La vendimia en Leiro es una fiesta
Leiro amaneció este domingo con las pilas cargadas para celebrar la fiesta por la que llevaban tres años esperando y que, además, regresa al calendario con el reconocimiento que le otorga la declaración de Festa de Interese Turístico de Galicia recibida en 2020 pero que, a causa de la pandemia, todavía no había podido celebrar.
La Festa da Vendima llegó así a su 31 edición, con más ganas de fiesta que nunca. Desde primera hora de la mañana se percibía una actividad especial en la villa. Los últimos preparativos de las carrozas y el madrugador concurso de racimos pusieron en pie a los vecinos, que a las 12.00 se concentraban ya en la Praza do Cruceiro para escuchar el pregón, a cargo este año de Román Rodríguez, conselleiro de Cultura, Educación, FP e Universidades. Un discurso que repasó la importancia que el vino de O Ribeiro ha tenido en la actividad económica y comercial de Ourense y Galicia desde la Edad Media y su relevancia, que ya aparece documentada en manuscritos como el Códice Calixtino.
Una cadena de valor
El conselleiro ensalzó un producto que, dijo, “fala da calidade da nosa terra. É un dos mellores embaixadores de Galicia no mundo e representa o traballo ben feito por todos os eslabóns dunha cadea de valor que fai que poidamos desfrutar dun produto de primeiro nivel”. Así, se refirió al cuidado de las cepas, la recolección de la uva, la transformación, el envasado y la comercialización, “unha actividade que da traballo a milleiros de persoas”.
Esa cadena de labor y esos trabajos que día a día, y un año tras otro, realizan las personas que cultivan y dan forma al vino son los que reciben el homenaje de la localidad de Leiro a través de su Festa da Vendima. Ese tributo se representa a través del desfile de carrozas que por la mañana recorre la villa desde Gabino Bugallal al Campo da Feira y que escenifica, con altas dosis de humor, las actividades ligadas al vino.
Este domingo circularon nueve carrozas. Una infantil dedicada al enoturismo, y ocho adultas con referencias a los furanchos, esos lugares en los que se vende el vino excedente, y que ayer rodaron por el asfalto repartiendo tazas de vino y tapas; la elaboración del aguardiente, que requiere una fermentación lenta, leña de carballo y un buen bagazo; el trabajo en las bodegas y las viñas; el relevo generacional con una escuela en la que se enseña a los más pequeños a cosechar, pisar y prensar, y también a los temas de actualidad, como la sequía o el COVID.
La fiesta continuó toda la jornada con una comida popular, espectáculo de magia, fútbol, música y verbena.
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