Greenfiber manejó siete ubicaciones para la celulosa y escogió el Ulla por su aporte de agua

Asegura que la captación en Portodemouros no superará el 2% de las aportaciones medias | Desde su puesta en marcha, tardará tres meses en producir lyocell | Contempla en el futuro una nave de reciclado de tejidos textiles

Plano con las distintasdependencias de la planta, en la que ya prevé la sala de reciclado de textiles.

Plano con las distintasdependencias de la planta, en la que ya prevé la sala de reciclado de textiles. / Cedida

Salomé Soutelo

Salomé Soutelo

Hace más de dos años, cuando la planta de celulosa y lyocell de Altri fue declarada Proyecto Industrial Estratégico en diciembre de 2022, obtuvo este respaldo unánime en el Parlamento porque el proyecto iba a ubicarse “preferentemente en la provincia de Lugo” y centrada en la producción de lyocell. Y así era: en la autorización ambiental integrada (AAI) del proyecto, la promotora, ahora Greenfiber, reconoce que analizó siete ubicaciones del centro y norte de Galicia, asociadas a grandes cuencas hidrológicas: Cervo (por el río Corvo); As Pontes (Eume); Alfoz (Ouro); Forcadas (Mera); Baamonde (por los ríos Ladra y Parga); Lugo (curso alto del Miño) y Palas de Rei (Ulla).

Las tres localidades lucenses de Alfoz, Baamonde y Cervo quedaron descartadas en una primera criba, igual que el embalse de As Forcadas, que abastece a la ría de Ferrol, porque el recurso de agua que ofrecen sería insuficiente para la fábrica, que precisa 46 millones de litros diarios para la industria. As Pontes se cayó de la lista por la “geomorfología complicada, con tramos del cauce encajonado” del Eume, como indica la AAI. Y el Miño, al ser un cauce internacional, requeriría más burocracia a la hora de tramitar concesiones de captación de agua y vertidos.

Tope de temperatura: 24 grados

Así que el Ulla se convirtió en la opción idónea para Greenfiber: puede aportar un caudal mínimo de 5 metros cúbicos por segundo y cuenta con terrenos al pie de la futura A-54, cuyo enlace en Remonde debería estar listo este año. El documento reconoce que el impacto de la actividad de la macrocelulosa en la hidrología “será continuo, permanente e irreversible; sin embargo, con medidas de mitigación y mejora continua, será compatible”. Admite también que al reducir la velocidad y el caudal, es posible que aumente la temperatura de las aguas del Ulla: en estudios de modelización 50 metros aguas abajo del punto de vertido, el agua marcó temperaturas de 18,3 ºC, y se calcula que el incremento término cuando funcione la celulosa será de 2 grados más. El tope de temperatura, según el Plan Hidrológico Galicia Costa, no puede superar los 24.

Funcionará día y noche

Sobre el impacto en el Ulla, añade que las detracciones (la captación para la fábrica) serán inferiores al 1% de las aportaciones medias de la masa de agua durante 9 meses al año, entre el 1 y el 2% en junio y julio, y de casi el 2% en agosto y septiembre. Como vemos, la fábrica funcionará 350 jornadas al año, y de día y de noche: habrá tres turnos en el área industrial, cada uno de ocho horas. Del Ulla precisará esos 46 millones de litros al día (46.000 m3) y de la traída municipal, 50.000 (50 m3).

Las obras de construcción durarán 36 meses, en los que empleará a hasta 4.800 personas, en los picos de construcción. A los 33 meses del arranque de los trabajos de edificación comenzará con la producción de celulosa, y tres meses después con la de lyocell. En esa primera fase saldrán del complejo de Palas 250.000 toneladas anuales de celulosa y 60.000 de lyocell, para las que se habrán usado, también por año, más de 1,2 millones de metros cúbicos de madera de eucalipto. Posteriormente, la relación de producción será de 400.000 toneladas de celulosa, 200.000 de lyocell, 31.500 de biomasa y 11.500 de yeso. La biomasa se empleará como fuente de energía en la propia planta, y el yeso, que resulta del tratamiento del efluente industrial, que a su vez son los residuos de todo el proceso, y que puede reciclarse dentro de la planta o por terceros.

Aunque no menciona la vida útil de la planta, el documento sí contempla ampliaciones en sus dotaciones, como una nave para el reciclado de fibras textiles procedentes de la recogida selectiva de ropa y que se emplearían en la planta de celulosa o de lyocell, así como la producción de biogás para consumo interno o el almacenamiento de hidrógeno líquido para regasificarlo y así poder descarbonizar la planta.

China, el mayor importador

Greenfiber indica que su proyecto para Palas “supera la mayor inversión acontecida en Galicia en las últimas décadas”, con 900 millones para la primera fase del proyecto, y recalca que la macrocelulosa incidirá de forma positiva en dos “subsectores de gran arraigo en Galicia, el forestal y el textil”. Pero también es cierto que a día de hoy China es el gran demandante de celulosa soluble, pues si en el año 2000 precisaba en torno a dos toneladas anuales de celulosa soluble, en 2030 comprará cerca de 10. La demanda de la UE se mantiene estable, en lo que llevamos de siglo, en torno al 1,5 millón de toneladas anuales.

Corredores verdes para reducir el impacto visual y el acústico

Greenfiber anuncia un plan de vigilancia ambiental presente durante la fase de construcción de obras y en el arranque de la actividad industrial, así como en la fase de desmantelamiento. Al cabo de tres años del arranque de esa actividad fabril, se revisará y se adoptarán si son precisas otras medidas, mientras que algunos impactos se evaluarán de forma continuada. La macrocelulosa estará a solo un kilómetro del castillo de Pambre y limita al oeste con la Serra do Careón, mientras que al Norte discurre el Camiño Francés. Así que para minimizar el impacto visual, creará cinturones verdes perimetrales, de al menos 30 metros de ancho, a base de herbáceas, arbustos y especies autóctonas como alisos, abedules o alcornoques. Esta vegetación tiene otra ventaja: aminora el impacto acústico de la actividad de la fábrica aunque según el documento el pueblo más cercano, Choren, que está a 1,9 kilómetros, el ruido sería inferior a los 24 decibelios, mientras que a solo un metro de las máquinas la cifra sube a los 84. Greenfiber contempla la colocación de cajas acústicas atenuantes de esta contaminación acústica.

Protesta en Agolada, el pasado 21 de marzo, ante la charla sobre la celulosa de Palas de Rei.

Protesta en Agolada, el pasado 21 de marzo, contra la celulosa de Palas de Rei. / BERNABE/JAVIER LALIN

Una encuesta a la que solo responden 13 de 69 interesados

Una empresa externa a Greenfiber remitió una encuesta a partes interesadas en este proyecto: Sogama, colectivos culturales de Palas, Antas, Monterroso y comarcas limítrofes; Alcaldía de Palas, diversos medios de comunicación o asociaciones empresariales y de comerciantes. De las 69 encuestas enviadas, solo 13 enviaron respuesta. La administración local alaba el impacto positivo en la generación de empleo, pero teme los problemas derivados del ruido y de aumento de tráfico. También denota que la celulosa impactará de forma positiva en el sector primario, el secundario y los servicios. Los colectivos alaban esa generación de empleo, pero alertan del incremento del consumo de agua. Son cuestiones de las que duda la Plataforma Por unha Ulloa Viva: la planta de Palas será 12 veces más grande de la que tiene Altri en Caima, en Portugal, y va a producir el triple de celulosa al año. Calcula que la macrocelulosa precisará 60.000 hectáreas de eucalipto cada 15 años, (son los ciclos de corta) que crecerá en un entorno de 100 kilómetros. Y eso a pesar de que el Plan Forestal de Galicia quiere reducir la presencia de eucalipto en un 5% en el horizonte de 2040.

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