Parecido currículo; diferente talante

Benítez y Ancelotti comparten una gran carrera, pero difieren en su gestión de las críticas

Benítez y Ancelotti se saludan antes del partido en Balaídos.

Benítez y Ancelotti se saludan antes del partido en Balaídos. / José Lores

Rafa Benítez (Madrid, 1960) y Carlo Ancelotti (Reggiolo, Italia, 1959), los dos técnicos más laureados de LaLiga, vuelven a verse las caras este domingo en el Santiago Bernabéu. El entrenador del Celta y el técnico del Real Madrid comparten una carrera de casi tres décadas de éxitos en las principales ligas europeas. Los dos se han destacado por su inteligente gestión de los recursos, destreza táctica y capacidad para mejorar el rendimiento de sus jugadores, pero también por dotar a sus equipos de un estilo identificable, que acomodan a las características de los futbolistas que tienen a sus órdenes. El orden defensivo y la efectividad en ataque moldea su credo. El equilibrio entre ambos es la premisa esencial de su propuesta futbolística, con independencia del dibujo elegido o las piezas que sitúen sobre el tablero.

Benítez y Ancelotti se parecen en muchas cosas, pero se diferencian claramente en otras. Una de ellas es el talante con el que asumen las críticas cuando las cosas no les han ido bien o el público les echa en cara un mal planteamiento o una equivocada gestión de cambios. Mientras el italiano es firme partidario de la autocrítica en público, el madrileño tiende a eludirla. Ejemplos recientes no faltan.

Ancelotti es plenamente consciente de la máxima exigencia que comporta entrenar a un equipo como el Real Madrid y no necesita un mal partido para asumir sus errores. Con una mala actuación le basta, tal como ocurrió tras el empate del pasado miércoles en el Santiago Bernabéu contra el Leipzig en la Liga de Campeones. “Tenemos que mejorar, hacer autocrítica”, espetó Ancelotti, que confesó haberse “equivocado” en el planteamiento y en la alineación.

Los pitos del Bernabéu los asumió e incluso agradeció el técnico italiano, al que no duele en prendas admitir sus errores: “La crítica cuando es merecida, hay que aceptarla. Los pitos del final de la primera parte son merecidos. Tener un público exigente nos viene bien porque nos ha despertado. Ahora no pondría el mismo once”. Tampoco escatimó esfuerzos Ancelotti para situarse como el principal culpable de la mala imagen ofrecida por su equipo. “Hubiese cambiado hasta el entrenador del banquillo”, dijo refiriéndose a sí mismo.

No era la primera vez que el preparador blanco recurría a un discurso de este tipo. “El primer crítico soy yo mismo, el planteamiento del partido no fue bueno y tengo que asumir la responsabilidad. La crítica tienes que entenderla, justificarla y aprender porque a veces muchas críticas son justas y me hacen pensar más. Hay otras que son tonterías. La crítica está muy bien, es agradecida, la tontería no”, observaba tras perder en 2022 contra el PSG.

A Benítez le cuesta más poner en sí mismo el foco de las críticas. Es más, considera que el reconocimiento de los errores es, de puertas afuera, contraproducente y pone el acento en análisis interno de los errores del grupo. “Llevo escuchando lo de la autocrítica 30 años. Lo que tengo que hacer es analizar e intentar corregir. Seguro que me equivoco, pero a veces tus errores los arreglan los jugadores y, a veces, no. La manida teoría de la autocrítica es populismo, la hacemos de puerta hacia dentro”, recalcaba tras la derrota encajada en Balaídos frente al Girona.

Los pitos de la grada (frecuentes y bastante generalizados desde hace varias jornadas) son más una molestia y un freno para el equipo y no calibran en su opinión el sentir general de la hinchada. “La grada es muy genérico. A lo mejor hay 5 personas, 500 personas, 5.000. Yo soy entrenador profesional, conozco mis jugadores y hago los cambios que creo que tengo que hacer para que el equipo gane. Punto”, zanjó tras el duelo contra los de Míchel cuando Balaídos le pitó por primera vez. En otras ocasiones el preparador madrileño ha apelado a la “unidad” del celtismo y ha pedido no desperdiciar esfuerzos cuando Balaídos ha pedido su cabeza. La última vez tras ganar al Almería: “La prioridad es el Celta y tenemos que estar unidos para apoyar al Celta y apoyar a los jugadores en el campo. Para mí es la clave. Quedan once partidos y tenemos que seguir unidos, que es la mejor manera de conseguir los objetivos”.

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