Cuatro Cosas

n n n / Paco Vedra

No hay quien entienda lo del astillero de Barreras, en Vigo, difunto y casi resucitado en otra propiedad. Alguien se pregunta, al ladito de avecilla –que, por supuesto, toma nota–, quién se encargaba de supervisar, o al menos controlar –de lejos, pero controlar– el manejo del negocio que gestionaba Prothero. Una gestión que ahora el Juzgado de lo Mercantil empieza a revisar con lupa para ver si se atendió al hecho de que ahí había pelas públicas. Jo...

Sí: decenas de millones concedidos al Gran Pufero. Y llega la hora de averiguar cómo es posible que alguien en la situación en la que estaba el astillero rechazase una oferta para dos buques gemelos a otro –que nunca se construyó: porca miseria...–, y que ahora, en las pesquisas de la jueza titular, se descubran “peculiaridades“ en la gestión del entonces gerente. Y, sobre todo, que nadie, en las alturas medias y más arriba, dijese ni pío sobre lo que parece “raro”. ¿No...?

Vaya tela, la que queda por cortar. ¡A! Y, ya puestos, conviene insistir en que resulta increíble que nadie oficial prestase la atención debida a un chollo, como clonar un buque y después, parece, manejase contratos pata disimular. E hiciera caso omiso de denuncias –orales y escritas– de los representantes de la plantilla. Es más: por qué trató de camuflarse algún tipo de operación presuntamente rara fijando el foco de atención en la situación de otras empresas. ¿Eh...?

Sí, es verdad, también estaban con el agua al cuello, aunque ahora parece que recuperaron “casi todo” lo que se le debía. Y ya puestos, queda repreguntar por qué entre los poderes fácticos nadie habló, advirtió o trató de indagar el proceso que desembocó en el cierre. Avecilla preguntó, sin éxito, si se trataba de proteger a alguien, o a algún buitre carroñero. Ahora bien: tomad nota porque el pajarillo cantor advierte que sus extrabajadores no piensan rendirse. ¿Capisci?