Javier Holgado: “Intentamos huir de esos detectives fríos y atormentados”

“Nos gusta el género policiaco, pero humano,con esa otra faceta familiar del policía”, añadió Susana López Rubio, coautora de “El asesino de los caramelos violeta”

Desde la iz., Susana
López Rubio, Javier 
Holgado e Inma 
López Silva, en el 
Club FARO.  | //RICARDO 
GROBAS

Desde la iz., Susana López Rubio, Javier Holgado e Inma López Silva, en el Club FARO. | //RICARDO GROBAS / ágatha de santos

“El género policiaco es muy atrayente porque a la vez es muy localista y muy universal. Un ejemplo aquí en Vigo es Leo Caldas, del que somos auténticos fans”. Así se refirió ayer el guionista y escritor Javier Holgado al personaje del escritor vigués Domingo Villar. Esta dualidad puede parecer al principio paradójica, pero lo cierto es que el thriller muestra que el crimen convive con lo cotidiano en cualquier parte del planeta.

Javier Holgado y Susana López Rubio, autores al alimón de “El asesino de los caramelos de violeta” (Espasa) huyen de lo truculento y apuestan por esa cotidianidad en esta novela policiaca, que dibuja un mosaico de personajes y de subtramas ajenas a la investigación criminal con el mismo peso que el tema central: descubrir al asesino que está matando a mujeres en el Madrid de 1968 y 1969.

“Intentamos huir de estos detectives y policías fríos y atormentados”, afirmó en el Club FARO Holgado, a lo que su compañera añadió: “Nos gusta todo el género policiaco, pero humano, en el que el protagonista investiga, pero por otra parte sus hijos le enseñan las notas, va a por churros...”.

Y así es Lucio Garza, que, además, no es detective, sino médico forense, un hombre casado y con siete hijos que lleva una vida normal, incluso anodina, en el Madrid de finales de la dictadura de Franco.

Durante la conversación que mantuvieron en el Club FARO con la también escritora Inma López Silva, los autores de “El asesino de los caramelos violeta” explicaron que esta novela fue un encargo de la editorial y que la trama tiene como punto de partida una entrevista con un médico forense en la que explicaba los métodos que se empleaban en la década de los sesenta para desvelar los crímenes y que nada tenían que ver con los de “CSI”.

A partir de aquí, fabularon una serie de crímenes que en la novela comparten protagonismo con anécdotas, sucesos y personajes reales, como el caso Jarabo y el comisario Viqueira. Sus páginas están repletas de la cultura de esa época, desde los libros que ocupaban las estanterías de los hogares españoles de la época –y los que se escondían detrás de enciclopedias– hasta los programas y series de la televisión y la radio, como “Un millón para el mejor” y “El consultorio de Elena Francis”. Pero la novela trata también otros temas como la homosexualidad en una época en la que estaba tipificada como delito en la ley de vagos y maleantes, la prostitución, la maternidad fuera del matrimonio y los centros y tratamientos psiquiátricos de la época, al tiempo que rinde homenaje a las primeras mujeres periodistas a través de la primogénita de Lucio Garza.

Holgado y López Rubio aseguran que la novela fue pensada como tal, aunque reconocen que no pueden evitar imaginarla en pantalla. “Hasta nos imaginábamos a actores para algunos personajes”, reconoció López Rubio.

Los escritores aseguraron que escribir esta novela es una experiencia única. “Un rodaje es una locura maravillosa, pero la imaginación del lector es la mejor pantalla posible”, comentó la guionista.

En este sentido, Holgado añadió que la literatura permite detenerse más en los detalles al no tener tanta limitación de espacio como un guion. “La literatura te permite más matices y vericuetos”, dijo.

Ésta es la primera novela que escriben a cuatro mano los dos guionistas, que están detrás de algunas de las series más vistas. Holgado es el creador de la serie “Los misterios de Laura”, mientras que López Rubio ha trabajado en producciones como “Hospital central” y “Policías”.

Una novela a cuatro manos

En “El asesino de los caramelos de violeta”, Madrid está viviendo una ola de muertes que han sido catalogadas como suicidios y accidentes. Todas con un denominador común: todas las víctimas son mujeres jóvenes. Salvo el protagonista, Lucio Garza, médico forense, nadie ha encontrado una relación clara entre sus muertes. Todo cambiará cuando Lucio descubra el terrible ‘modus operandi’ del asesino, una muerte realmente cruel endulzada con caramelos de violeta y que le llevará a explorar los métodos psiquiátricos que se llevan a cabo en la época para cambiar ciertas conductas, como la homosexualidad o la promiscuidad.

Para descubrir al asesino, el el médico forense contará con la ayuda de un policía en horas bajas, Félix; Teresa, su esposa, y sus siete hijos, tan deseosos como él de participar en la investigación. Junto a estos personajes ficticios, Javier Holgado y Susana López Rubio alternan otros personajes de la época, algunos bastante conocidos, como Chicho Ibáñez Serrador, que en 1968 rodaba “La residencia” con la actriz alemana Lilli Palmer, y Eugenio Martín, director de “La vida sigue igual”, protagonizada por Julio Iglesias. “Somos los dos muy cinéfilos”, confesó ayer Javier Holgado.

Los autores de “El asesino de los caramelos de violeta” presentaron por primera vez esta novela en el Club FARO, donde anunciaron que la idea es hacer de las aventuras de Lucio Garza una serie de novelas. “Todo dependerá –explicó el guionista– de la respuesta del público”.

Aseguraron que no les costó escribir a cuatro manos, entre otras razones, porque, como guionistas, están acostumbrados a trabajar en equipo, pero también porque comparten el mismo sentido del humor, del que hay mucho en la novela, y también cómo trabaja cada uno. Tal es así que López Rubio confesó que ni sus allegados sabían decir qué capítulos habían escrito cada uno.