunidades que “tradicionalmente” habían sido “expulsoras”, caso de Galicia. Al respecto, señalan que, tras la crisis de 2008, el patrón de mano de obra que sale es diferente: si antes se iban los escasamente formados, los flujos de salida “tienden”, afirman, “en estos tiempos más recientes a caracterizarse por un elevado nivel de instrucción”, lo que dio lugar a aludir a ella como “emigración del talento”.

En ese sentido, el informe refleja que, además de favorecer el retorno, la Xunta se enfrenta a la “necesidad de articular políticas de retención (en la medida de lo posible) y captación del talento” para “facilitar” el retorno de una generación joven con “un importante” capital humano y motivaciones sobre todo “económicas y de promoción de su carrera”, que previamente los llevó a desarrollar su proyecto profesional en el exterior.

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