Las máquinas tragaperras activas en Pontevedra han caído casi un 20% durante la última década

Con excepciones, bajadas equivalentes se registran en municipios de todo el entorno | En paralelo, se constata un incremento de las máquinas reservadas a salones de juego, que han pasado de no existir a 27 en la comarca

En Pontevedra funcionan en los locales de hostelería más de 230 máquinas tragaperras.

En Pontevedra funcionan en los locales de hostelería más de 230 máquinas tragaperras. / Rafa Vázquez

La demanda de las máquinas tragaperras ha caído casi un 20% en la última década en Pontevedra, si bien más de 250 locales de hostelería abiertos al público continúan manteniendo estos equipamientos que en la mayoría de los casos suponen un significativo aporte a la facturación anual.

Las llamadas recreativas de tipo B, que se instalan en los locales de hostelería, han pasado de las 294 contabilizadas en el año 2014 a las 239 que están operativas en la actualidad en Pontevedra, según datos de la Consellería de Presidencia, responsable del desarrollo normativo y la gestión administrativa en materia de casinos, juegos y apuestas.

Por lo que respecta a las máquinas de tipo B Especial, aquellas recreativas con un premio programado de instalación exclusiva en salones de juego, bingos y casinos, en estos momentos están operativas en Pontevedra un total de 19, cuando en 2014 no funcionaba ninguna en la ciudad del Lérez.

Y es que mientras que las tragaperras están en declive en la mayoría de los concellos, estos dispositivos especiales que ofrecen premios más importantes y que implican un mayor riesgo experimentan un claro auge, de modo que en estos momentos en toda la comarca puede jugarse en un total de 27, ubicadas en establecimientos específicos.

Tras la Boa Vila, Marín es el municipio de la comarca con más máquinas tragaperras en los bares y cafeterías, aunque también se nota el bajón de la demanda de los locales. Así, han pasado de las 80 registradas en la Xunta hace una década a las 73 que funcionan en la actualidad.

Con ellas, otras 3 de tipo B Especial o apuestas, están operativas en salones de juego de la villa marinense.

Las llamadas recreativas de tipo B, que se instalan en los locales de hostelería, han pasado de las 294 contabilizadas en el año 2014 a las 239 que están operativas en la actualidad en la Boa Vila

También en Poio, el tercer concello de la comarca en número de máquinas tragaperras, se percibe un menor interés de los hosteleros por contar con estos equipamientos. En la actualidad funcionan en el municipio un total de 40, catorce menos que hace una década, a las que se suman otras 3 de carácter Especial.

En esta línea de caída progresiva Sanxenxo es una excepción, y si en 2014 podía jugarse en 47 máquinas en funcionamiento en locales de hostelería en el municipio, diez años después la cifra ha subido ligeramente, hasta las 50, a las que se suman 2 en salones de juego.

Con todo, es en A Lama en donde el incremento ha sido el más significativo y las tragaperras casi se han triplicado: la Xunta contabilizada 3 hace una década y en la actualidad funcionan un total de 8.

Ponte Caldelas otro municipio del entorno de Pontevedra en el que la Consellería de Presidencia contabiliza un incremento del número de tragamonedas. Éstas han pasado de las 17 en funcionamiento hace una década a las 21 en las que puede jugarse actualmente, repartidas como en los restantes municipios en distintos locales de hostelería.

Con excepción de Campo Lameiro, donde el número continúa estable (desde hace una década se puede jugar en 3 máquinas) en los restantes concellos estas máquinas que prometen premios importantes por unas pocas monedas experimentan una recesión.

En Cuntis han pasado de funcionar 22 hace diez años a las 13 en las que se puede jugar actualmente. También es significativo el caso de Barro, donde estaban operativas en 2014 un total de 18, reducidas a una docena en la actualidad.

En Caldas el bajón ha sido más ligero, desde las 41 que funcionaban hace una década a las 39 actuales; y en Vilaboa más significativo, pasando de 19 a las 13 que están operativas actualmente en bares del municipio.

Por su parte, la hostelería recibe con división de opiniones la nueva ley reguladora del juego que aprobó el Gobierno gallego el pasado verano. Establece, entre otras medidas, que en bares y otros establecimientos de ocio solo podrán instalarse máquinas de tipo A especial, las que se suelen denominar recreativas (juegos arcade) y de las que non hay ninguna en funcionamiento en la comarca.

Fernando Garnil, de la cafetería Orly.

Fernando Garnil, de la cafetería Orly. / Rafa Vázquez

Con ellas, los bares y cafeterías pueden tener en funcionamiento un máximo de dos tragaperras del tipo B, dispositivos que para muchos hosteleros suponen una importantísima contribución a la facturación anual. Es el caso de la cafetería Orly, que el pasado año cumplió medio siglo de actividad y que dispone de estas recreativas desde hace al menos 30 años. Su responsable, Fernando Garnil, destaca que el porcentaje de consumo de la máquina es significativo para la respuesta económica del local.

Los hosteleros que cuentan con estos dispositivos destacan su decisivo aporte a la facturación anual

Éste recibe “un porcentaje del beneficio de la máquina”, explica, “todo depende de su resultado y de lo que hayas negociado con la empresa, del tiempo que lleves, y nosotros llevamos mucho tiempo con ellas”. El balance de estas tres décadas con la recreativa es positivo en su caso: “Estoy encantado con ella. Para mi es importante el tema del juego porque es un beneficio a mayores, también tenemos sellado de loterías y todo suma en la caja… Para nosotros la máquina es superimportante”, detalla.

El hostelero incide en que, de prohibirse las tragaperras en las máquinas con la nueva regulación del juego en Galicia, “me hubiesen hecho una faena gorda, porque las máquinas ayudan mucho… Llevar un negocio de hostelería no es fácil y todo contribuye. Entiendo que el tema del juego cada vez está peor visto pero llama la atención el hecho de que nosotros estamos de cara al público, aquí puedes ver quién juega, y sin embargo en las de apuestas que hay ahora no. Sería un poco hipócrita que dejasen a las salas de juego y a las cafeterías nos lo prohibiesen”.

Es uno de los profesionales que hace hincapié en que los bares y cafeterías llevan un control sobre la entrada a menores, mientras que muchos profesionales especialistas en adicciones y asociaciones de afectados lamentan que las salas de apuestas se hayan convertido en muchos municipios en espacios de socialización para los adolescentes. “Aquí hay una cristalera, se vería perfectamente incluso desde fuera si entra un menor” a jugar, subraya Fernando Garnil, “mientras que en esas salas escondidas, estilo casino, no sucede. ¿Si cada vez hay más salas de apuestas por qué se sugiere que a los bares no nos van a dejar tener máquinas?”

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