Quién le iba a decir al celtismo que la mejor fiesta en Balaídos en lo que va de año iba a ser durante un partido de Primera Federación. El público que llenó las gradas este domingo de Reconquista el municipal vigués vibró con el apasionante derbi del Celta B contra el Deportivo de la Coruña y estalló con el golazo de Javi Gómez que dio la victoria al filial en este singular derbi contra el eterno rival. Los de Onésimo Sánchez vuelven a sacar los colores a los herculinos. La segunda vez que sucede en dos años. El curso pasado en Riazor y hoy en Balaídos. Aquella tarde Alfon fue el héore. Hoy fue el turno de Javi Gómez. Un triunfo que aleja a los coruñeses de su aspiración de conseguir el ascenso directo y que certifica al Celta B como un firme candidato a jugar el 'play-off' por subir a Segunda.

El encuentro se vivió y se jugó como un derbi, aunque muchos no lo quisieran ver así en las jornadas previas. El ambiente enrarecido que dejaron las cargas policiales por la pelea entre los ultras de ambos equipos en los alrededores del estadio se tornó en hermanamiento cuando antes del pitido final sonó el himno gallego. Una confraternización que duró lo que tardó la pelota en echar a rodar. El partido se jugó con la intensidad acorde a un duelo en lo alto de la clasificación entre dos rivales históricos. Ambos contendientes no se dejaron nada en el banquillo y pronto comenzaron las hostilidades.

Golpeó primero el Celta B. Una jugada que fue de izquierda a derecha acabó a los doce minutos en las botas de Alfon en el costado del área. El atacante celeste levantó la cabeza y puso un envío medido para la llegada de Fabrício, que le ganó la partida a su marcador y batió a Mackay por bajo. Un gol que espoleó a los visitantes todavía más. El Deportivo provocó muchos problemas en el primer tiempo por su sector izquierdo, donde asomaba Soriano y por donde corría su lateral zurdo Héctor Hernández. Así llegaron sus ocasiones, las mejores en botas de Quiles, pero siempre se encontraron con las manoplas de un acertado Gaizka Campos.

Tras el descanso el ritmo no decayó. Un centro de Miguel Rodríguez que se paseó sobre la línea de la portería a punto estuvo de costarle otro gol al Dépor, al igual que un remate fallido de Fabrício, pero a quien se le empezaron a acumular los problemas fue a la escuadra viguesa con las lesiones. Primero el capitán Diego Pampín y más tarde Miguel Rodríguez. Era el minuto 69 y Onésimo ya había agotado los cambios. Un minuto antes, en un penalti claro de Carlos Domínguez sobre William de Camargo, Quiles había empatado. Los jugadores del Deportivo reclamaron la segunda tarjeta amarilla para el zaguero celeste en esa jugada.

Pero en un derbi nunca está nada escrito hasta que el árbitro pita. A falta de 20 minutos para el final Quiles se fue al suelo dentro del área tras una salida de Campos. El árbitro vio claro el piscinazo. Segunda amarilla y a la calle. Al Celta iba a jugar el buen trecho que restaba con un futbolista más. Y lo hizo asediando. Con Iker Losada, Javi Gómez y Lautaro de León como renovado tridente de ataque. Su empuje tuvo premio a falta de dos minutos. Javi Gómez recibió de espaldas en la frontal, se giró y soltó un tremendo latigazo con la izquierda a la escuadra de Ian Mackay. Golazo y delirio en Balaídos, que tuvo que contener el aliento hasta el último segundo de la prolongación en la que el portero del Dépor remató un saque de esquina a las manos de Campos.

Con el final del partido, varias centenas de aficionados del Celta invadieron el campo y se encaminaron al sector de la afición deportivista para lanzarles unos cuantos reproches. Un espectáculo que empañó lo que tendría que haber sido un fin de fiesta por todo lo alto y sin embargo terminó con los policías antidisturbios dispersando a los hinchas.