El umbral de inmunidad de grupo no está en el 70%, la cifra que ha repetido en numerosas ocasiones el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sino en el 80% o en un porcentaje superior, según los datos que maneja la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Los estudios indican que se necesita que más del 80% de una comunidad esté inmunizada para interrumpir la transmisión”, afirmó ayer el director de emergencias sanitarias de la OMS, Mike Ryan, durante la asamblea anual de la organización.
El epidemiólogo irlandés añadió que es improbable que algún país o comunidad alcance pronto un alto nivel de inmunidad colectiva, ni siquiera los afectados de forma más intensa por el coronavirus. “Los estudios serológicos en todo el mundo revelan que ningún país ha adquirido este nivel de inmunidad natural”, señaló.
El porcentaje del 80% que maneja la OMS no es ninguna sorpresa. Numerosos científicos, entre ellos el célebre inmunólogo Anthony Fauci, asesor de la Casa Blanca, se olvidaron hace tiempo del 70%. La fracción de personas que necesitarían inmunidad al SARS-CoV-2 –ya sea mediante la vacunación o la recuperación de una infección previa– para extinguir la propagación del virus se estimó inicialmente en una horquilla entre el 60% y el 70%. Ya en otoño pasado, Fauci elevó el porcentaje: “Cuando las encuestas decían que sólo la mitad de todos los estadounidenses se pondrían una vacuna, yo decía que la inmunidad colectiva estaría entre el 70 y el 75 por ciento”, admitió Fauci a “The New York Times”. “Luego, cuando los sondeos más recientes dijeron que el 60% o más aceptarían vacunarse, pensé: ‘Puedo aumentar esto un poco’, así que pasé a 80 y 85%”.
El 10 de mayo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, inició la cuenta atrás para la “nueva normalidad”, que concluiría el 18 de agosto: “Estamos tan sólo a cien días de lograr la inmunidad de grupo, es decir de lograr que el 70 % de la población española esté vacunada y, por tanto, inmunizada”, manifestó.
Sin embargo, los epidemiólogos consideran que esta estimación se ha quedado corta, considerando la irrupción de variantes del coronavirus más transmisibles, como la británica, la brasileña y la india. “La cifra del 70% la descartamos en otoño –apuntó en una reciente entrevista a FARO el científico estadounidense Jeffrey Lazarus, investigador del ISGlobal de Barcelona–. El 70% es un número que no tiene nada que ver con esta pandemia, fue desarrollado hace décadas para otras enfermedades. Ya hemos visto que las nuevas variantes son más transmisibles, y ese umbral tiene que ser del 75% o del 80%. Sánchez sigue hablando del 70%, no sé por qué no cambia”, señaló Lazarus.
El profesor Andrew Pollard, director del Grupo de Vacunas de Oxford, afirmó esta semana en una entrevista con “El País” que “hubiera sido posible alcanzar la inmunidad de grupo para la variante original, hace un año”, pero que ahora “deberíamos olvidarnos de la inmunidad de grupo. Es un concepto equivocado, por causa de las variantes. La cuestión relevante es determinar la proporción de población que deber ser vacunada para minimizar el número de ingresos hospitalarios”, defendió el director del grupo de Oxford que lideró los ensayos de la vacuna de AstraZeneca.
Mucha incertidumbre en un “terreno movedizo”
“Alcanzar la inmunidad de rebaño solo mediante la vacunación puede ser un objetivo demasiado ambicioso”, afirma el epidemiólogo Antonio Gutiérrez Pizarraya en un artículo publicado el pasado lunes en el portal divulgativo “The Conversation” y titulado “La inmunidad de grupo: ¿es la solución a todos los problemas pandémicos?”. Gutiérrez sostiene que “la aparición de variantes más transmisibles, el levantamiento de medidas no farmacológicas de prevención y la capacidad de cortar la transmisión de las altísimamente efectivas y seguras vacunas actuales serán determinantes”.
En lugar de inmunidad de grupo, el investigador del Hospital Universitario de Valme (Sevilla) sugiere hablar de “controlar funcionalmente la epidemia”. Y vaticina que “la mascarilla va a formar parte de nuestro arsenal de complementos durante algún tiempo más bien prolongado”.
Gutiérrez advierte que el umbral de inmunidad de grupo varía entre poblaciones. “Para cualquier enfermedad infecciosa –recuerda– la transmisibilidad depende de muchos factores, como la densidad y estructura de la población, o las diferencias en las tasas de contacto entre los grupos demográficos”. Y subraya que “el comportamiento humano puede cambiar y cambia”.
“Alcanzar la inmunidad de rebaño solo con la vacunación puede ser un objetivo demasiado ambicioso”, señala el epidemiólogo Antonio Gutiérrez
El experto de la Escuela Andaluza de Salud Pública explica en su artículo en “The Conversation” que el punto en el que la proporción de individuos susceptibles cae por debajo del umbral necesario para la transmisión se conoce como “umbral de inmunidad colectiva”. “A partir de ahí, los individuos susceptibles, aun sin ser infectados ni vacunados, se benefician de la protección indirecta contra la infección”, destaca.
Este umbral de la inmunidad grupal depende del R0 o número de reproducción básico. Un huésped infectado con un patógeno con un R0 de 4 infectará, en promedio, a cuatro personas durante el período infeccioso, asumiendo que no existe inmunidad en la población. El R0 del sarampión está entre 12 y 18. Un parámetro similar es el número de reproducción efectiva (Re o Rt), el promedio de casos secundarios generados por un solo caso índice durante un período infeccioso en una población parcialmente inmune”.
Antonio Gutérrez advierte que “hay mucha incertidumbre aún”, y que algunos factores “convierten en terreno movedizo las certezas respecto a inmunidad de grupo en la COVID-19”, y son la reducción de la transmisión por parte de las vacunas actuales, las reinfecciones (improbables), la vacunación global desigual, la duración de la inmunidad (aún desconocida), el comportamiento humano y el rechazo a las vacunas.