Cannabis medicinal: en la balanza entre el alivio y la cautela

Asociaciones de pacientes y algunos colectivos médicos aplauden la decisión del Gobierno de avanzar en la regularización de su uso terapéutico mientras que otros expertos alertan de las posibles intenciones de legalizar también su uso recreativo

Cannabis

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M. González

M. González

La ministra de Sanidad, Mónica García, ha dicho esta semana que la regulación del cannabis medicinal, que ya se ha empezado a tramitar, cuenta con el respaldo social y el aval de la evidencia científica, y es una “buena noticia” para muchos pacientes que van a mejorar sus síntomas o reducir su “sufrimiento”.

Para la ministra, la regulación del cannabis terapéutico era “una deuda” que Sanidad tenía pendiente tras recibir el mandato de la subcomisión que estudió su uso en el Congreso y que lo avaló para mitigar los síntomas y tratamientos de ciertas patologías como la esclerosis múltiple, el cáncer o la endometriosis.

Además de tener “toda la evidencia científica detrás”, el uso medicinal del cannabis “tiene un respaldo ciudadano y un respaldo social” que ha movido a Sanidad a iniciar la tramitación de un real decreto, que será “una buena noticia” para muchos pacientes que van a poder mejorar su sintomatología y procesos y “reducir el sufrimiento” en algunos casos.

En este momento, la norma se encuentra en consulta pública previa, para recibir las valoraciones de ciudadanos, organizaciones de la sociedad civil, colegios profesionales y sociedades científicas. Dicho periodo de consultas públicas estará abierto hasta el 4 de marzo.

Según ha avanzado el Ministerio de Sanidad, el Real Decreto establecerá “las condiciones para la elaboración y dispensación de fórmulas magistrales a base de preparados estandarizados de cannabis”, habilitando las vías legales disponibles para poder disponer de compuestos terapéuticos a base de preparados estandarizados de cannabis que hayan mostrado evidencia a la hora de aliviar el dolor y el sufrimiento de los pacientes, “contemplando la administración por vía oral de estos compuestos por ser la más adecuada en términos de efectividad terapéutica y seguridad para los pacientes”.

Esta regulación está concebida para poder evolucionar de manera dinámica, “permitiendo incorporar nuevos elementos a medida que se disponga de más información y de la propia experiencia del programa de cannabis terapéutico”, apunta Sanidad en una nota de presna. “Además, permitirá contribuir a generar más y mejor evidencia sobre el uso de los cannabinoides con fines terapéuticos”, añade.

“Tenemos la oportunidad de oro de hacer bien las cosas”, anuncia la presidenta del Observatorio Español de Cannabis Medicinal, Carola Pérez, fundadora también de la asociación de usuarios terapéuticos ‘dosemociones’, donde asesora y da apoyo a pacientes que utilizan el cannabis con fines medicinales. El secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, ya se ha reunido con el Observatorio Europeo del Consumo y Cultivo de Cannabis y con colegios profesionales y sociedades científicas. Lo hará próximamente con el Observatorio Español del Cannabis Medicinal. “Si no se habla y no se escucha a los agentes, el proyecto va a ser un fracaso. Y si lo es, el paciente va a volver al mercado negro”, subraya. Lo que más le preocupa es que la medida no incluya a todo aquel que lo necesite: “Si le dices a los pacientes de cáncer, de esclerosis, de dolor neuropático, de fibromialgia, de endometriosis, que les vas a ayudar, pero luego se aprueba un modelo en el que no va a tener acceso posiblemente ni un 5% de los pacientes, esto va a hacer que al final solo ganen dinero las empresas que están produciendo cannabis medicinal en España y que lo están vendiendo en Europa”.

También alude al tema de la “dispensación hospitalaria”. Para ella, sería “un absolutísimo error” ya que “ahora mismo las listas de espera están en una media de entre seis meses y un año para ser atendido”.

“Hay que sentarse, chequear bien todas las partes, hablar con los médicos y con los pacientes, que llevamos muchos años abandonados”, prosigue. “Y que se dejen de mezclar los debates recreacional-medicinal, que ya también es un poco cansado para nosotros estar todo el rato intentando que la gente entienda que el cannabis medicinal no es fumarse un porro”, apunta.

“España ha multiplicado por 6 la producción de cannabis medicinal para países europeos”, expone la presidenta del Observatorio Español del Cannabis Medicinal: “Aquí se está produciendo cannabis medicinal a pocos metros de nuestras casas y me dices que no tiene evidencia para mi dolor pero, en cambio, para el dolor de un alemán, sí. Es una contradicción absoluta”, se lamenta.

En cuanto a los posibles efectos secundarios, Carola Pérez, que vive con dolor crónico desde los 11 años, indica que “todos los medicamentos para el dolor, para la migraña, para la endometriosis o para la ELA también tienen efectos secundarios. Ya lo sabemos. Ayudadnos a usarlos bien, a protegernos. No nos dejéis en la calle buscando al camello. Es que es cruel hasta decirlo”, dice con la voz entrecortada.

Por su parte, el coordinador del Grupo de Trabajo de Cannabinoides de la Sociedad Española del Dolor, Jesús de Santiago, apunta que la SED es “optimista” en cuanto a esta regulación. “Reconocemos el potencial beneficio que esta medida brindará a los pacientes con dolor crónico neuropático o dolor oncológico, entre otros, proporcionando opciones terapéuticas adicionales que en estos pacientes puede marcar la diferencia”, sostiene. “La evidencia científica del tratamiento con cannabis medicinal en pacientes con dolor crónico es aún objeto de estudio, aunque hoy en día ya hay evidencia de su eficacia en determinadas indicaciones. Se necesita más investigación para establecer conclusiones firmes”, prosigue De Santiago.

“Según las guías clínicas de la Sociedad Europea del Dolor –a la cual pertenece la SED–, los medicamentos a base de cannabis podrían considerarse para el tratamiento del dolor neuropático crónico una vez agotadas otras opciones que aparecen antes en las guías clínicas. También se podrían utilizar en el tratamiento del dolor oncológico y el dolor visceral crónico”, enumera. Y cita más: “En el caso de los pacientes oncológicos, como antiemético para las náuseas y vómitos por quimioterapia; también mejora problemas transitorios del sueño en diferentes afecciones, trata la espasticidad refractaria en pacientes con esclerosis múltiple, favorece el aumento de apetito y la prevención de pérdida de peso en pacientes con VIH y se ha utilizado con éxito en niños con epilepsia resistente a otros tratamientos”.

“Tenemos una oportunidad de oro de hacer las cosas bien”

Carola Pérez

— Observatorio Español de cannabis medicinal

Para Jesús de Santiago, “esta falta de reglamentación en España hoy en día es un problema”: “Los pacientes deben llevar en todo momento sus informes médicos y recetas para no ser considerados delincuentes. En estos momentos en España hay pacientes tratados satisfactoriamente con cannabis medicinal en una situación “alegal”, es por tanto necesaria una regulación sobre cannabis medicinal, que permita a estos pacientes acceder a su tratamiento de forma normalizada”.

“En el caso de necesitar un tratamiento con cannabis medicinal para otras indicaciones de dolor crónico, el paciente no podría realizarlo a través del sistema sanitario español y tendría que acudir al mercado negro”, advierte. “Creemos que aún existe mucha desinformación y se sigue confundiendo el cannabis recreativo con el cannabis medicinal. No es lo mismo tomar marihuana que realizar un tratamiento controlado por un médico especialista, para una indicación concreta, utilizando cannabinoides como si fuese un tratamiento con cualquier otro tipo de medicamento”, concluye.

En el otro lado de la balanza hay expertos que muestran su preocupación sobre el posible aumento del uso recreativo del cannabis una vez se autorice su uso terapéutico. La junta del Colegio de Médicos de Cataluña (CoMB) expresa en su decálogo “su preocupación ante la banalización y, en algunos casos, cierta normalización” del consumo de drogas legales e ilegales. El investigador Eduard Vieta, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Clínic de Barcelona, pide, en declaraciones recogidas por la SMC, “que el uso medicinal del cannabis no sea la puerta trasera para facilitar el uso del cannabis en la población general.”

Por su parte, el profesor de la Universidad de Vigo y experto en conductas adictivas Manuel Isorna sostiene que el uso terapéutico de psicofármacos y cannabis son el “caballo de Troya” para justificar el consumo. “En todos los estudios realizados a día de hoy no se ha demostrado que el cannabis cure ninguna enfermedad. Ninguna”, subraya. “Lo que hacen algunos cannabinoides extraídos de la planta, nunca fumada, es que reducen, palían, alguna sintomatología de algunas enfermedades”, prosigue. Y pone como ejemplo cuatro medicamentos: Sativex, Epidiolex, la nabilona o el dronabiol. “Esto es lo que tenemos, lo demás son especulaciones”, afirma.

En España es muy complicado a día de hoy, acceder a un tratamiento con cannabinoides, porque no está aprobada su utilización. Únicamente lo están determinados medicamentos:

  • Sativex

  •  Epidiolex 

Elaborado a base de CBD, se receta para tratar la epilepsia y puede usarse en adultos, adolescentes y niños a partir de los dos años.

También se ha autorizado la importación de la nabilona y el dronabinol “en casos excepcionales de esclerosis múltiple o como antiemético en tratamientos oncológicos”.  

“Las agencias del medicamento están formadas por magníficos profesionales y su trabajo es establecer o buscar evidencia científica de que un medicamento cura o palía una sintomatología. Hay muchos experimentos, pero cuando hay algún efecto secundario indeseable, ese medicamento se descarta y uno de los grandes problemas que tiene el cannabis, sobre todo cuando es fumado, es que puede generar otras enfermedades más graves que lo que intenta curar, por ejemplo: la esquizofrenia”, afirma.

El doctor en Psicología y máster en Drogodependencias por la Universidad de Santiago de Compostela afirma que “muchos profesionales estamos aturdidos, preguntándonos cómo es posible que la presión de la industria y de los colectivos que están a favor de su legalización puedan condicionar que se apruebe o no se apruebe un medicamento en el Congreso. Me parece absurdo, casi esperpéntico visto desde fuera”: “Es la primera vez en la historia que un medicamento se aprueba en un Congreso de los Diputados”, subraya Isorna, convencido de que “en el fondo, lo que intentan es legalizar el consumo de cannabis”.

Por su parte, Fernando Rodríguez de Fonseca, responsable del Grupo de Neuropsicofarmacología del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA), apunta que “aquí se está hurtando en el debate científico dos aspectos muy importantes: la motivación y la eficacia”, subraya. “La motivación para la legalización del ‘cannabis medicinal’ no es inicialmente médica”, destaca, al tiempo que añade que “el cannabis no puede considerarse una medicina; en todo caso, una intervención fitoterapéutica teniendo en cuenta que el cannabis es, como tal, una planta con una enorme cantidad de productos químicos no estandarizables y que, por tanto, no puede someterse a la regulación de los medicamentos, por lo tanto no se le puede llamar medicamento”, matiza.

“Tenemos algo que no es una medicina, porque tiene centenares de compuestos, que no está estandarizada, cuya toxicidad va a depender de su composición y de la dosis. Además, conocemos que en el uso crónico hay problemas de salud mental, especialmente en los jóvenes. Si a esto le sumamos que son productos con una propiedad de absorción-metabolismo-distribución y alcance de la diana terapéutica pésima, porque son lípidos que se pegan a todas partes, que sufren redistribución y que, por tanto, en términos de control de seguridad son pésimos, estamos diciendo que queremos llamar medicina a lo que es la antítesis de una medicina. Y todo porque se disfraza el hecho de que yo quiero fumar cannabis porque me sienta bien”, sostiene.

“Lo que se está haciendo es una enorme campaña de mentira”, dice. “La terapéutica significa dar a un paciente un producto para sanar una enfermedad, aliviar sus síntomas, que sea seguro, que no sea tóxico, que sea reproducible y estandarizable. Y controlado, además, por las autoridades sanitarias”, argumenta. “A los primeros a los que nos va a hacer daño es a los que estamos buscando utilidades reales para los productos del cannabis. Es una fábrica maravillosa de compuestos que hay que estudiar y que hay que avanzar en ellos. Se ha alcanzado con los CBD –cannabinoide que no se considera psicoactivo– una evidencia aceptable. ¿Por qué no lo vamos a hacer con los otros productos con paciencia? Porque lo que interesa es el consumo recreativo, la felicidad química. Y ese es el debate: la legalización encubierta del consumo de drogas. Y es un debate que es político que hay que poner sobre la mesa, preguntarle a los ciudadanos y establecer quién paga la factura de eso”.

Una situación dispar en toda Europa

En 2020, la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas eliminó el cannabis de la Lista IV de la Convención Única de Estupefacientes de 1961, donde figuraba junto a la heroína. Así se abrió la puerta “al reconocimiento del potencial medicinal y terapéutico de la droga, aunque su uso con fines no médicos y no científicos seguirá siendo ilegal”, decía entonces la ONU en un comunicado de prensa.

En España, según apunta la SMC, la Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios del 2015 incluye un artículo sobre el uso de medicamentos de plantas medicinales y un capítulo sobre las garantías sanitarias de las fórmulas magistrales y preparados oficiales, sin hacer mención expresa a fórmulas con cannabis.

En junio de 2022, una Subcomisión del Congreso de los Diputados aprobó un informe de las experiencias de regulación del cannabis para uso medicinal, en el que emitía recomendaciones y pedía a la AEMPS hacer el trabajo necesario para preparar una normativa.

En la Unión Europea no existen reglas unitarias sobre el uso del cannabis. En 2003, los Países Bajos se convirtieron en el primer miembro de la UE que autorizó el uso medicinal del cannabis, y hoy en día, su utilización con fines médicos está permitida en cerca de 30 países a nivel mundial. En los últimos años, varios gobiernos han introducido leyes y reglamentos hacia una normalización del uso de cannabis medicinal como Portugal, el Reino Unido y Noruega. 

Alemania, por su parte, irá un paso más allá y prevé legalizar el cultivo doméstico y la posesión de cannabis en este año. El Gobierno alemán, que despenalizó su uso medicinal en 2017 (siempre y cuando su consumo estuviera avalado por un médico) prevé que el cultivo doméstico y la posesión de ciertas cantidades de marihuana estén permitidos para los adultos a partir del 1 de abril de 2024.

Diversas fuentes, sin embargo, ya han manifestado su oposición a la legalización. “El consumo de cannabis entre los jóvenes aumentará porque este tipo de sustancias siempre se transmiten a los más jóvenes”, alertó el presidente de la Asociación Profesional de Pediatras.

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