“Estaba muy nerviosa en la ecografía y quería que me acompañara mi pareja, pero no nos dejaron”

Irene Pérez, embarazada en el tercer trimestre: "Tenemos mucha carga emocional encima y no tiene sentido esta batalla; el acompañamiento de un paciente es un derecho básico"

Irene Pérez y su pareja viven en una aldea del concello ourensano de Nogueira de Ramuín.

Irene Pérez y su pareja viven en una aldea del concello ourensano de Nogueira de Ramuín. / FERNANDO CASANOVA

Javier Fraiz

Javier Fraiz

“En el control de la semana 20 de mi embarazo estaba muy nerviosa. Dije en la puerta que quería que entrase mi pareja desde el primer momento para acompañarme. De hecho, ya habíamos realizado una solicitud previamente, pero no nos dejaron. La intención era entrar, estar ahí y acompañar, no interferir, pero la respuesta que nos dieron es que el protocolo no lo admitía”.

Irene Pérez, una ponferradina de 39 años que reside desde hace año y medio en Nogueira de Ramuín, está en el tercer trimestre de gestación. A mediados de febrero está previsto el parto de su niña, su primer hijo. Próximamente acudirá a la ecografía de control de la semana 35. Con su testimonio pone voz a la demanda aún sin cumplir, a la vista de su experiencia, que el colectivo de embarazadas y de madres, además de sus acompañantes y familias, ha trasladado al Sergas.

Tras lograr que la pareja esté presente en el quirófano en las cesáreas programadas –no urgentes–, lo que fomenta el vínculo entre los padres y el recién nacido, colaborando en el contacto piel con piel y reforzando el apoyo emocional –es preciso que la petición de acompañamiento esté incluida en el plan de parto–, casos como el de Irene constatan que sigue pendiente aún la implantación de la medida durante todo el desarrollo de las pruebas de seguimiento y control del embarazo en el hospital. Sí se hace pasar al compañero y se espera a ese momento para comunicar el resultado de la observación.

"En ese momento de soledad en la consulta se pasan muchas cosas por la cabeza. Simplemente poder tener a alguien con quien cruzar una mirada, o que te dé la mano mientras te hacen la ecografía, supondría un gran cambio; sabrías que si pasa algo estarás acompañada"

“Las embarazadas tenemos mucha carga emocional encima y no tiene sentido tener que plantear esta batalla, porque el acompañamiento de un paciente es una cuestión fundamental, un derecho básico”, subraya Irene.

“En ese momento de soledad en la consulta se pasan muchas cosas por la cabeza. Simplemente poder tener a alguien allí con quien cruzar una mirada, o que te dé la mano mientras te hacen la ecografía, supondría un gran cambio, porque sabrías que si pasa algo estarás acompañada”, destaca. “Cuando hablas del tema con cualquier mujer embarazada de otra comunidad se sorprenden de que no dejen que esté presente la pareja durante la prueba”, completa.

En la ecografía de la semana 20, su pareja se quedó “afectado” cuando no lo dejaron acceder desde un principio junto a Irene. “Estaba cabreado e indignado, se sintió molesto y excluido, en un momento que debería ser únicamente de disfrute porque en esa consulta conoces el sexo de tu bebé”.

El pasado 20 de noviembre, varias integrantes del colectivo Loita se reunieron con el gerente del área sanitaria de la provincia de Ourense, Félix Rubial. Aprovecharon el encuentro para “dar a conocer una realidad social”, a través de las reivindicaciones de mujeres y familias relacionadas con el acompañamiento en el parto, pero también durante el seguimiento hospitalario del embarazo.

En centros como el de Ourense las mujeres entran solas a pruebas como las ecografías de las semanas 12, 20 y 35, los momentos clave en el control de la gestación. “El gerente nos dijo que se iba a intentar solucionar”, según indicó días después a este periódico Tamara Campos, la portavoz del colectivo. En el hospital de Pontevedra, por ejemplo, pueden entrar a estas pruebas “hasta los hermanos pequeños”.

Estar acompañada en esa consulta mitiga el miedo. “Esos minutos son terribles, sobre todo en los casos de una pérdida anterior hay mucha preocupación”, explicaba Campos a este diario. “No cuesta nada dejar pasar al padre, ¿por qué mantener algo que hace sufrir? Las mujeres y las familias se encuentran en una situación muy vulnerable en esos momentos. Solucionarlo tiene un coste de cero euros”, expresó la portavoz. Desde el área sanitaria no entraron en detalles entonces, pero indicaron que el encuentro con la plataforma Loita había resultado “muy cordial”, y abrieron la puerta a tener más citas.

"Es absurdo tener que perder energía con estas cosas"

Siendo conocedora de la existencia de esa reunión previa y del compromiso del gerente en solucionar el problema, Irene Pérez suponía que el protocolo habría cambiado, con el objetivo de atender la demanda de las familias. “Me sorprende que sea tan complicado y que tenga que haber esta lucha por un derecho básico a poder estar acompañadas. Es absurdo tener que perder energía con estas cosas”, finaliza esta mujer.