Salvo en fechas señaladas como el patrón, que incluye una competición de tiro, los agentes del Cuerpo Nacional de Policía no tienen afán de competir midiendo su destreza en la galería de tiro, a la que están obligados a acudir con frecuencia. Con independencia de los años de servicio, el Plan Nacional de Tiro exige a los policías en activo que adiestren sus habilidades con el arma reglamentaria por lo menos una vez al trimestre. El cuerpo establece 4 niveles según el grado de manejo del arma.

El aprendizaje comienza desde antes de la graduación. En la academia, los aspirantes lidian con la sensación "extraña", dice el inspector Deprado, de empuñar un arma por primera vez. En el adiestramiento constante durante su carrera, un instructor (al que sustituyen el propio Deprado y otro agente) advierte si los policías necesitan más visitas a la galería de tiro que la inevitable cada trimestre. La instalación, de 50 metros, la más larga de Galicia, será reformada el próximo mes será reformada. Los impactos de balas y casquillos han mellado la madera de protección.

Los ejercicios consisten en disparos dinámicos a distancias inferiores a 15 metros, incluso a solo 2 o 3, para que el policía se acomode a una situación lo más parecida posibles a un incidente de servicio. Se intenta simular el "estrés" de una intervención en la calle. En la galería se aprende seguridad y asimilar claves de puntería. "Los entrenamientos tratan de buscar que se automaticen reacciones y normas de seguridad para evitar disparos accidentales por la situación de estrés que dañen a un compañero, a un ciudadano que pasa por la calle e incluso a nosotros mismos".