Sufrimiento hasta la alegría final: el Celta es de Primera

El equipo vigués sella la permanencia con una victoria en Granada que puso en peligro con dos errores graves de Guaita tras los goles de Larsen y de Bamba

Los de Giráldez tuvieron un inicio y un cierre de partido lamentables

Sufrimiento hasta el último segundo del penúltimo partido de la temporada. Así se resume el año del centenario del Celta en su duodécima campaña consecutiva en la máxima categoría. Excesivo castigo para los corazones de la afición celeste, que ni siquiera ayer pudo disfrutar de un triunfo sosegado después de que el equipo de Giráldez se pusiese por delante en el marcador con dos goles de ventaja ante un Granada ya descendido a Segunda, mientras el Cádiz no pasaba del empate en su duelo contra Las Palmas.

Cuando Larsen y Bamba adelantaron al Celta al filo de la hora de partido en Los Cármenes, todo parecía decidido para vivir con placidez y alegría que ya no serían necesarios los puntos del último partido ante el Valencia para sellar la permanencia. Pero el Celta no sabe afrontar las temporadas con calma para alcanzar sus objetivos deportivos. La única alegría es ser celeste. El sufrimiento y el padecer están en el ADN del celtismo, como recuerda el himno de C.Tangana que el fin de semana próximo en Balaídos y como cierre de temporada podrá sonar por fin sin ninguna preocupación por parte de una afición que ha sufrido como siempre, como nunca.

Pero después de tanta preocupación y padecimiento, el Celta sumó ayer la segunda victoria consecutiva del curso que le eleva hasta la decimocuarta plaza, mientras en Cádiz lamentan el descenso del conjunto amarillo.

Pero empecemos la historia por la parte final del partido. Tras los goles de Larsen y de Bamba, el costamarfileño falló una clarísima ocasión para sentenciar el partido. El Granada estaba fuera del partido al enfilarse la recta final, pero entonces el Celta se desconectó hasta el punto de regalarle un gol al rival en el minuto 86. Guaita, héroe en el Metropolitano y que reaparecía tras superar un proceso viral que le impidió jugar ante el Athletic Club, hizo una mala salida con los puños para despejar un centro desde la izquierda. El balón le cayó a Bruno Méndez, que sin dejar caerlo al suelo, lo embocó hacia la portería de un Celta que entró en pánico ante la posibilidad de que el rival le privase de una victoria que le daría la tranquilidad absoluta hasta el próximo curso.

El equipo granadino vio las caras de pánico de los célticos y se fue a por el empate. Resultó facilísimo presentarse ante Guaita debido a la suma de despropósitos de los jugadores de Giráldez. El guardameta valenciano salvó milagrosamente con el pie el remate de Pellistri, dos minutos antes de que el argentino fuese sustituido por Antonio Puertas, al que Sandoval le daba los últimos minutos para que se despidiese de la afición tras siete años en el conjunto nazarí. El almeriense protagonizó la siguiente jugada de ataque en la que después de muchas deliberaciones del VAR el árbitro señaló penalti por el puñetazo que Puertas recibió de Guaita cuando intentaba rematar de cabeza.

Sufrimiento

Casi se habían consumido los seis minutos del descuento cuando el capitán del Granada enfiló hacia el punto de penalti para intentar cerrar su etapa en Los Cármenes con el gol que daría el empate a los locales y dejaría al Celta más pendiente si cabe de lo que ocurría en Cádiz. El lanzamiento se marchó fuera tras rozar el balón en el larguero. El equipo vigués salvaba otro momento crítico de un curso que comenzó con la ilusión del celtismo y de la nueva presidencia del club al contar con un entrenador de prestigio internacional y una plantilla confeccionada en buena medida por el director deportivo del París Saint-Germain. Pero primero por los errores arbitrales, después por los propios y finalmente por las inseguridades generadas por la mala clasificación acabaron por convertir cada jornada en un tormento para los corazones celestes.

Tras el triunfo ante el Athletic Club parecía que ya nada alteraría a un equipo que con Giráldez parecía haber cambiado la dinámica de la primera parte de la temporada. Con el empate sin goles en Cádiz y los tantos de Larsen y Bamba ante un Granada ya descendido, muchos creyeron que al Celta le sobraba la última media hora del partido en Los Cármenes, pero nada está a salvo de las arritmias cuando juegan los célticos. Las circunstancias favorables pronto se ponen en contra para acabar sufriendo y al borde de un ataque de nervios.

Ayer, la tarde comenzó muy mal para los de Giráldez, que protagonizaron la peor media hora de la temporada. Hasta ocho cambios introdujo el entrenador céltico con respecto al once que presentó el miércoles ante el Athletic Club. Sorprendió la presencia de un Renato Tapia que solo había jugado unos minutos ante el Rayo Vallecano desde la llegada del entrenador porriñés y ante su más que probable despedida al no renovar el contrato. En el mediocentro juntó al peruano con un Hugo Sotelo que volvía al equipo después de tres partidos consecutivos en el banquillo. La tercera gran novedad fue Luca de la Torre, que también arrancaba de inicio por primera vez con un Giráldez que además apostó por cambiar de banda a Mingueza y a Hugo Álvarez. El catalán ocupó la izquierda y el ourensano se mantuvo en la derecha, por donde en la jornada anterior destrozó al vigente campeón de la Copa del Rey con un golazo y una asistencia.

Lamentable arranque

La puesta en escena del Celta en Los Cármenes fue lamentable. Ni siquiera Aspas se salvó de la mediocridad con la que el equipo de Giráldez se presentó en Granada ante un rival que, a pesar de estar descendido, parecía un aspirante al título, pero más por la impericia de los celestes que por calidad técnica. Una jornada más, y así ha ocurrido desde que a mediados de marzo relevó a Benítez, el Celta de Giráldez protagonizó un inicio de partido horroroso, indigno de un equipo de Primera División, como si el balón fuese ovalado. Errores continuos en los pases, en los controles, presionando a destiempo y como si no hubiesen jugado nunca juntos.

Mejoró el equipo vigués en los minutos finales de la primera parte. Aprovechó las facilidades que ofrecía el Granada en defensa, pero ni De la Torre, en dos ocasiones, ni Hugo Álvarez, ni Aspas ni Larsen acertaron en las ocasiones que tuvieron. Tampoco el excéltico Lucas Boyé pudo abrir el marcador en uno de los ocho saques de esquina que el Celta concedió en la primera mitad. Al remate del argentino respondió Guaita con un despeje para que el balón se fuese por encima del larguero. La entrada de Beltrán y Bamba tras el descanso por Tapia y De la Torre cambió a un Celta que se puso con un 0-2 a favor y estuvo a punto de empatar. El punto también le hubiese valido para sellar una permanencia, pero había que ganar con sufrimiento. Así es el Celta.