Una ourensana, exonerada de una deuda de 316.000 euros: “Siento alivio; dormía mal y tuve depresión”

Una antigua empresaria se libra de una situación que la ahogaba: la jueza estima su concurso de acreedores

Recibía una veintena de llamadas al día solicitando los pagos

La demandante, con su abogado, Arturo González Estévez. |   // F. CASANOVA

La demandante, con su abogado, Arturo González Estévez. | // F. CASANOVA / J. Fraiz

Javier Fraiz

Javier Fraiz

Ahora respira y ya consigue conciliar el sueño por las noches, tras una dura experiencia personal a la que la arrastró una bola de nieve, cada vez más grande, con deudas y requerimientos de pago, después de haber recurrido a créditos rápidos para intentar mantener su actividad empresarial en el sector de las instalaciones de calefacción.

“A raíz de la crisis y del COVID, cada vez fue más complicado y llegó un momento en que era imposible. Se pidieron créditos para ir cubriendo los gastos y hacer frente a los pagos, pero hubo un momento en que ya no había por dónde salir. Llega un punto en el que tienes que parar y te das cuenta de que no puedes seguir adelante”.

La mujer, que pide el anonimato, cuenta su historia. Arturo González Estévez, abogado del despacho ourensano ARL, ha conseguido que la magistrada de Primera Instancia Número 4 de Ourense –el juzgado de competencia mercantil–, Águeda Rodríguez Domínguez, autorizase la exoneración de la deuda, de 316.000 euros –la resolución ya es firme en esta parte–, así como de los honorarios –unos 1.500 euros– de una mediadora. Sobre esta última cuestión cabe recurso.

"Teníamos a los acreedores encima. Fue muy duro, estuvimos muy jodidos"

En la actualidad, la mujer trabaja por cuenta ajena e ingresa unos 700 euros al mes. La exoneración de todas las deudas le da oxígeno. “Me sentí aliviada porque venía de una situación muy complicada y pensaba que no se iba a solucionar tan bien y tan rápido, al principio, tras la noticia, casi no me lo creía”, cuenta. La mujer pasó épocas en las que “dormía muy mal por las noches”, afirma. “Estuve el año pasado con depresión y crisis de ansiedad, yendo al médico”, añade.

“Teníamos a los acreedores encima, con veinte llamadas al día todos los días, por las mañanas y por las noches, incluso los sábados y domingos. Solo nos faltó el cobrador del frac. Fue muy duro, estuvimos muy jodidos, pero por suerte después de la tormenta ha llegado la calma”, recuerda el marido. Las llamadas han cesado y, con los meses y a base de ir aportando como prueba la sentencia de exoneración, los requerimientos irán desapareciendo en los próximos meses.

"Debe haber, como en este caso, una buena fe del deudor, es decir, el juez tiene que apreciar que las deudas se deben a unas necesidades verdaderas de la empresa y de la persona, y que existe un esfuerzo de pago", explica el abogado

El procedimiento extrajudicial comenzó en 2021, mientras que el recorrido en los tribunales arrancó en 2022. El año pasado entró en vigor un cambio legislativo que permite la exoneración de la deuda completa mediante el denominado concurso sin masa, que se tramita con mayor celeridad.

“Lo más laborioso es aportar la numerosa documentación requerida. Además debe haber, como en este caso, una buena fe del deudor, es decir, el juez tiene que apreciar que las deudas se deben a unas necesidades verdaderas de la empresa y de la persona, y que existe un esfuerzo de pago”, subraya el letrado.

Quisimos hablar con los acreedores para buscar un acuerdo, con un préstamo que estableciera unas letras asumibles para seguir hacia adelante, pero los intereses nos ahogaban”, añade el esposo.

"Al principio la empresa funcionaba bien, pero con el COVID el negocio se paró mucho"

El estrés económico que sufrió esta antigua empresaria, a la que se le han quitado las ganas de volver a emprender –por lo menos de momento–, se hizo patente tras la pandemia. “Nunca había estado en esta situación, al principio la empresa funcionaba bien, pero con el COVID el negocio se paró mucho. Después, el trabajo empezó muy lentamente, la gente no quería arriesgar con las inversiones”, explica ella. La deuda creció en los últimos tres años. “Llega un momento en que se hace una bola tan grande que dices: ‘ya no puedo’", completa el marido.

Entre los acreedores figuran particulares, proveedores, la Agencia Tributaria, bancos y empresas financieras que ofrecen préstamos especiales que, a veces, son muy gravosos por el alto sobrecoste que acaba pagando el consumidor. “Una de las tarjetas tenía unos intereses de un 27%, más la comisión”, ponen como ejemplo entre el marido y el abogado.

“Estamos sumamente agradecidos al bufete y, en especial, a Arturo”, recalca el hombre. La pareja lamenta un primer intento con otro letrado con el que no quedaron satisfechos. Llegaron a pagar 1.500 euros “de donde no teníamos para que hiciera poco o nada”, aseguran.

“Ahora los dos seguiremos hacia adelante. Ahora respiramos desde todo punto de vista”

“Tuvimos la suerte de que una persona amiga nos presentó este bufete y, siendo honesto, no pensábamos que llegara a buen puerto, ni de lejos, pero su manera de trabajar fue profesional y rápida. Fue una sorpresa estupenda. Estamos sumamente agradecidos ”, añade el varón.

“Cuando vinimos aquí nos dijeron que la cosa estaba complicada y yo sí pensaba que el proceso iba a ser más largo. Fue una sorpresa que en unos meses se resolviera”, destacada la demandante. Arturo González explica que el juzgado mercantil de Ourense ha dictado más sentencias declarando la exoneración de las deudas en concursos sin masa –un procedimiento al que pueden acogerse tanto las personas físicas como las jurídicas–, pero no con cantidades tan elevadas como en este asunto. “Ahora los dos seguiremos hacia adelante. Ahora respiramos desde todo punto de vista”, resume el marido.