El Auge femenino del “true crime”

El del crímenes reales es el segundo género más consumido, y en España la principal audiencia son las mujeres de más de 30 años. Se cree que ellas se identifican más con las víctimas y que ven en estos contenidos un aprendizaje contra eventuales agresiones

Carles Porta, maestro del género “true crime” en España.

Carles Porta, maestro del género “true crime” en España. / Rafa López

Rafa López

Rafa López

Los contenidos sobre crímenes reales, ya sean documentales o de ficción, están en boga. Globalmente ya ocupan el segundo lugar en las preferencias del espectador, solo por detrás de la comedia. Y no para de crecer. Esta misma semana Netflix anunciaba una miniserie sobre el caso Asunta con Candela Peña como Rosario Porto y Tristán Ulloa como Alfonso Basterra. “El caso Alcàsser”, “Dolores” –sobre la gallega falsamente condenada en el caso Wanninkhof– y “Dónde está Marta” son otros ejemplos de este género cuya principal audiencia en España lo forman mujeres mayores de 30 años, según Parrot Analytics. En cuanto a los pódcast, un estudio situó la cuota femenina en el 80%.

Es una aparente paradoja, dado que se podría suponer que los hombres, siendo el masculino el sexo más agresivo, resultan más proclives a interesarse en temáticas violentas. Una de las posibles explicaciones estriba en la mayor identificación de las mujeres con las víctimas. “La violencia de género nos ha hecho sentir más vulnerables y susceptibles de ser agredidas. Así que por identificación nos sentimos más llamadas a estar alerta de este tipo de información”, explica Mireia Cabero, psicóloga y profesora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Otra de las hipótesis es la del aprendizaje. “Las mujeres buscan herramientas para poder repeler agresiones –señala la investigadora gallega de medios audovisuales Elena Neira, que se confiesa una gran seguidora del true crime –. Cuando ves un contenido de estas características puedes aprender a detectar las señales y puede funcionar como los cuentos infantiles que aleccionaban, tipo ‘Caperucita’: si te encuentras con un extraño, no hables con él. El true crime cumple el mismo papel”, explica Neira, profesora colaboradora de Ciencias de la Información de la UOC.

“Probablemente porque las mujeres tienen el piloto de alerta en automático, el ‘true crime’ les permite identificar esas situaciones”

Neira apunta a un informe del departamento de Psicología de la Universidad de Illinois (EE UU) titulado “Atrapadas por el crimen real: por qué las mujeres se sienten atraídas hacia historias de violaciones, asesinatos y asesinos en serie”, que indica que las mujeres ven estos contenidos para evitar convertirse en una víctima o saber defenderse ante una agresión. “Las mujeres usan este contenido a modo de aprendizaje y también a causa de la empatía e identificación con la víctima. Esa información nos hace más conocedoras de realidades posibles y genera un falso efecto de seguridad”, dice la psicóloga Mireia Cabero. “Probablemente porque las mujeres tienen el piloto de alerta en automático, el true crime les permite identificar esas situaciones”, agrega Elena Neira. El pódcast de la periodista Cruz Morcillo “La peregrina” (Sonora), sobre el asesinato de la estadounidense Denise Pikka en el Camino de Santiago, es un buen ejemplo.

  • Cartel de la miniserie protagonizada por Dolores Vázquez y el caso Wanninkhof.

El de los crímenes reales no es un género nuevo. Neira alude a la célebre novela “A sangre fría” de Truman Capote (1966) y a la gran tradición de estos contenidos en el mundo anglosajón, pero recuerda también el notable tirón de la crónica negra en España, con periódicos como “El caso” (1952-1997).

La cobertura poco ética que ciertos medios televisivos realizaron del caso Alcàsser (1992) marcó un punto de inflexión. La crónica negra quedó en parte desacreditada, acusada de excitar el morbo para buscar audiencia a toda costa.

  • Cartel de la miniserie de Netflix sobre el caso Alcàsser.

Actualmente el true crime suele respetar lo que Carles Porta llama la regla de las tres “r”: rigor, respeto y ritmo narrativo. Porta, pionero de este género en España, ha cosechado un gran éxito y premios con su serie “Crims”, emitida en Cataluña en TV3 y luego en toda España en Movistar+ con el título de “Crímenes”. “Lo que me mueve es la narración, contar buenos relatos, que en el mundo de la crónica negra abundan, con personajes muy potentes y tramas con grandes giros”, decía Porta en una entrevista a FARO hace un año.

Elena Neira, que ha seguido y recomienda “Crímenes”, destaca de ella el uso de recursos narrativos propios de la ficción (dramatización musical, reconstrucciones...) y el hilo conductor de la serie: la pregunta de por qué una persona mata a otra. “Va a las causas, a intentar comprender el monstruo, que yo creo que es el morbo que hace que los que nos gusta el true crime queramos verlo”, opina la investigadora, que enumera sus favoritos: el pódcast “Serial”, de la radio pública norteamericana, sobre un crimen real que sucedió a finales de los 90; la serie documental “Making a murderer”; y las españolas “El caso Alcàsser” y “Muerte en León”, además de la citada “Crims”.

Otro de los ganchos del género es el aviso previo de “historia basada en hechos reales”. Lo usaron los hermanos Coen en “Fargo” (1996), aunque en ese caso no era cierto. “Para que una ficción funcione tiene que tener dos elementos: uno, la suspensión de incredulidad; y dos, tiene que tener sentido –apunta Neira–. En el true crime la suspensión de incredulidad la puedes quitar de la ecuación, porque sabes que es un hecho real. Así, puedes llevar la historia mucho más allá de lo que te deja la ficción”, explica la investigadora.

  • Cartel de la miniserie de Netflix sobre la desaparición de la adolescente Marta del Castillo.

Estas historias nos reafirman cuando tienen finales tranquilizadores –cuando detienen a los malos–, pero tampoco es imprescindible un desenlace positivo para que enganchen. Ahí está, por ejemplo, la serie sobre Marta del Castillo, cuyos restos siguen sin aparecer. “En este caso es inevitable que digas que la justicia no funciona –comenta Elena Neira– No hay nada que genere una conexión más fuerte que la injusticia. El clímax llega cuando la justicia se produce; y cuando no se produce, tú te solidarizas con la historia”.

El auge del true crime parece no tener fin. Como explica la docente gallega, las plataformas de streaming se han dado cuenta de que, tanto las ficciones inspiradas en hechos reales como las series documentales de true crime, “tienen su nicho de consumo, funcionan muy bien y no suelen ser especialmente caras”. Lo apuntaba el periodista de sucesos Manu Marlasca en un reciente coloquio sobre el género: “Hace tiempo que dije que el true crime era una burbuja, pero esto sigue creciendo”.

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