Gallegos a la aventura de vivir de otra manera

Hay quienes saben dónde está su raíz, pero sienten el mundo como una gran casa llena de sorpresas y desafíos que no están dispuestos a perderse por una vida convencional

Montañeros experimentados, acompañan a gallegos por el mundo, desde los Dolomitas a los templos de Vietnam.

Montañeros experimentados, acompañan a gallegos por el mundo, desde los Dolomitas a los templos de Vietnam. / VOLTA MONTANA

“El mundo es más pequeño de lo que parece”, “superar el miedo a salir solo ocurre cuando conoces qué hay más allá”, “no podía imaginar morirme sin haber vivido”, “los seres humanos nos parecemos en todas partes, en el fondo y vistos de cerca, nos preocupan las mismas cosas”, “lo más impresionante de viajar no es ver, sino sentir y eso pasa por la gente que te rodea”, “ir y romper tus esquemas, verte solo en otro mundo, entre personas que no entienden nada de lo que dices, que comen cosas imposibles de imaginar y que hacen cosas que te parecen raras o absurdas y, sin embargo, tienen todo el sentido... Tú lógica no vale y se reinventa. Y cuando acaba ese proceso, todo lo vivido te acompaña para siempre. Nunca vuelves a ser la misma persona después de viajar así”.

Estas frases las han dicho Carmen, Joaquín, Patricia, Jose, Paulina y Cristina. Todos ellos sintieron la llamada del mundo en algún momento de su vida y buscaron su propia excusa (estudiar fuera, un año sabático, conocerse a sí mismo...) que les lanzara a este planeta infinito, o al menos así se veía desde casa, superando el miedo y los prejuicios.

Escuchándoles es fácil dejarse llevar, acaso ¿se puede marchar uno de este mundo sin haberlo conocido? Cristina, gallega, superviviente y aventurera, tras lo vivido, está convencida de que no.

“Estaba viviendo en la amazonía de Bolivia, en una aldea con las casas de adobe. La zona estaba muy aislada y llegar no era fácil. Allí solo dos personas del pueblo hablaban castellano porque la comunidad usaba su lengua original, el quechua. No tenían nada, pero todo era alegría y todo lo compartían, yo lo único que les podía dar era dinero pero, ¿qué dinero van a querer? En esta parte del planeta no tiene valor. Ellos lo que necesitan es fuerza de trabajo para la tierra, ayuda”, cuenta Cristina.

Esta es una de las experiencias que le cambiaron la vida en sus viajes. Reconoce que, aunque no lo pensaba, Bolivia se convirtió en uno de sus países favoritos porque “es un lugar increíble” y dice que, junto con Laos, son para ella los lugares que más le han impresionado en sus más de 20 años de vuelta al mundo.

Gallegos a la aventura de vivir de otra manera

Gallegos a la aventura de vivir de otra manera / coco vecino

A ella no le costó marchar por el mundo adelante porque “cuando no tienes nada, no hay nada que perder”. Y es que su click para abandonar el miedo a salir, a salir de verdad, cuando lo haces sin fecha de vuelta, se lo enseñó la vida de golpe. Solo tenía 28 años cuando el cáncer apareció. En aquel momento estaba en Suiza, desde donde trabajaba como consultora freelance de publicidad. Antes había experimentado la dura vida de las oficinas de Madrid, con jornadas interminables y sueldos que no dan para una ciudad que lo mismo te lo da todo, que te consume vivo, “en esos años tenía ansiedad y acabé sufriendo migrañas a diario”, comenta que fue un alivio abandonar. También dejó a un novio que, probablemente no entendería nunca su necesidad por volar.

Tras el trago, operación incluida, se marchó a Tailandia. Nunca pudo imaginar que estando allí el cáncer aparecería de nuevo. “Volví a Galicia, lo dejé todo, ya ni trabajaba por libre porque no podía tener otra cosa en mi cabeza que lo que me estaba pasando. Estaba tan asustada, me quedé con mis padres que me cuidaron en todos los sentidos, me mantenían y me protegían. Cambió mi vida”, recuerda emocionada. Como entendió mientras sufría, “no quería quedarme con esa tristeza, necesitaba vivir y quería una vida llena de intensidad”. Y lo cumplió.

Recuperada, despojada del susto que paraliza a todo el que va a darle un giro a su historia y con esa mezcla de felicidad emocionante por lo que vendrá, volvió a las andadas por un planeta maravilloso, desde Latinoamérica al Sudeste Asiático.

Gallegos a la aventura de vivir de otra manera

Gallegos a la aventura de vivir de otra manera / coco vecino

Y es que, en la vida, cuando uno se lanza a hacer algo distinto y desconocido, tiene en su mano la posibilidad de encontrar respuestas diferentes. Y así fue. El destino le puso en el camino a otro aventurero y viajero empedernido, Pablo, a quien la probabilidad dice que no podría haber conocido en Galicia porque, como ella, llevaba la mitad de su vida experimentando este planeta. Alguien que entendía que Galicia es un hogar, su hogar, pero salir a explorar es lo natural.

Ellos han sabido vivir de otra manera y ahora, se lo enseñan a sus hijas, que les acompañan en sus viajes, el último a Vietnam. Conscientes de que a ellos una vida convencional no les llena, crearon hace unos años una empresa especializada en viajes, Volta Montana, sobre la que afirman que cómo tenían que trabajar adaptaron su trabajo a su vida, “a nuestros valores, porque sabemos que hay otras maneras de vivir”, dicen.

Ponen una fecha y escogen un destino y un plan de viaje. Y la gente se apunta hasta crear grupos de 15 o 16 personas. Y enseñan los caminos, los bares, los rincones que ambos conocieron en todos los países en los que vivieron. Desde Canarias a Costa Rica, los Dolomitas, Tailandia, Azores o Galicia para gallegos. “Es un reto enseñar Galicia a los gallegos, son nuestras rutas, todo trabajado desde la experiencia para enseñar algo nuevo a quien bien conoce su tierra. Eso es maravilloso”, dicen estos aventureros.

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