Vuelco en selectividad: una única prueba integrará todas las materias comunes

El plan del Gobierno que rechaza la Xunta se aplicará de forma gradual desde 2024 y culminará con solo dos exámenes obligatorios | El ejercicio de madurez pesará un 75%

Román Rodríguez, a la derecha, y cargos de la consellería durante la reunión con el Ministerio de Educación y comunidades.

Román Rodríguez, a la derecha, y cargos de la consellería durante la reunión con el Ministerio de Educación y comunidades. / Xoán Álvarez

Carmen Villar

Carmen Villar

A los alumnos que se estrenen en septiembre en 2º de Bachillerato no les afectará, pero sí a los que vengan detrás, sobre todo a quienes empiecen 2º de la ESO en otoño, que experimentarán en 2027 en toda su plenitud la reforma planteada ayer por el Gobierno para las pruebas de acceso a la universidad, pensada para ser aplicada de forma gradual a partir de 2024 y culminar el cambio en 2027. La selectividad del futuro tendrá, como mucho, y si se incluyen en el cómputo los dos test de carácter voluntario que se contemplan para poder mejorar la nota, menos de la mitad de exámenes de la que se realiza ahora en Galicia, y los ejercicios van más encaminados a aplicar conocimientos, en la línea de PISA, que a demostrar que han sido memorizados.

De hecho, cuando el paréntesis transitorio pensado para que los centros se adapten finalice, la parte obligatoria de las nuevas pruebas de acceso a la universidad, que pasará a denominarse “de acceso”, acabará conformada por solo dos exámenes, uno de una materia obligatoria de la modalidad de Bachillerato que curse el alumno, que supondrá un 25% de la nota, y una “prueba de madurez” que integrará todas las materias comunes de la etapa (Historia de la Filosofía, Historia de España y las tres lenguas: extranjera, castellano y gallego) y que acaparará para sí el grueso de puntos de esa fase (el 75%). El Ministerio de Educación enfatiza que este “ejercicio general de madurez” está concebido para valorar la capacidad de los aspirantes a la hora de “analizar, valorar, extraer información o interrelacionar” documentación.

Nada más conocer la propuesta del Ministerio, la Xunta criticó las “formas” –no tuvo acceso al plan hasta ayer mismo, antes del encuentro para debatirlo– e hizo público su “desacuerdo absoluto”. “No corrige el principal problema que es la desigualdad entre los alumnos, que tienen 17 pruebas diferentes para una única puerta de acceso a la universidad”, lamentó el conselleiro de Educación, Román Rodríguez. A su juicio, desde hace años se producen “desigualdades” de forma “sistemática” que “perjudican” a comunidades como Galicia y por ello califica la propuesta de “decepcionante” y reclama “un nuevo modelo justo, uniforme y que garantice la igualdad de oportunidades”. Comparten el rechazo comunidades gobernadas por el PP –Madrid, Andalucía y Castilla y León– y el PP critica que el Ejecutivo “rebaja el nivel de exigencia”.

No obstante, el departamento que dirige Pilar Alegría sostiene que el cambio que plantea posibilita ir hacia un modelo más competencial, acorde con la nueva ley educativa, y de ahí a una “mayor homologación entre los territorios”. En todo caso, fuentes del Ministerio de Educación insisten en que lo puesto sobre la mesa es un “documento de trabajo” sobre el que comunidades y campus –el texto se presentó también a los rectores– podrán ahora hacer aportaciones.

Los test, incluidos los destinados a subir calificaciones, se reducen a la mitad

De salir adelante el proyecto del Gobierno tal cual, y tras un período transitorio de tres años “para favorecer la adaptación del alumnado y del profesorado”, la fase de acceso de la ABAU (Avaliación de Bacharelato para o Acceso á Universidade) se quedaría en un primer ejercicio, que sería la prueba de madurez, y un segundo asociado a la materia obligatoria de la modalidad cursada (Matemáticas o Latín, por ejemplo). La nota en estos dos exámenes sería la que pondera con el expediente de Bachillerato y en ese aspecto no habrá cambios: 60% para el instituto, 40% para la ABAU. Aparte vendría la fase específica, complementaria, llamada “de admisión”, que posibilita subir desde el 10 a 14. En ella el alumnado puede realizar dos ejercicios más (frente al tope de cuatro actual), a elegir entre las materias de modalidad o, como novedad, entre las comunes de 2º de Bachillerato. Como ahora, los campus decidirán cómo se ponderan en función del perfil de estudiantes al que aspiran.

La principal novedad de la reforma es el ejercicio de madurez, apunta el Ejecutivo central. Este está diseñado en torno a las materias comunes de Bachillerato, “integrándolas de forma global”. Dicha prueba, que decidirá el 75% de la nota, estará protagonizada por un dossier conformado por varios documentos (texto, imágenes, infografías, tablas...) que girarán en torno al mismo tema (de actualidad, científico, humanístico, etc.). Al alumnado se le exigirá un análisis desde diferentes perspectivas a través de la respuesta a preguntas de todo tipo.

En concreto, el ejercicio, explica Educación, constará de preguntas en castellano, la lengua extranjera que haya estudiado el alumnado y la lengua cooficial donde la haya, caso de Galicia con el gallego. Además, deberán aparecer las tres en la resolución de las cuestiones. Más al detalle, para esta prueba se barajan tres tiempos: uno para la lectura detenida de la documentación, una primera parte de 25 preguntas cerradas o semiconstruidas, que exigirán del alumno “capacidad de pensamiento crítico, reflexión y madurez”, y otra segunda que incluye tres preguntas abiertas sobre el mismo dossier, una de ellas en lengua extranjera. Igualmente en Galicia, las respuestas del alumnado “habrán de acreditar la competencia” tanto en castellano como gallego.

Este modelo va precedido de un período transitorio que combinará una incipiente prueba de madurez con más materias. Así, para los cursos 2023-2024, 2024-2025 y 2025-2026, la fase de acceso se dividiría en cuatro ejercicios, todos con la misma ponderación (25%): uno lo protagonizará la materia de modalidad elegida por el alumno, dos serán de las materias comunes de Historia de la Filosofía e Historia de España y el cuarto, según el comunicado del Ministerio, es un precursor de la prueba de madurez. Aunque durante el tiempo de tránsito evaluará sobre todo las destrezas asociadas al ámbito lingüístico, es decir, integrará lo que ahora son tres pruebas de lenguas diferentes, lo que se busca ya “principalmente” con el test, señala el Gobierno, es evaluar “la madurez académica” del alumnado.

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La propuesta del Ministerio contempla, igual que ya se hace en la actualidad, que la fase obligatoria se complemente con otra específica de admisión, que permite pasar de un máximo de 10 a un tope de 14 puntos. Cada vez son más carreras las que superan el 10 de nota de corte. En el informe de la CiUG de grados que cerraron admisión para el próximo curso en el segundo plazo constan unas 70 carreras para las que el diez se queda corto.

La nueva versión de la ABAU establece que el aspirante realizará dos ejercicios (y no un máximo de cuatro, aunque suelen ser dos) y que podrá elegir no solo entre las materias de 2º de Bachillerato de modalidad, como ahora, sino también entre las comunes, lo que incluiría Historia de la Filosofía, Historia de España o alguna de las tres lenguas. Eso cuando entre en vigor el nuevo modelo. En el período transitorio el alumnado tendrá limitada su elección a materias relacionadas con la modalidad que cursa.

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A la “primera” propuesta de trabajo presentada por el Ejecutivo central le queda un largo trecho para llegar al BOE. Educación se da hasta final de año –cuando prevé publicar el Real Decreto con las características básicas de la prueba– para elaborar y revisar el marco general de la ABAU en su fase obligatoria y confía en tener en el primer trimestre de 2023 exámenes que pueda probar en abril en un grupo piloto “suficiente para su calibración”. Después analizará los resultados y, de ser preciso, las reformulará.

Según el Gobierno, con el plan sobre la mesa, toca abrir un período “de debate y de diálogo” para llegar a acuerdos sobre el diseño de la prueba. En la propuesta figura que, en aras de una “homogeneización” en la estructura general y el “equilibrio” de ejercicios que se planteen desde las comunidades, se prevé crear grupos de trabajo para elaborar un marco común de diseño de la prueba y guías de corrección “comunes” en todas las comunidades.

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