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Motor y alimentos coparon más de la mitad del negocio industrial de Galicia en 2020

Alimentación y automoción, los sectores que han salido reforzados de la pandemia FdV

Con un enemigo invisible a los ojos, desconocido y, además, tremendamente peligroso, la pandemia empezó sin que nadie pudiese saber cuánto duraría ni lo grave que llegó a ser. No había alternativa posible al confinamiento y a dejar abiertas solo las actividades estrictamente esenciales para frenar su expansión. Y el golpe fue tremendo para la economía, que todavía se estaba recuperando de las heridas provocadas por la doble recesión financiera que estalló en 2008.

Las ventas del sector mermaron un 7,5% por la pandemia, frente al 12% del conjunto del país gracias al buen comportamiento de la automoción y la resistencia de conserveras y lácteas

Las primeras estimaciones a mediados del pasado año recogían una caída del Producto Interior Bruto (PIB) superior al 10%, sin expectativas de volver a los niveles previos antes de finales de 2022. Pero pronto se extendió la idea de que esta vez el shock iba a ser muy diferente. “Más allá de su enorme magnitud en términos agregados, sin precedentes en la historia reciente, una característica muy destacable de esta crisis es la naturaleza asimétrica de su impacto por sectores y regiones”, como explica el Banco de España en su primer análisis sobre el impacto económico del COVID-19 en las empresas españolas. Galicia y, particularmente la industria de la comunidad, lo confirman, con la resistencia de la automoción y la alimentación. Juntas alcanzaron más de la mitad de todo el negocio industrial de 2020.

Aunque las restricciones afectaron más a otros sectores con mayor interacción social, la industria, incluso las fábricas que pudieron seguir abiertas para garantizar el abastecimiento a la población, sufrió también un cortocircuito de oferta y demanda por la ruptura de las cadenas logísticas hasta que se normalizó el transporte entre países y el parón en el consumo. La producción se desplomó en Galicia casi un 44% en abril y un 33% en mayo del año pasado.

La reapertura ayudó a contener las bajadas, pero las proyecciones para el resto de 2020 no eran demasiado buenas, especialmente para una de las joyas de la corona del sector en la región. “El Banco de España supone que las medidas de restricción de la oferta habrían provocado un cierre prácticamente total de la industria de fabricación de vehículos de motor, afectando en cambio a las restantes ramas manufactureras de forma solo indirecta, salvo en el periodo de suspensión de actividades no esenciales”, apuntaba Rafael Myro, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid, en un estudio sobre las repercusiones de la crisis del coronavirus en la industria publicado por Funcas tras la primera ola. No fue así. No en Galicia.

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Las ventas de la automoción de la comunidad rozaron los 7.700 millones de euros en 2020, un 21,5% más que antes de la pandemia, según la Encuesta industrial de productos que acaba de actualizar el Instituto Galego de Estatística (IGE). La facturación en vehículos superó los 4.500 millones; la de componentes, piezas y accesorios llegó a los 1.650 millones; y unos 129,5 millones vinieron de las carrocerías.

La meteórica reactivación de la actividad en Stellantis y la industria auxiliar –hasta que esta primavera se empezaron a notar los problemas por el cuello de botella en el mercado de los chips– compensó la falta de fuelle en la mayoría de manufacturas en Galicia. De hecho, el negocio de toda la industria en la región mermó un 7,5%, hasta los 28.997 millones de euros, mientras que el descenso en el conjunto del Estado fue del 12,5% (384.085 millones). Únicamente Aragón sufrió un menor recorte de las ventas de su industria, el 7%, y, a pesar de la caída, las ventas de la industria gallega se situaron muy por encima de los entre 25.000 y 26.000 millones de los peores años de la crisis anterior.

Lo que sí estaba claro desde casi el inicio de la pandemia es que a favor del sector en Galicia jugaba el relevante peso de la alimentación, cuya actividad “no se ve resentida”, señalaba el Foro Económico en su Informe de Coxuntura de mayo de 2020, con la previsión también de que los productos metálicos, el naval y el motor acabasen ese año “a las puertas de la recuperación”. La facturación de la industria alimentaria ascendió a 7.648 millones de euros, un 2,1% menos que en 2019, su año récord. Y eso que el canal de la hostelería se estranguló con los cierres.

El valor de la producción de las conserveras bajó solo un 1,5%, hasta los 3.083 millones de euros. El negocio de la leche rebotó un 6% (1.173 millones), animado por un saldo exportador récord hacia el resto de Europa y China, entre otros destinos; y un 2,9% el de las firmas de piensos animales (824 millones). La carne sí facturó menos, un 3,3%, concretamente (1.014 millones), al igual que las panaderías, donde la caída fue del 14% (256 millones). La rama de la fabricación de bebidas exprimió el canal retail para esquivar el agujero que dejaron los cierres y las limitaciones intermitentes en bares y restaurantes, pero, aún así, las ventas retrocedieron un 7,4% (882 millones).

La facturación de los carburantes se desplomó a la mitad

El metal completa el podio de las ventas de la industria gallega el pasado año, aunque con desigual evolución en la metalurgia, que cerró 2020 alrededor de los 1.700 millones de euros, un 19,4% menos, frente a la caída mucho más tenue (1,9%) de la fabricación de productos metálicos (1.601 millones). Las semanas sin salir de casa y los muchos después de veto a los traslados entre concellos y provincias dejaron el saldo del sector del coque y el refinado de petróleo, que trabaja básicamente para la elaboración de combustibles, en 1.412 millones, la mitad que el ejercicio anterior. La moda fue otra de las principales víctimas del parón del consumo. La confección de ropa facturó un 26% menos (981 millones) y la caída en la fabricación de calzado llegó al 29% (122 millones).

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