Las pantallas ganan terreno al diván
La telepsicología está en auge desde la pandemia, cuando permitió la continuidad de las terapias
Para los psicólogos gallegos es una herramienta complementaria
Las pantallas ganan terreno en la terapia psicológica y cada vez son más los pacientes y los especialistas que se inclinan por esta fórmula por considerarla cómoda e igualmente efectiva. Tras la irrupción de la pandemia, que supuso restricciones de movilidad de distinto grado, la telemedicina demostró ser una alternativa segura y viable para la atención y el seguimiento de los pacientes, al eliminar las barreras del espacio. Sin embargo, los psicólogos gallegos no creen que las sesiones “online” estén sustituyendo al diván, el icono que en el imaginario colectivo se asocia a la psicología, sino que son dos herramientas complementarias.
La Asociación Americana de Psicología (APA) se refiere a la telepsicología como la prestación de servicios psicológicos empleando tecnologías de la información y de la telecomunicación, mediante el procesamiento de la información por medios eléctricos, electromagnéticos, electromecánicos, electro-ópticos o electrónicos. Dentro de estos medios se incluyen los dispositivos móviles, los ordenadores personales, los teléfonos, las videoconferencias, el correo electrónico, webs de autoayuda, blogs y redes sociales, entre otros. La información puede ser transmitida tanto por vía oral como escrita, así como por imágenes, sonidos u otros tipos de datos. Asimismo, la comunicación puede ser de dos tipos: síncrona (videoconferencia interactiva, llamada telefónica) o asíncrona (e-mail).
Según la “Guía para la práctica de la telepsicología” editada por el Consejo General de la Psicología de España, las tecnologías pueden utilizarse como complemento a servicios presenciales, pero también como servicio independiente.
Aunque pueda sorprender su auge actual, la psicóloga sanitaria María Gallego recuerda que la terapia psicológica “online” existe de una forma u otra desde hace más de veinte años y que ha sido utilizada con frecuencia por miembros del ejército. “Su uso más generalizado, hoy en día, obedece a que la explosión de usuarios de teléfonos inteligentes y la era de la digitalización han facilitado que algunas empresas hayan ofrecido a los psicólogos sus servicios (sus plataformas) como herramientas de trabajo, haciéndola así más accesible y asequible”, explica Gallego, para quien la telepsicología y la terapia presencial “conviven y son complementarias”.
En su opinión, las tecnologías están transformando la forma en que se practica la psicología al aumentar la accesibilidad, mejorar la investigación, y ofrecer nuevas herramientas y enfoques para el tratamiento y el bienestar mental. “Es imprescindible que los psicólogos sigamos formándonos en tecnologías. Herramientas como la inteligencia artificial supondrán una revolución a la que no debemos permanecer ajenos”, opina.
La psicóloga clínica Rosa Cerqueiro, portavoz del Movemento Galego de Saúde Mental, asegura que antes de la pandemia del COVID-19 existían ya experiencias de teleasistencia como un procedimiento coadyuvante en la atención de personas con problemas de salud mental, sobre todo en casos en que por dificultades geográficas o de movilidad no podían acudir presencialmente a las consultas médicas o de salud mental, y dentro de un conocimiento previo de las dolencias de la persona a través de una valoración exhaustiva presencial. “Las restricciones físicas y sociales durante la pandemia aceleraron el uso de la tecnología digital con el objetivo de no interrumpir el seguimiento de los procesos de terapia o facilitar una atención que de otra forma se retrasaría durante meses”, afirma esta especialista.
Antes de la pandemia, la psicóloga clínica Belén Montesa sólo planteaba la terapia “online” en el caso de aquellos pacientes que vivían en lugares que hacían incompatible la terapia presencial, ya sea porque viven lejos, tienen limitaciones de movilidad, no disponen de tiempo para desplazarse o tienen que viajar a menudo. “Creo que la teleasistencia psicológica viene a sumar una herramienta más a las posibilidades de trabajo terapéutico”, comenta. Actualmente, representa casi un 30% de las consultas de su gabinete.
Por su parte, el psicólogo Daniel Novoa reconoce la versatilidad de la telepsicología en aquellos pacientes que no pueden acudir a consulta, por ejemplo, aunque él prefiere sentarse delante del paciente. “Puede ser una herramienta maravillosa en algunos casos, pero su mayor desventaja es que tiene menos calidad que la presencial, tiene una calidad de interacción menor. Es tan simple como comparar una videollamada con un amigo o quedar para tomar un café”, asegura.
Este psicólogo reconoce que las sesiones “online” forman parte del trabajo terapéutico, aunque asegura que sólo representan el 5% de las consultas. “La teleasistencia no se plantea como sustituto, sino como un complemento versátil”, apostilla.
Como principales puntos fuertes de la telepsicología destacan la comodidad, seguridad y privacidad que proporciona al paciente, que en muchas ocasiones se siente más arropado y más libre para expresar sus problemas en su propio entorno, y la mayor disponibilidad profesional, ya que puede contratar a un especialista de cualquier parte del mundo.
Para los psicólogos también presenta ventajas al abaratar costes, ya que para pasar consulta sólo se necesitan un ordenador y una buena conexión a internet. Sin embargo, dedicarse exclusivamente a la telepsicología limita la tipología de pacientes que puede atender, ya que no es aplicable en todos los supuestos. Emplear una herramienta u otra dependerá del criterio del terapeuta en función de cada casuística.
Como ventajas de la consulta presencial frente a las metodologías digitales aducen su mayor capacidad para afianzar una relación terapéutica y el manejo de situaciones de crisis que difícilmente podría abordar la teleasistencia. “Además, para establecer un diagnóstico preciso es necesario atender elementos de la comunicación verbal y no verbal que se pierden a través de los dispositivos digitales, y apoyar la valoración diagnóstica con instrumentos psicométricos administrados presencialmente”, sostiene Cerqueiro.
Según Montesa, los pacientes que presentan trastornos mentales graves, y los niños y adolescentes son los dos perfiles con los que resulta más difícil establecer un vínculo terapéutico sin esa presencialidad, precisamente por perderse parte del lenguaje terapéutico detrás de la pantalla.
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