Un encuentro familiar

Pedro Regojo Otero

Pedro Regojo Otero

El día 9 de marzo llegaron mis hermanos Teté desde Lisboa y Recho y Alex desde Madrid. Cuando mis hermanos llegan a nuestra casa de Petán en Redondela suelo ir para disfrutar de la familia. Casi todos coincidimos que en la vida lo más importante, aparte de Dios, es la familia. La familia es el único lugar en el que te valoran por lo que eres y no por lo que tienes.

Al terminar de comer fui a ver a mi amigo Luis Cuntín en la cafetería El Cruceiro, Luis es una persona muy ocupada y tiene un corazón grande y le hablé de relanzar el proyecto de SOAR (Sociedad de Amigos de Redondela) y me dijo que sí. El proyecto es conectar a todos los “choqueiros” que andan por el mundo y aglutinar a los redondelanos que viven aquí y sienten un profundo amor por su pueblo.

Redondela es un pueblo donde ahora y siempre recibimos bien a los que vienen de afuera. Al terminar de hablar con Luis Cuntín fui a recoger mi coche aparcado en La Junquera. En el camino me encontré con una antigua empleada de Regojo y nos pusimos a hablar. Le pregunté cual era la sección en la que trabajó y me dijo que en las planchas, allí estaban la señora Lola y Maruja “la Monja” de encargadas, me habló estupendamente de ellas dos. Me dijo una cosa que me llenó de satisfacción: “Los empleados de Regojo están muy agradecidos por la cercanía que tenían con nosotros tanto su padre José Regojo como usted don Pedro” .

Mi padre y yo teníamos la buena costumbre de tener nuestro despacho abierto para cualquier persona que quisiera vernos. Algunas personas dirán que esto trae consigo perder mucho tiempo, se confunden, mi experiencia personal es que me enteré de cosas graves que pasaban en la empresa y que mis ejecutivos nunca me lo dirían.

A punto de entrar en el aparcamiento me percaté que tenía sueltos los cordones de mi zapato derecho y pensé en atármelos al entrar en el coche. Pasaba por allí una persona y se ofreció a atarme los cordones del zapato pues me advirtió que me podía caer y le dije que no se preocupara que me los ataría en el coche. No me hizo caso y me los ató. Le pregunté si había trabajado en Regojo y me dijo que sí, trabajó en Intexcom cuya encargada era Lolita Raya y me habló fenomenal de ella. Allí hacíamos mil camisas diarias de gran calidad marca Dalí.

Os confieso que me sentí muy orgulloso y feliz de haber dirigido durante quince años confecciones Regojo. El agradecimiento es un bien muy escaso en el ser humano, cuando lo encuentras te emocionas.

*Miembro del Club 55