La procesión más íntima del Silencio
El Nazareno desfila sobre un manto de flores, en su mayoría donadas por devotos anónimos que no forman parte de la cofradía pero que contribuyen a realzar la salida
Sobre un manto de flores volvió a desfilar anoche el Nazareno en la procesión del Martes Santo, la cita por excelencia de los cofrades de Nuestro Padre Jesús del Silencio y también de cientos de fieles devotos de esta imagen que habitualmente se expone al culto en la capilla de San Roque.
La veneración por ella es muy grande entre los fieles de la ciudad. Ramón Peón, portavoz de la cofradía del Silencio, explica que en las decoraciones florales “colaboran numerosos devotos del Nazareno que nos traen donativos” para sufragar los gastos, “es curioso pero mucha gente que no forma parte de la cofradía viene solo para realizar esas aportaciones” que contribuyen a realzar la salida de las imágenes.
El Nazareno y la otra de las tallas que protagoniza el desfile, la Virgen de la Esperanza, fueron trasladadas hasta la iglesia de San Bartolomé en una jornada de trabajos y detalles de última hora que a su vez coronaron semanas de preparativos.
“Empezamos hace más de 2 meses con las restauraciones y la puesta a punto, pero todos los trabajos se aceleran en los últimos días”, señala Ramón Peón. Especialmente, los cerca de 120 cofrades multiplicaron en el último día la tarea. “Dependiendo de la agenda, las imágenes se trasladan de mañana o de tarde y después quedan horas de montaje, que hay que hacer con tiempo, porque se busca sobre todo anticiparse a imprevistos de última hora”, recuerdan.
Más recogida que la del Viernes Santo (en la que acompaña al Silencio una delegación de la Escuela Naval Militar) la de ayer es la procesión más íntima de la agrupación y con la que empezó a desfilar en la Semana Santa el mismo año de su fundación, en 1952
El objetivo era que horas después todo estuviese a punto para la misa de la cofradía del Silencio en la iglesia de San Bartolomé, en la que se dieron cita los integrantes de la hermandad y sus familias, y para la posterior procesión.
Más recogida que la del Viernes Santo (en la que acompaña al Silencio una delegación de la Escuela Naval Militar, hermana mayor de la cofradía) la de ayer es la procesión más íntima de la agrupación y con la que empezó a desfilar en la Semana Santa. Fue el mismo año de su fundación, en 1952, situándose como la tercera en antigüedad de la Boa Vila.
Cientos de vecinos y turistas contemplaron el paso de las imágenes de Jesús Nazareno y María Santísima de la Esperanza, en un desfile en el que además de los cofrades del Silencio participaron integrantes del Mayor Dolor, la única hermandad enteramente femenina de la Boa Vila.
Especialmente, los devotos saludaron el paso del Nazareno, la segunda de las imágenes con las que procesiona el Silencio. En los primeros años tras su fundación, los cofrades desfilaban con la talla que se venera actualmente en la capilla de la calle Tetuán, conocido como el Cristo de las Tres Gracias. Posteriormente, a finales de los años 50, fue sustituido por la actual talla, salida del taller compostelano de los Hermanos Rivas.
A mayores de la iglesia de San Bartolomé y las calles y plazas del centro histórico, por las que discurrió la procesión, otro de los escenarios de la jornada fue la iglesia de San José, en donde tuvo lugar la representación de la obra “¿Quién decís vosotros que soy yo?” a cargo del grupo teatral Arume, un montaje inspirado en la vida de Jesús.
Por su parte, desde la basílica de Santa María saldrá hoy la procesión de la Virgen de la Soledad y el Nazareno con la Cruz a Cuestas, a las que acompañarán las cofrades del Mayor Dolor. Partirá a las 21 horas para recorrer Amargura, Isabel II, Real, plaza de Curros Enríquez, Manuel Quiroga, Don Filiberto, Alhóndiga y la avenida de Santa María.
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