La administración digital se le resiste a los mayores de 54 años: solo un tercio la utiliza

Vivir en el rural, no tener estudios o pocos recursos también dificulta el acceso a los trámites online

En 2022 bajó ligeramente el porcentaje de gallegos que hace gestiones por internet

Un hombre mayor con papeles y un ordenador

Un hombre mayor con papeles y un ordenador / FdV

Paula Pérez

Paula Pérez

Pocas son las gestiones que ahora no se solventan por vía electrónica. Hasta pedir una cita previa para poder ser atendido presencialmente en una oficina requiere un ordenador. Pero el manejo de la administración digital no es sencillo ni está al alcance de todos. Ciertos colectivos, precisamente los más vulnerables y los que más precisan apoyo público, aún tienen dificultades para relacionarse con las instituciones. Una mayor edad, un entorno rural, la falta de estudios o escasos recursos económicos son handicaps que dificultan la relación con los organismos públicos. Y en el caso de los años, la brecha digital no afecta solo a los jubilados. La prueba es que solo un tercio de los mayores de 54 años hace trámites por internet ante las administraciones.

El proceso de implantación de la administración electrónica se aceleró con la pandemia de COVID. Las medidas de seguridad para evitar contagios limitaron al mínimo la atención presencial en oficinas y la burocracia se trasladó a internet. En 2019 solo la mitad de la población de más de 16 años se relacionaba digitalmente con los organismos públicos para hacer trámites. El porcentaje aumentó al 56,8 por ciento el 2020 y siguió en ascenso al año siguiente hasta alcanzar el 63,2 por ciento.

Según los datos del Instituto Galego de Estatística (IGE), este ascenso se frenó en 2022: la tasa de gallegos que usan la administración electrónica bajó ligeramente hasta el 61,8 por ciento. Es decir, hubo 28.000 personas menos que hicieron trámites por internet el pasado año. ¿Pero por qué ocurre esto? La vuelta a la normalidad tras la pandemia levantó algunas restricciones a las oficinas públicas, aunque, en líneas generales, la atención presencial sigue limitada, según advierten las gestorías gallegas.

A los mayores de 55 años no les quedó más remedio que ponerse las pilas en estos últimos años. Si en 2019 solo el 20 por ciento hacía trámites por internet ahora ya son el 34 por ciento. Sin embargo, quedan dos tercios que no usan la administración electrónica porque no se sienten capaces. Si se compara con otros tramos de edad la brecha digital se hace patente. Entre los gallegos de 25 a 54 años el porcentaje de utilización se eleva al 90 por ciento, es decir, casi tres veces más que en el colectivo de 55 y más años.

Pero no son los mayores los únicos a los que se le resiste la administración electrónica. Si en zonas urbanas siete de cada diez ciudadanos interactúan con la administración a través de internet, en el rural esta tasa cae al 49 por ciento.

Los ingresos económicos también influyen. Pese a que los ciudadanos con menos recursos pueden estar más necesitados de relacionarse con la administración para solicitar ayudas, por ejemplo, su situación financiera, en ocasiones es un obstáculo para acceder a los organismos públicos. Solo cuatro de cada diez gallegos que gana menos de 1.000 euros mensuales hace trámites por internet, frente al 73 por ciento de los que cobran más de 3.000 euros.

La brecha digital se traslada también al nivel de estudios. Las personas con menos estudios se relacionan con la administración digital la mitad (38 por ciento) que aquellas que tienen formación universitaria (el 90 por ciento hizo trámites por internet).

“Si las gestorías tenemos problemas, no me extraña que haya gente que no sea capaz”

Pilar Otero-Presidenta del Colegio de Gestores Administrativos de Galicia

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–¿Por qué hay tan pocos mayores de 54 años que usan la administración electrónica?

–Todo el mundo tiene dificultades para acceder, pero gente de más edad que está menos familiarizada con internet pues mucho más. Los ciudadanos se quejan mucho de los problemas técnicos, de las dificultades con la firma electrónica o con la identificación digital, las páginas son muy farragosas y es muy complicado no perderse.

–¿Qué se debe hacer para favorecer el acceso de esta población de más edad?

–La administración tiene que mejorar la tecnología, los procesos, hacerlo más sencillo. Todas estas personas que no son capaces de hacer trámites por internet al final recurren a un conocido, a un familiar o a las gestorías. Y hay un montón de trámites que solo se pueden hacer por internet y ahí la persona se encuentra desasistida.

–¿No funciona bien entonces la administración electrónica? 

–Hacer trámites es dificultoso. Mucha gente se queja de que quiso hacer una gestión, le surgió una duda o un problema y no tiene a quién preguntar. Las páginas son poco interactivas, usan un lenguaje de difícil comprensión y un diseño muy deficiente y eso hace que nos encontremos un muro infranqueable. Al final se traslada la burocracia en papel al entorno digital.

–¿Se mantiene entonces la brecha digital entre la población?

–Sí, por ejemplo, en el rural no hay cobertura o no es ágil.

–¿Se ha vuelto a los niveles de atención presencial en la administración anteriores al COVID?

–No, la atención presencial es mínima y residual. Incluso para solicitarla tienes que pedir cita previa online y no todos los ciudadanos están familiarizados con internet. A eso se suma que hay algunas administraciones como la Seguridad Social en las que es imposible obtener una cita con prontitud. Igual tienes que solicitar una pensión y tardan dos meses en darte cita. Eso genera un descontento importante. Se está recurriendo a las gestorías hasta para hacer trámites sencillos.

–¿Y las gestorías también tienen problemas con la administración electrónica?

–Somos los más directos sufridores. Las webs de las administraciones se colapsan, se quedan colgadas cuando es el último día de plazo para presentar una documentación... Además cada administración tiene su propio sistema operativo. Si los profesionales tenemos problemas, no me extraña que haya un sector grande de la población que tampoco sea capaz.

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