Los tiempos del coronavirus obligan a mantener esta conversación por teléfono. Los dos besos que corresponderían a la felicitación en una fecha tan especial no están bien vistos hoy en día, ni siquiera un decoroso y distanciado tú a tú. Dada la situación, casi mejor la distancia, porque resultaría difícil esquivar la tentación de darle a la simpática María Sánchez Campa un achuchón. Su buen humor es envidiable, tanto como su tarta de cumpleaños en la que ayer lucía iluminado el número 100. Su conversación alegre no hace ni imaginar que, tan pronto como cuelgue el auricular, esta mujer vaya a regresar a la soledad de un hogar en el que pasa este confinamiento sin más compañía que los recuerdos.

"Me levanto, hago la comida y me apaño", asegura María, insistiendo en que su día a día es completamente normal y autónomo, pese a haber vivido 100 primaveras. Para entretenerse, esta vecina del lugar de A Carballeira, en la parroquia estradense de Nigoi, teje calcetines. Bromea con que confeccionó tantos que ya perdió la cuenta de los pares que llevan su sello. "Hago para los de aquí y para los de allá. Si no hago 50 pares, no hago ninguno", dice.

Cuando se le pregunta cómo lleva el confinamiento estando sola, María Sánchez apunta que se encuentra a gusto en su hogar. "Yo estoy mejor en casa. Estoy bien aquí, para qué me voy a ir a otro lado", apunta. Explica que lleva muchos años ya residiendo en la parroquia de Nigoi, de donde era natural su marido, fallecido hace más de una década. "Me quieren mucho y en Zamora -donde tiene sus raíces- lo mismo. Ayer mismo hablé con una compañera de allí", relata.

María se mueve por la casa con ayuda de un andador pero remarca que realiza las tareas sin problema, desde vestirse a prepararse el almuerzo. No obstante, cada día recibe en su vivienda a una personal del Servizo de Axuda no Fogar (SAF), alguien que le ayuda con las tareas domésticas y que, de paso, resta soledad a su rutina.

Esta zamorana afincada en A Estrada se llevó ayer una sorpresa mayúscula. Había expresado su pesar por que la situación de confinamiento impediría la tradición del gobierno local de visitar a los centenarios estradenses. Cuando no esperaba que el día en que cumplía 100 años alguien llamase a su puerta, el primer teniente de alcalde, Juan Constenla, se presentó en la vivienda con un ramo de flores y una pequeña recreación de la casa consistorial. "Se emocionó mucho", explicó el edil, que compartió con ella el momento en que sopló las velas de su tarta.

Esta centenaria tuvo solo un hijo, que también falleció. Tiene un sobrino en O Carballiño y una hermana que está a punto de cumplir los 97. Su genética es envidiable, ya que asegura que su madre falleció con 102 años. "Yo lo llevo bien", apunta cuando se habla del confinamiento actual. Asegura que hasta ahora veía también la televisión para entretenerse pero que ahora no la enciende para no ver lo que está sucediendo. "No la pongo por lo que estamos viviendo, me da mucha pena", confiensa.