“Estoy cansado de la guerra pero no hay otra salida”

El ucraniano-vigués Igor Chumak sigue ayudando en su país

Como otros jóvenes, sabe que pronto podría ser movilizado para combatir: “Me tienen que llevar al frente, a luchar, me moriré”

Igor (1º, arriba a la izquierda) y sus compañeros, tras entregar regalos a unos niños.

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Rafa López

Rafa López

Pocas personas simbolizan tan bien la resistencia del pueblo ucraniano como Igor Chumak, quien junto a su hermana fue adoptado cuando era niño por un matrimonio de Vigo: en febrero de 2022, cuando comenzó la invasión, Igor montó barreras de acero contra los carros de combate rusos a las afueras de Kiev, donde vive; luego retrató la destrucción de su barrio por las bombas rusas; ayudó a los refugiados a cruzar el destruido puente de Irpín; fue testigo del horror en Bucha, tras la matanza de civiles; asistió a los soldados en el frente de Kramatorsk; y rescató a muchos compatriotas de las inundaciones tras la voladura de la presa de Nova Kajovka. También en Igor, como en la mayoría de la población ucraniana, se deja notar el hartazgo tras dos años de agresión por las fuerzas de Putin. “Estoy cansado de la guerra –confiesa a FARO–, pero no hay otra salida, salvo huir a otro país y vivir en paz”, algo que el ucraniano-vigués no se plantea, porque sigue ayudando: “Dios todavía me guarda y me da la fuerza para seguir haciendo lo que pueda”, asegura el joven, que ahora apoya a los soldados en funciones de capellanía.

Igor nos envía un buen número de vídeos y fotografías que constatan su labor humanitaria, rescatando a mujeres, ancianos y animales y entregando regalos a niños, a los que dedica sonrisas, carantoñas y abrazos. Se nota que se le dan bien los críos. No en vano, en su última visita a Galicia, el pasado verano, cuando presentó a sus padres adoptivos –Rosa Montenegro y Pedro Matas– a su flamante esposa, Karolina, expresó el deseo del matrimonio de aumentar la familia. La vida se abre paso pese al incesante horror de la guerra. “Los soldados ucranianos mueren todos los días: amigos, conocidos... muchos cohetes matan a civiles, incluidos niños que se queman vivos en sus casas en brazos de sus madres”, lamenta el joven ucraniano.

“Muchos cohetes matan a civiles, incluidos niños que se queman vivos en sus casas”, relata

Desde hace meses ha aumentado la desazón entre la población ucraniana. Las fuerzas rusas han recuperado terreno y la guerra se ha enquistado. En un duro revés para Ucrania, la localidad de Avdivka, en el óblast de Donetsk, fue capturada por las fuerzas rusas el pasado 17 de febrero. Casi el 20% del territorio de Ucrania, incluida Crimea, está dominado por Rusia. Seis millones de ucranianos han abandonado el país, cuyo producto interior bruto ha caído en casi un tercio.

“Estoy cansado de la guerra pero no hay otra salida”

Igor con un proyectil / Cedida

Algunas fuentes cifran en 10.500 los civiles muertos, entre ellos 500 niños. Un informe publicado ayer por la Inteligencia de Defensa británica cifra en 350.000 personas los efectivos rusos muertos o heridos, pero el régimen dictatorial de Putin recluta a su antojo carne de cañón entre una población rusa que triplica en número a la ucraniana. A la carencia de municiones del país invadido se suma la de personal: la cúpula militar urge otra movilización que dé relevo a los soldados, algunos de los cuales llevan dos años combatiendo sin una sola rotación. Igor Chumak sabe que puede ser llamado a filas. “Me tienen que llevar al frente, a luchar, me moriré”, advierte, consciente de que pronto podría ser reclutado.

“Estoy cansado de la guerra pero no hay otra salida”

Igor, cogiendo en brazos a una niña / Cedida

No es, desde luego, la primera vez que Igor expresa temor a perder la vida, un lógico miedo que contrarresta con altas dosis de fe –gracias a sus sólidas convicciones cristianas– y esperanza. “La verdad vencerá, el bien vencerá al mal y la luz vencerá a la oscuridad”, expresa con rotundidad en un perfecto castellano, y entona un “viva España”, en especial para “la gente que apoya a Ucrania”. “Gracias a todos por su ayuda”, remarca.

Antes de despedirse, Igor Chumak envía un abrazo a Rosa Montenegro y Pedro Matas, padres adoptivos con los que sigue en contacto: “diles que los quiero mucho”. Añade que podría hablar largo y tendido, pero que “la guerra habla por sí sola: es dolor y muerte”.

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