La masificación en las playas de A Illa se convierte en una amenaza para los bancos marisqueros

Cartel de “Prohibido mariscar” en una playa de A Illa de Arousa.

Cartel de “Prohibido mariscar” en una playa de A Illa de Arousa. / Iñaki Abella

A. G.

Un turismo masivo no siempre es beneficioso. Que se lo pregunten a las mariscadoras de A Illa de Arousa que ven como la presión de los bañistas sobre casi todos sus arenales se ha convertido en un verdadero problema para su trabajo, al reducir de forma considerable la producción de algunas de esas playas. Maricarmen Dios Castro, responsable del marisqueo a pie de la Cofradía de A Illa, reconoce que la situación está comenzando a ser muy preocupante para el sector tras localizar como “hay zonas que ya no producen como antes, o incluso, directamente no producen, debido a la tunda que reciben cada verano, con miles de pies caminando por encima del banco marisquero”.

Esta situación se viene arrastrando desde hace años, pero en los últimos tiempos se ha incrementado de forma notable, y lo que es más preocupante, se ha extendido a prácticamente todas las playas de A Illa. “Antes, las zonas que más sufrían eran O Bao y Xastelas, mientras playas como Riasón -donde la cofradía cuenta con un vivero-, Os Taráis o Sapeira apenas tenían bañistas locales, pero ahora es tal la cantidad de personas que acuden a nuestras playas que el problema se ha extendido a casi todas ellas”, epxlica.

Dios Castro no está en contra del turismo, un sector económico muy importante para el municipio, pero sí cree que debería abrirse un debate entre todos los sectores implicados y la administración para decidir “qué es lo que hacemos, porque no puede crecer el turismo a costa de que las mariscadoras salgamos perjudicadas y perdamos los pocos ingresos que tenemos”. La responsable de las mariscadoras apunta que “nadie en su sano juicio soltaría a una multitud en una finca en la que se cultivan patatas , pero esto si que ocurre con los bancos marisqueros, que son un cultivo que nosotras cuidamos durante todo el año, pero nuestro trabajo se acaba escapando en cuestión de dos meses”.

Las mariscadoras detectan una caída de la producción en arenales que “sufren” una presencia excesiva de bañistas en verano

Insiste en la necesidad de abrir un debate serio sobre la convivencia entre turismo y marisqueo en A Illa, en la que se busquen iniciativas que permitan a los dos sectores continuar con su actividad sin que eso suponga “un daño irreparable, o incluso, la muerte del otro; creo que las dos actividades podemos convivir perfectamente, pero debemos buscar una solución ante el daño que estamos padeciendo y que supone a las mariscadoras perder ingresos muy importantes cada año al quedar algunas playas totalmente arrasadas y donde el marisco tarda años en desarrollarse”.

Furtivos de bañador, la plaga que no cesa

Mención especial merece una plaga con la que se enfrentan desde hace años las mariscadoras de A Illa y que no se consigue erradicar, la de los furtivos de bañador. Desde hace años, las mariscadoras se ven obligadas a organizar cuadrillas de vigilancia en las playas para evitar que los turistas se lleven su trabajo. Eso les ha provocado más de un incidente con denuncias cruzadas. Este año, se han instalado en las playas una serie de carteles en los que se advierte de que está prohibido retirar marisco, e incluso, figura el número de teléfono de los vigilantes para alertar de esta situación. Sin embargo, el problema “no cesa y no es por falta de información, es porque no les sale de las narices, hay personas que no quieren entender que un banco marisquero está ahí porque lo cuidamos con mucho esfuerzo y se dedica a cargar bolsas en el maletero con marisco”.

Al igual que otros años, han sido varios los encontronazos en las playas tras sorprender a algún bañista escondiendo marisco. Los más sonados fueron dos. El primero de ellos ocurrió en julio, en las inmediaciones del Igafa, cuando se sorprendió a un turista que escondía las almejas en un paquete de Pringles. El segundo ocurrió esta misma semana, cuando los vigilantes tuvieron que perseguir a varios turistas en Areoso, identificando a uno de ellos con 1,9 kilos de almeja. En ambos casos, los vigilantes abrieron un expediente que remitieron a Mar para que sancione a los infractores.

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