Los cinco cambios del Celta de Giráldez que hubieran puesto de los nervios a Benítez

El partido en Sevilla deja entrever el principio de una revolución en el equipo celeste que ha provocado la reconexión con la afición

Los jugadores del Celta agradecen el apoyo de los aficionados desplazados a Sevilla

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Claudio Giráldez había avisado que iba a ser valiente, pero pocos imaginaban que tanto. Sobre todo después de que fuese el propio técnico del Celta de Vigo el encargado de rebajar las expectativas el día anterior del partido contra el Sevilla. "Es imposible cambiar de cero a diez de un día para otro y que todo salga perfecto", expuso el sábado en rueda de prensa. Pero fue terminar el encuentro del domingo y sentir que se había gestado una revolución. Una ruptura casi total con la propuesta de Rafa Benítez que comenzó con varias sorpresas en la alineación y terminó con una victoria importantísima, tanto por lo clasificatorio como por lo moral.

El Celta volvió a ser ese equipo con el que la afición se siente identificada. La cantera protagonista sobre el césped, la capacidad de ser propositivo, jugar al ataque en todo momento y no tener miedo al rival. Desde ayer, ese inestable lugar denominado "Twitter Celta" es un oasis de felicidad. Y eso que no todo salió bien. El Sevilla se adelantó aprovechando las dudas de la defensa viguesa y pudo haber hecho más daño si hubiesen tenido mejor puntería. También faltó ajustar la presión y el repliegue, pero es que el nuevo cuerpo técnico solo había tenido cuatro días para trabajar con la plantilla. Tiempo suficiente para ver cinco grandes cambios en el Celta de Giráldez respecto al de Benítez.

La revolución de Giráldez

  1. Galones a los canteranos. El entrenador de Porriño alineó a tres futbolistas con ficha del filial, el número máximo permitido. Dos de ellos, Carlos Domínguez y Hugo Sotelo, llevan en dinámica del primer equipo desde el inicio del curso. No era el caso de Hugo Álvarez, que pese a haber contado con algún minuto con Benítez nunca había sido titular. El canterano respondió a la confianza de Giráldez con un partido estelar. Para cerrar la fiesta de los chavales, en los minutos finales debutó el centrocampista Damián Rodríguez, que en esos instantes de absoluta tensión no acusó los nervios y jugó todos los balones con buen criterio. Parece que los canteranos que tan bien lo estaban haciendo en el Celta Fortuna sí que estaban preparados para Primera División.
  2. Ganar con tres defensas. La lesión de Manquillo antes de la media hora de encuentro obligó a Giráldez a tomar la decisión de mantener en el carril diestro a un jugador de corte defensivo o probar otra cosa. Optó por lo segundo. El Celta jugó dos tercios del partido con solo tres defensas sobre el césped: los centrales. El resto de la maquinaria estaba pensada para atacar y recuperar la pelota cerca del área del Sevilla. Durante muchos minutos, Unai Núñez, Carlos Domínguez y Óscar Mingueza fueron la única muralla delante de Vicente Guaita.
  3. La posesión como arma. El Celta finalizó el duelo con un 65% de posesión. Un dato que en los compases iniciales del choque llegó a superar el 80%. Juntar a gente con buen pie como Mingueza, Beltrán, Sotelo, Hugo Álvarez, Bamba o Aspas funcionó. De ser un equipo que renunciaba al balón y encomendaba su suerte al contragolpe a dominar al Sevilla en su campo. De sacarse la pelota de encima con pelotazos a empezar combinando desde atrás. El juego propositivo del Celta se tradujo en 18 disparos (7 más que el rival), 8 saques de esquina (5 más), dos goles y la victoria. "Han sido infinitamente mejores. La actitud no se negocia y la han tenido ellos", se pronunció Sergio Ramos al terminar. Con la apuesta por el talento de Claudio Giráldez el celtismo está un paso más cerca de volver a cantar aquello de "fútbol de salón".
  4. Ni un paso atrás. La línea defensiva adelantada era una seña de identidad del Celta Fortuna y todo apunta a que ahora lo va a ser también del primer equipo. Giráldez plantó un bloque alto en el Pizjuán con el objetivo de arrinconar al contrario en su campo. Aunque lo consiguió durante largas fases, los balones a la espalda de los centrales fueron un problema. Las carreras de Isaac Romero y Youssef En-Nesyri pusieron en jaque al Celta y de haber tenido más acierto de cara a puerta el desenlace de la jornada pudo haber sido bien distinto. Pero Giráldez afrontó esa contingencia sin miedo. Empató y siguió atacando. Se adelantó y más de lo mismo. En estas dos próximas semanas, aprovechando el parón de selecciones, tendrá más tiempo para inculcar nuevos automatismos defensivos al equipo que le protejan de las transiciones y del fútbol directo de los rivales.
  5. Defender el resultado con la pelota. Una de las principales lacras del Celta desde el comienzo del curso han sido los goles encajados en los tramos finales. Una auténtica sangría de puntos que castigó con crueldad al proyecto de Benítez. Pero con Claudio Giráldez se vio una manera distinta de afrontar esos momentos. El Celta, después del susto del penalti anulado por el VAR, se hizo con el balón e hizo todo lo posible por escondérselo al Sevilla. Lo que comunmente se llama jugar a las cuatro esquinas. Sabe Giráldez que mientras tenga la posesión, el rival no le va a marcar.