Día Mundial del Párkinson

Párkinson: la enfermedad de las mil caras que tarda en dar la cara

Se investigan síntomas y marcadores tempranos para detectar de forma precoz el párkinson, la dolencia neurológica que más aumenta

Un paciente participa en un estudio sobre párkinson y ejercicio físico.

Un paciente participa en un estudio sobre párkinson y ejercicio físico. / FdV

Rafa López

Rafa López

Es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente, después del alzhéimer, y la enfermedad neurológica que más aumenta en prevalencia, mortalidad y discapacidad en el mundo. Hoy se celebra el Día Mundial del Párkinson, fijado el 11 de abril por ser la fecha de nacimiento del neurólogo británico James Parkinson (1755-1824), descubridor de la enfermedad. En España afecta a 150.000 personas (unas 6.000 en Galicia), aunque se prevé que el número de afectados se triplicará en España en 2050. Suele manifestarse por la llamada triada clínica: temblor, rigidez y dificultad de movimientos, aunque los síntomas son muy diversos, por eso tiene el sobrenombre de “enfermedad de las mil caras”. Al igual que ocurre con el alzhéimer, se investigan síntomas y marcadores tempranos que permitan su detección precoz, ya que cuando los síntomas se hacen evidentes ya se han destruido gran parte de las neuronas del cerebro que producen dopamina, el problema que origina la enfermedad.

Estreñimiento, trastornos del sueño, falta de olfato, problemas en la deglución, cambios en el cerebro o en la microbiota... Múltiples estudios buscan pistas que indiquen que el párkinson va a dar la cara años después, pero todavía se está lejos de hallar marcadores claros. José María Prieto, jefe del servicio de Neurología del Centro Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS), señala que algunos enfermos de párkinson sí refieren haber tenido trastornos en el olfato o en el ritmo intestinal. “Se sabe que hay algunos de estos síntomas vegetativos que preceden a los síntomas fundamentales de la enfermedad de Parkinson”, señala, aunque advierte que no se puede generar alarma y diagnosticar la enfermedad a quien tenga –por ejemplo– estreñimiento crónico y dificultades olfativas.

Conocer las señales precoces del párkinson sería útil en un sentido científico, porque ayudaría a descubrir sus causas, aún desconocidas, pero no está claro que sea bueno para los pacientes. Por desgracia, no existen intervenciones que modifiquen el curso de la enfermedad y los tratamientos actuales solo atenúan los síntomas. ¿De qué le serviría a una persona saber que va a tener párkinson dentro de unos años? Podría adoptar hábitos saludables, como el ejercicio, una dieta saludable y la eliminación de tabaco y alcohol, pero poco más.

Síndrome de Parkinson

“No sabemos cuál es la causa del párkinson. Hay parkinsonismos hereditarios que son muy infrecuentes. Pero habitualmente, la causa, salvo que sea farmacológica, no podemos prevenirla”, subraya José María Prieto. El especialista se refiere a los pacientes que desarrollan “síndrome de Parkinson”, que es diferente a la enfermedad de Parkinson: “Son unos síntomas muy parecidos al párkinson, pero debidos a una causa traumática, vascular o farmacológica –explica–. Hay muchos fármacos que pueden provocar, cuando se utilizan de una manera muy continuada, síntomas parecidos al párkinson: temblor, rigidez, torpeza para moverse...”. Entre ellos, Prieto cita fármacos que se utilizan como antieméticos (para los vómitos), para el vértigo, y los neurolépticos, que se utilizan para los trastornos de conducta. “Cuando se retira el fármaco, los pacientes normalmente mejoran”, aclara.

¿Cuáles son los síntomas que llevan a los pacientes al neurólogo? “Normalmente es el temblor, la rigidez, dificultad para girarse en la cama, torpeza para moverse y vestirse... te cuentan que han envejecido de una manera rápida y lo atribuyen a los huesos o a la artrosis. Y resulta que cuando los ves es claramente un párkinson”, comenta

“Trastornos de la marcha, como arrastrar los pies o dar pasos más cortos de lo habitual; escribir con letra muy pequeña, o tener dificultad para hacer maniobras finas, como abrocharse los botones o cortar la comida, son síntomas que deberían alarmar al paciente, a la familia o al médico de cabecera, para sospechar la posibilidad de que estemos ante un párkinson. Bien sea el síndrome o la enfermedad”, añade.

Si bien se está lejos de curar el párkinson, cada vez se ha avanzado más en tratamientos que prolongan la esperanza de vida de los pacientes, que se sitúa prácticamente hasta el nivel de la población normal. Han mejorado mucho su calidad de vida. “Y desde hace 15 o 20 años se pueden hacer incluso intervenciones quirúrgicas con estimuladores que permiten no usar dosis plenas de L-Dopa [también conocida como levodopa], que es el fármaco clave para el párkinson, sino reducir la dosis”, señala Prieto.

En cualquier caso, recalca, el párkinson es una enfermedad evolutiva en el tiempo, progresiva. “Puedes corregir el síntoma, pero no vas a corregir el progreso del párkinson”, recuerda.

Incremento de prevalencia

Según datos revelados ayer por la Sociedad Española de Neurología (SEN), en los últimos 20 años la carga de la enfermedad de Parkinson (medida en los años de discapacidad que provoca en el conjunto de la población mundial) ha aumentado en más de un 80%, y el número de fallecimientos se ha duplicado.

Debido al progresivo envejecimiento de la población, el número de afectados llegará a triplicarse en los próximos 25 años. La incidencia de párkinson aumenta con la edad (afecta al 2% de la población mayor de 65 años y al 4% de los mayores de 80 años), pero esto no significa que sea exclusiva de la vejez: un 15% de los casos se producen en personas menores de 50 años. Incluso se pueden dar casos –raros, eso sí– en niños y adolescentes: es lo que se denomina enfermedad de Parkinson de inicio temprano.

“Aunque aún desconocemos la causa exacta de su origen, cada vez se encuentran más evidencias de que puede ser el resultado de una combinación de factores ambientales en personas genéticamente predispuestas”, señala el doctor Álvaro Sánchez Ferro, coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la Sociedad Española de Neurología.

Junto a los factores de riesgo genéticos, factores ambientales que también parecen predisponer a desarrollar la enfermedad son la exposición a pesticidas, disolventes industriales o contaminación atmosférica, entre otros.

No existen fármacos que cambien el curso de la dolencia

Como señala la Sociedad Española de Neurología, el párkinson es una enfermedad crónica y progresiva caracterizada por una reducción gradual de la capacidad del cerebro para producir un neurotransmisor (la dopamina) en el área que controla, entre otros aspectos, el movimiento y el equilibrio. Son también muy comunes otros síntomas no motores, como la pérdida del sentido del olfato, cambios en el estado de ánimo, depresión, alteraciones del sueño o incluso degeneración cognitiva.

No existen intervenciones médicas que puedan modificar el curso de la enfermedad de Parkinson. Todos los tratamientos actuales se enfocan a los síntomas, pero aún no se ha validado ninguno para detener o retardar la progresión de la enfermedad. Uno de los fármacos que ha mostrado cierta promesa para detener la progresión del párkinson es la lixisenatida, de la familia del ozempic, el ya famoso fármaco contra la diabetes y la obesidad. “Somos cautelosos. Hay una larga historia de intentar diferentes cosas en el párkinson que no funcionaron”, ha declarado a “Nature” el neurólogo estadounidense David Standaert.

También muy cauteloso y nada partidario de dar falsas esperenzas es el neurólogo gallego José María Prieto. “Fármacos en experimentación hay varios, muchos de ellos todavía en una fase muy inicial de los ensayos clínicos”, subraya. Prieto avanza que a finales de este mes la Sociedad Gallega de Neurología presentará en Santiago una forma subcutánea de administración del fármaco duodopa, que se actualmente utiliza en infusión en el duodeno. La administración subcutánea, por inyección, evitaría al paciente recibir la medicación por sonda nasogástrica.

En cuanto al IFU, el innovador tratamiento por ultrasonidos disponible en Santiago por la sanidad pública gallega, José Mª Prieto dice que se están tratando sobre todo los hemipárkinson: los párkinson donde hay un predominio de un lado del cuerpo, sobre todo si ese predominio es en el lado dominante del cerebro, el de la mano dominante. “Ahí los resultados son buenos, pero no tan espectaculares como en el temblor esencial”, precisa el neurólogo.

El párkinson, en cuatro puntos

  1. Incremento de incidencia

    El párkinson afecta en España a 150.000 personas, aunque el número de afectados se triplicará en nuestro país en 2050.

  2. Diagnóstico tardío

    Se estima que más del 50% de las personas que han comenzado a tener sus síntomas están aún sin diagnosticar.

  3. Predominio masculino

    La incidencia y prevalencia de la enfermedad es entre 1,5 y 2 veces mayor en hombres que en mujeres y su debut es más temprano en ellos.

  4. También en jóvenes

    Es una patología asociada al envejecimiento pero no es exclusiva de gente mayor: el 15 por ciento de los casos se diagnostican en menores de 45 años.

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