Una céntrica calle de Vilagarcía que genera controversia

El comercio de proximidad sufre seis meses de obras en los que ha disminuido el consumo

La calle Arzobispo Lago con las obras finalizadas  | // I. ABELLA

La calle Arzobispo Lago con las obras finalizadas | // I. ABELLA / ADRIÁN GODAR

Adrián Godar

El pasado mes de febrero finalizaron las obras para la peatonalización de la calle Arzobispo Lago con un importe que superó los 550.000 euros, y que se completará con la reforma de la calle de Conde Vallellano para el próximo 2024.

La humanización de la calle ha satisfecho a los vilagarcianos que, después de seis meses de complicaciones hasta finalizar el proyecto, ven como la céntrica calzada es cómoda, accesible y cumple con todo tipo de prestaciones para caminar sin esperar un traspiés.

Carmen García, vilagarciana de 76 años, celebra este notable cambio a pesar de la añoranza que le produce la calle anterior: “Nos da pena, ya que jugábamos desde muy pequeños ahí. Es cierto que esta peatonalización era necesaria, especialmente para las personas de mayor edad”. La mejora ha permitido un mayor tránsito de personas. “Se ve más movimiento y eso permite que los pequeños comercios puedan subsistir a pesar de lo mal que lo están pasando”, subraya.

Una empleada de Panadería Alonso a las puertas del local  | // I. ABELLA

Una empleada de Panadería Alonso a las puertas del local | // I. ABELLA / ADRIÁN GODAR

En esta misma línea se muestra Sergio Llovo, de 89 años y abuelo de María Llovo, arquitecta que participó en el diseño de la reciente obra. “!Soy su abuelo cómo no me va a gustar la peatonalización!”, espeta con una sonrisa. “A mí me aporta muchísima comodidad. Hace un momento estaba sentado en un banco tomando el sol, algo que no podía hacer anteriormente. Esta calle era horrible, tropezaba continuamente y ahora cuando finalicen las obras de Conde Vallellano, podré pasear con total tranquilidad y sin riesgo de una lesión”, afirma ilusionado.

Y es que, Sergio Llovo ha crecido viendo los diferentes cambios que ha sufrido la vía a lo largo de los años. Un lugar en el que su padre regentaba Almacén Llovo. “El cambio me genera mucha nostalgia, porque viví desde muy pequeño aquí. Sé cómo era esto, pero se necesitaba este cambio, sobre todo para facilitar el día a día de las personas mayores”, indica.

Sin embargo, esta modernización ha generado problemas derivados de esta actuación. “Lo malo de todo esto es que los taxistas tienen que dar más vueltas para poder recoger a los clientes. Yo no conduzco, y en ese sentido no me afecta, pero veo cómo es más complicado para ellos”, lamenta.

El gran damnificado

A pesar de que los ciudadanos dan el beneplácito a esta humanización, las empresas ubicadas en Arzobispo Lago suman un nuevo revés a problemas como la inflación, las compras en portales digitales o la falta de suministros. La carencia de aparcamientos en la céntrica vía ha supuesto un duro golpe para el comercio de proximidad, que busca reponerse con la mayor afluencia de viandantes desde el pasado mes de febrero, momento en el que concluyó la remodelación.

Carlos Rodríguez es el propietario de la Panadería Alonso, un establecimiento que tiene nueve empleados y que, junto a ellos, ha sufrido la incertidumbre de no saber qué iba a ocurrir durante estos seis meses. “Llevábamos ese periodo de tiempo con una calle cortada, que únicamente tenía una señal. Sufrimos unas obras desde el pasado mes de agosto muy duras con accesos para una sola persona”, denuncia el gerente de la panadería.

"Con las obras realizadas hay más paso de gente, pero son los clientes que venían antes"

Y es que, a pesar de la finalización de la nueva vía, el daño sufrido ha sido casi irreparable. “Con las obras realizadas hay más paso de gente, pero son los clientes que venían antes. Se echa mucho de menos a personas que compraban el pan de parroquias como Vilaxoán, O Carril o Fontecarmoa, los cuáles tienen difícil acceso al centro al ser personas mayores que venían en sus vehículos, pero que ahora no tienen aparcamientos cerca del centro de Vilagarcía de Arousa. Notamos que esa gente falta”, remarca Carlos Rodríguez apenado por esta complicada situación que viven tanto él como los locales vecinos.

A pesar de estos contratiempos, celebra que su negocio mantenga “una buena salud” a diferencia de otros comercios que han tenido que cesar su actividad durante estos últimos años. Algo que no evita que mire al pasado con desolación y resignación debido a todos estos quebraderos de cabeza que no cesan. “Este tiempo ha sido bastante complicado. En la panadería somos nueve personas trabajando y, gracias a Dios, se pudieron mantener a todos los empleados. Han sido muchas noches sin dormir y con bastante miedo de ver la facturación diaria”, sentencia.

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