CELTA 0 - 1 GIRONA

El Celta completa una semana negra

Los vigueses pierden ante el Girona un partido en el que pagaron su salida contemplativa y fallaron las ocasiones que tuvieron

J. C. A.

Hubo mejores semanas en la historia del Celta. Unos días después de despedirse de la Copa del Rey los vigueses hacen más grande la amenaza del descenso tras perder en Balaídos ante un Girona que anotó un gol a los veinte minutos y luego se dedicaron a gestionar esa ventaja ante un equipo voluntarioso, pero falto de juego y de ideas.

Una vez más al Celta le penalizó su versión contemplativa, esa con la que suele entrar en los partidos. Decidió esperar al Girona confiado en que cualquier robo podría traducirlo en un ataque esperanzador, pero el problema fue quitarle el balón al equipo de Michel que tiene paciencia, jugadores y atrevimiento para generar situaciones de peligro. Y a los veinte minutos llegó el castigo por medio de Portu en una jugada en la que Starfelt se comió un balón que pedía otra solución. Era lo esperado teniendo en cuenta que poco antes Guaita ya había intervenido con acierto para evitar el 0-1 de Dovyk. 

El gol cambió muchas cosas, sobre todo la mentalidad del Celta que dio el esperado paso adelante. El alma que le faltó en el encuentro del martes en la Copa del Rey pareció recuperarlo de golpe. Porque los vigueses fueron a las disputas con la intensidad necesaria para robar y correr. Fue otro partido, los mejores minutos de los vigueses que durante más de un cuarto de hora sometieron al Girona y disfrutaron de importantes ocasiones con ese trío de delanteros que por primera coincidían juntos (Iago, Douvikas y Larsen). Mingueza obligó a Gazzaniga a hacer una gran ocasión, Larsen remató al palo, Douvikas falló al regatear al portero catalán en un mano a mano y el griego tuvo como postre la más clara en un fallo de la defensa que le dejó frente al portero. Con todo el tiempo del mundo para pensar, con metros para acercarse en busca de un remate más fiable, Douvikas se fio de su instinto y colocó el balón mansamente en las manos de Gazzaniga. Fue el mejor momento de un Celta que llegó tuvo al Girona contra las cuerdas y le dejó vivo.

En el destino del partido tuvo sus consecuencias el final del primer tiempo. Porque el Celta ya no fue el mismo. El Girona tampoco. Ajustaron mejor los de Michel su posición ante el cuadro vigués que poco a poco fue bajando la intensidad y aumento su ansiedad.

Gazzaniga dejó de aparecer y el partido estaba cada vez más cerca del Girona que no generaba ocasiones, pero controlaba la escena. Benítez buscó alguna solución pero sin renunciar a su línea defensiva y la entrada de Jailson y de Ristic supuso un pequeño cambio de cromos que no tenía especial significado. La entrada de Miguel Rodríguez le dio al Celta un poco más de energía, pero poco más. No se dejaron ir los vigueses que lo intentaron y acabaron el partido obligando a Gazzaniga a sacar los puños. Pero es un triste consuelo.