El Municipal de Barreiro vivió un encuentro que permanecerá durante mucho tiempo grabado en la memoria de los aficionados célticos. Pero lo hará más por el morbo de haber visto al eterno rival, el Deportivo, pasar por el purgatorio de tener que medirse al filial en el modesto campo vigués que por el resultado del partido. Porque el Celta B, que ya había dado una enorme alegría a sus aficionados con la victoria de la primera vuelta en Riazor (1-2), no pudo completar la fiesta y repetir un triunfo que, además, habría supuesto prácticamente su clasificación para pelear por el ascenso a Segunda.

Un gol de Miku cuando más cómodo se encontraba el conjunto de Onésimo y empezaba a inquietar la portería de Lucho, unido a un innecesario penalti en la prolongación del primer tiempo, complicaron mucho las cosas a un conjunto vigués que no fue capaz de reengancharse al encuentro en la segunda mitad ante un rival muy motivado y que con este triunfo guarda una remotísima posibilidad de una carambola en la última jornada que le permita acceder al play off de ascenso.

Mientras, el filial céltico tendrá que esperar a conocer los resultados de los dos partidos que tiene pendientes el Racing de Ferrol ante el Coruxo y el Guijuelo. En caso de que los departamentales no ganen ambos compromisos, los vigueses seguirán dependiendo de sí mismos en esa última jornada para mantener vivo el sueño del ascenso.

Mujaid trata de sujetar a Manu Justo. FDV

Con la novedad de la presencia de trescientos afortunados en las gradas de Barreiro y muchos más aficionados que se no pudieron entrar al campo pero se acercaron igualmente para dar la “bienvenida” al eterno rival, el choque dejaba también muchas variaciones en el conjunto local por las numerosas ausencias de jugadores fijos en el once inicial.

De hecho, la principal noticia se confirmaba al empezar a rodar el balón. Onésimo optaba por un esquema con tres centrales (Lucas, Markel y Carlos), dejando las bandas para Carreira y Bruninho. Barri, Solís y Jordan, repescado para este choque por las múltiples bajas, se repartían el mediocampo, con Manu Justo y Lautaro como referencias ofensivas.

Sin embargo, desde el saque inicial quiso dejar claro el Deportivo que no acudía a Barreiro a hacer turismo y que quería un triunfo que le alejase definitivamente de la pesadilla del descenso. Así, Miku, que acabaría siendo el gran protagonista por sus tres tantos, los primeros de la campaña, daba el primer toque de atención con un disparo al lateral de la red apenas unos segundos después del saque de centro.

El conjunto herculino presionaba muy arriba y el Celta B no se encontraba cómodo, incapaz de desplegar su habitual juego combinativo. El balón apenas encontraba a Jordan, Barri y Solís con lo que los tres centrales célticos tenían que recurrir con excesiva frecuencia a los envíos en largo que Lautaro intentaba pelear sin éxito.

Pese a todo, Carreira y sus internadas por la banda derecha son casi siempre sinónimo de peligro para la portería rival y con el paso de los minutos el Celta B recordó esta vía para aliviar sus problemas ofensivos. Su primer envío al área no encontró rematador por la inoportuna aparición de Héctor Hernández para despejar a córner. En el segundo, Lautaro, que poco antes había recuperado un balón en zona peligrosa aunque su disparo se encontró con un defensa, picó demasiado su cabezazo y la pelota acabó mansamente en las manos de Lucho García.

Eran los mejores minutos de un Celta B que empezaba a carburar. Hasta que Bergantiños apareció para abortar un intento de ataque vigués y colocar con un medido pase en profundidad a la carrera de Keko, que puso un centro al segundo palo para que Miku firmase el 0-1.

Remate al palo

El conjunto de Onésimo pareció digerir bien el golpe recibido y pudo haber equilibrado de nuevo el partido apenas cuatro minutos después. Sin embargo, el potente remate de Solís en un saque de esquina se estrelló en el palo cuando Lucho García no podía hacer nada ya para evitar el empate.

También pudo llegar la igualada en otro servicio de Carreira que Justo ya se preparaba a enviar al fondo de la red cuando Mujaid apareció para despejar a córner. O en una buena acción individual de Jordan que acabó igual en saque de esquina tras tropezar su disparo en un defensor.

Pero cuando todo el mundo pensaba ya en el descanso, otro balón de Bergantiños para la carrera de Keko acabó con Lucas desplazando al deportivista y el colegiado señalando un penalti que Miku no perdonó.

El 0-2 era claramente un excesivo castigo y complicaba mucho las cosas de cara. Onésimo aprovechó el descanso para hacer un doble cambio colocando a Losada y Pampín en el campo por Bruninho y Barri. La variación no era sólo de nombres si no que suponía volver a un dibujo más habitual, con defensa de cuatro y Markel recuperando su puesto en mediocampo.

Sin embargo, la apuesta no acababa de dar los frutos esperados a pesar de que un centro de Losada desde la izquierda a los cinco minutos al que no llegó por poco Solís pudo haber cambiado el panorama de la segunda parte. Porque el Deportivo se encontraba cómodo. No sufría ante un Celta B sin profundidad y, además, daba muestras de peligro cada vez que podía.

Así, Raí perdonó el tanto que podía cerrar definitivamente el partido con un cabezazo demasiado alto en inmejorable posición. Aunque sí acertó el brasileño poco después a ceder un balón a Miku tras otro gran pase de Bergantiños. El venezolano, con un potente disparo, selló su “hat trick” y acabó prematuramente con cualquier opción céltica de remontada.