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La cesta de la compra acumula su mayor alza de precios en Galicia en nueve años

La recolección y el transporte es la principal partida de los costes de explotación en la cadena de valor del aceite. Un mínimo de 0,3 euros por cada kilo y casi 3,2 de pico en función de la variedad y el formato, según el estudio del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación con los resultados de la campaña 2019-2020. En esa misma fase se facturan los trabajos de campo, los tratamientos fitosanitarios, la labor administrativa y el pago de los primeros impuestos. Y solo es el eslabón inicial. El proceso de extracción supuso unos 0,274 euros; el envasado fueron otros 0,47 euros; y 0,272 euros por la distribución comercial. Como en el cultivo, en todos esos pasos hay, entre otros gastos, personal técnico y de oficina, maquinaria, seguros, reparto y logística.

“Existe una influencia muy significativa entre la producción de la campaña y los costes de explotación y extracción, de tal modo que, en las campañas bajas o medias bajas como la de 2019-2020, los costes aumentan notablemente, sobre todo en las explotaciones olivareras tradicionales no mecanizables”, explica el análisis. El consumo récord de aceite en los hogares y la mayor exportación por la pandemia exprimieron la escasa cosecha con un fuerte aumento de los precios. Sin apenas stock en los almacenes a la espera de la nueva campaña que empezó con la recogida de la aceituna en octubre, la situación se mantiene este año, con el aceite entre los productos más inflacionistas en Galicia (31% de subida anual) en una cesta de la compra que no para de encarecerse.

Los precios de los alimentos y las bebidas no alcohólicas aumentaron en la comunidad un 2,3% entre enero y septiembre. Es el mayor incremento de los últimos nueve años, según los datos del Instituto Galego de Estatística (IGE). Solo subieron más en Cantabria (2,7%). La variación en el conjunto del Estado se sitúa en el 1,7%. Con este 2021 van ya doce años consecutivos en ascenso. ¿Cuánto cuesta llenar la nevera hoy? Un 17,8% más que en 2009, el ejercicio del estallido de la gran recesión financiera y el único de tregua en la racha alcista de la alimentación desde la entrada del euro. La alimentación acumuló en Galicia una inflación del 27% entre 2002 y 2008 tras el cambio de moneda.

La razón que explica el fuerte repunte de los alimentos este año no es muy diferente a los males que afectan al resto del tejido productivo. De hecho, las estanterías de los supermercados y las tiendas reflejan simplemente lo que está sucediendo en las muchas industrias y servicios de las que depende que un producto llegue hasta el consumidor. La ya famosa tormenta perfecta: una crisis de materias primas por la escasez de oferta y una demanda acelerada, los altísimos costes energéticos y el atasco del transporte mundial por la rápida recuperación tras los meses de atonía por culpa del coronavirus.

La industria agroalimentaria fue de los pocos motores de la economía que siguieron a tope en pleno confinamiento, usando las rutas del comercio internacional a pesar de las dificultades por los controles en el arranque de la pandemia. El tirón del consumo en casa compensó la agonía del canal Horeca, pero sometió al sector a una presión inédita para evitar el desabastecimiento. En los días previos a la declaración del primer estado de alarma sanitaria en España el 14 de marzo de 2020, la compra de alimentos en la región creció cerca del 35%. El repunte fue todavía mayor, un 47,1%, en la semana del 13 al 19 de abril, cuando el Gobierno decidió aprovechar los festivos de Semana Santa para hibernar la economía y dejar abiertos solo los negocios esenciales para contener la expansión del COVID-19.

Aunque a menor intensidad, la tendencia se mantuvo los meses siguientes por el teletrabajo, las limitaciones a los viajes y las restricciones intermitentes de aforo y horarios en la hostelería cada vez que aparecía una nueva ola. El año acabó en Galicia con un máximo histórico del gasto en alimentación: 4.900 millones de euros. De media, cada habitante de la comunidad desembolsó 200 euros más que en 2019.

El gasto medio en Galicia en alimentos bajó un 6,5% hasta agosto: 1.107 euros

El control de la pandemia ha permitido la resurrección de bares y restaurantes, que hasta agosto elevaron su facturación un 10% respecto al año pasado. Se consume más fuera. Eso y la reincorporación presencial a los centros de trabajo está provocando una caída de casi el 7% en el consumo per cápita en el hogar en Galicia, como recoge el último balance del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Pero el gasto no está disminuyendo al mismo ritmo (6,5%, hasta los 1.107 euros por persona durante los ocho primeros meses del año) porque la alimentación es más cara.

Entre los básicos de la despensa, el arroz es el producto que más se encareció hasta agosto en Galicia, prácticamente un 36%. No todos los tipos tienen la misma evolución. El precio del blanco, por ejemplo, descendió un 10%. El del normal, en cambio, aumentó un 15% y el de las variedades más selectas se disparó un 255%.

A continuación está el aceite. También hay diferencias importantes según el tipo. El de girasol subió un 40% y un 27,6% el de oliva, a consecuencia de los niveles actuales de cotización de los cereales. Le pasa lo mismo a las harinas, donde el incremento de precios en la comunidad este año es del 25,2%; y a las galletas (8,8%).

En el capítulo de los pescados, el coste de los frescos rebota un 4,4% y un 10,5% los congelados, que pasan por un proceso muy intensivo en consumo de energía. El incremento anual en la merluza supera el 20%. Dentro de las conservas, las de atún se encarecieron un 1,3%. El pollo es la carne más consumida en Galicia y una de las más inflacionista (13,9%), mientras que la ternera y el cerdo mantienen prácticamente los mismos precios: 0,4% y 0,3% de alza, respectivamente. Los zumos subieron un 17,1%, aunque la mayoría de frutas está en negativo, sobre todo las naranjas (-22,7%).

A pesar del coste de los cereales y de la electricidad, el precio del pan se abarató un 7%. Las legumbres bajaron un 13% y los vinos un 24%. No es el caso de otras bebidas alcohólicas, las espirituosas, donde, además del resto de factores que atenazan la economía, impacta la parálisis del negocio exterior en Reino Unido por culpa del Brexit. El precio del whisky en el último año aumentó un 13,4% y un 11,1% el de la ginebra. 

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