Entrevista | Siro López Artista y formador especializado en creatividad

“El espacio educativo
 debe responder a criterios pedagógicos;no a modas”

Tras cinco años recorriendo escuelas de todo el mundo, Siro López nos guía en un viaje a través de todo lo que el espacio puede aportar a la educación

Siro López, maestro, artistas y formador especializado en Creatividad.

Siro López, maestro, artistas y formador especializado en Creatividad. / Cedida

María Bueno

María Bueno

Como maestro siempre concedió una gran importancia al espacio, pero cuenta que durante mucho tiempo no fue más que por mera intuición, casi una necesidad personal, así que decidió ponerse manos a la obra e investigarlo. Y qué mejor para hacerlo que recorrer el mundo en busca de escuelas de los cinco continentes. 800 fotografías, 100 colegios y cinco años de trayectos después, el artista y formador especializado en Creatividad Siro López (@_sirolopez_) comparte un viaje repleto de ideas y ejemplos para sacar partido al espacio como herramienta educativa. Y lo primero es dejarlo claro…

¿El espacio importa?

Yo creo que todos somos conscientes. Incluso nuestras abuelas, que decían: ‘Hija, este piso es muy luminoso’. Intuiciones, sabiduría… que luego la ciencia ha confirmado. 

¿Por dónde empezamos?

Debemos de tener en cuenta que las acciones en el espacio deben responder a criterios pedagógicos y no a modas o tendencias. Ves a escuelas que hacen grandes inversiones, pero a la vez te das cuenta de que pueden caer en contradicciones. 

¿Qué tipo de contradicciones?

Por ejemplo, sabemos que la luz natural es necesaria para aprender, pero vemos muchos colegios con persianas bajadas por culpa del proyector o ventanas llenas de cartulinas y no nos damos cuenta de que esa oscuridad genera cansancio, fatiga e incluso conflicto. 

¿Las escuelas pueden estar generando conflicto a través de sus espacios sin darse cuenta?

Al igual que hay barrios que fomentan el conflicto o la cooperación en función de elementos como el tráfico, con las escuelas pasa lo mismo. En los colegios de nuestro país hay un exceso de rejas, de persianas fijas que proyectan sombra, de pasillos estrechos con colores oscuros… La sensación que se genera es más la de estar en una cárcel que en un espacio educativo. 

Mencionas los tonos oscuros. Otro tema que interesa mucho es la psicología del color, ¿cómo influye en los centros? 

En Infantil, por ejemplo, vemos mucho los colores del parchís: rojos, verdes, amarillos… como en un parque de bolas. Pero, pensemos en cómo se comportan los niños en esos parques. Tienen que acolcharlos porque les provoca un exceso de energía. El espacio de trabajo tiene que ser neutro, con tonos en las paredes que faciliten el aprendizaje y el equilibrio. Esto no quiere decir que no haya colores, pero esos tonos ya están en las portadas de los cuentos o en los los proyectos del propio alumnado; y también en otros espacios del centro. Tampoco podemos irnos al otro extremo como en Secundaria, donde vemos todo lo contrario: un desierto que está más cerca de espacios carcelarios que de un lugar para aprender. 

¿Pero se tiene que configurar igual el espacio en Infantil que en Secundaria?

Los criterios pedagógicos que funcionan en Infantil lo hacen también, y de modo imprescindible y poderoso, en Primaria, Secundaria, Educación Especial, etc. Te pongo el ejemplo de los espejos: ¿por qué desaparecen en la ESO cuando sabemos que muchos adolescentes desprecian hasta tres y cuatro partes de su cuerpo y cuando son tan o más necesarios en términos de identidad, autoestima, respeto…?

Vuelve a salir la metáfora de la cárcel. Me llamó mucho la atención leer que el espacio asignado a un alumno es menor que el que dispone un preso…

Las aulas se han diseñado en base al tamaño del pupitres, en lugar de en función de la metodología de aprendizaje. Hay que consultar a los maestros; lo contrario sería como diseñar un quirófano sin preguntar a los médicos. La sociedad tiene por delante muchísimos retos complejos y necesitamos entrenar el pensamiento creativo, que no es sólo artístico, sino también científico.  

¿Cómo conseguimos fomentar esa creatividad a través del espacio? 

Necesitamos que el mobiliario responda a esa necesidad de trabajar en cooperativo, aulas abiertas; lograr que toda la escuela sea una biblioteca, un lugar de investigación. Me duele que estén desapareciendo los laboratorios o los teatros en los centros. 

¿Están desapareciendo los teatros?, ¿por qué?

Creo que hay una falta de reflexión que nos está llevando a prescindir de herramientas muy válidas por no considerarlas útiles; pero las historias son y siempre serán imprescindibles, y el teatro es una herramienta educativa de las más poderosas. Además de permitirnos trabajar contenido de tipo curricular y añadir valor pedagógico, nos aporta el ensayo, la escucha, las matemáticas, la expresión oral, la parte tecnológica…; por no hablar de que lo que no se expresa se somatiza y el teatro nos ayuda a transitar las emociones. 

¿No puede haber dos escuelas iguales?

Por supuesto que no, al igual que no debiera haber dos aulas iguales, al igual que no hay dos habitaciones. Personalizarlas ayuda a que el alumnado se identifique con su propia aula. Sería estupendo, por ejemplo, que en lugar del número, el aula tuviese su propio nombre; y es crucial que en todo esto participen también las familias y los alumnos. 

Dices en tu libro que no solo hay que mirar a Finlandia, que tenemos mucho que aprender de África, de América Latina y de Asia y mucho que compartir en Europa...  

Sí, hay mucho que aprender y tenemos también mucho que aportar porque estamos haciendo cosas muy potentes. Aunque a veces transitemos muchos complejos, nuestro país es pionero y hay un profesorado que, por iniciativa propia personal, está cambiando las aulas. En un mundo como el de hoy, a mí lo que me da esperanza es la educación.

“Escuelas felices” en el mundo

Clínica odontológica del centro Ciudad Esperanza, en Cobán.

Clínica odontológica del centro Ciudad Esperanza, en Cobán. / siro lópez

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En Cobán, Guatemala, esta escuela situada literalmente al lado de un basurero supo darle la vuelta a su situación convirtiéndose en un ejemplo mundial de “escuela viva, que evoluciona respondiendo a las necesidades del lugar”: “Se percibe alegría nada más entrar; las aulas están abiertas y se potencia el trabajo cooperativo. Tienen un huerto escolar enorme para el alumnado, que come allí dos veces al día; e incluso cuentan con una clínica odontológica en la entrada. De esas escuelas que te cambian la vida”. 

Aulas abiertas del Ramiro  Soláns, Zaragoza.

Aulas abiertas del Ramiro Soláns, Zaragoza. / siro lópez

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En Zaragoza está otra de las escuelas que Siro López recomienda conocer de cerca, un centro que ha sabido reconvertirse y “pasar de colegio-gueto a referente en su forma de trabajar”. ¿Cómo?: “Empezaron a integrar a las familias, generaron comunidades de aprendizaje a través de, por ejemplo, talleres textiles, flexibilizaron los horarios, cuidaron muchísimo a ese tercer maestro que es el espacio. Luego empezaron a invitarles a congresos y jornadas y así lograron más financiación”.  

Patio del centro de Educación Especial The Yard, Edimburgo.

Patio del centro de Educación Especial The Yard, Edimburgo. / siro lópez

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La idea de que los patios tienen que ser pistas deportivas no convence en esta escuela de Educación Especial danesa, donde el espacio de ocio está diseñado en función de las inteligencias múltiples.

Cuentan, por ejemplo, con un tren en el que cada vagón está dedicado a una temática: de la música a las mates; además de un espacio lector en forma de burbuja; una barca accesible a la que el alumnado puede subir con sus sillas de ruedas o varios circuitos de agua y tierra y es que, se despide Siro López, “es fundamental que la infancia se manche”.