Opinión | Limón & vinagre

Por un perro que mató

Gobernadora de Dakota del Sur

Kristi Noem, de 52 años, es desde 2019 la gobernadora de Dakota del Sur, un estado norteamericano del que sabemos en Europa tanto como un dakoteño de Las Alpujarras. Y ello, a pesar de salir con asiduidad en las películas de indios y vaqueros de la época dorada del western. Sabemos de Toro Sentado, natural de esas tierras, al igual que Caballo Loco, dos siux notables. Y poco más. Sus personajes ilustres vivieron hace más de un siglo. Nativos aparte, de entre los nombres que más pueden sonar a los europeos figura Cheryl Ladd, una actriz de carrera discreta, atrapada en el rol de sustituir a Farrah Fawcett como ángel de Charlie. El padre de Cheryl, Alan Ladd, era actor famoso e interpretaba a personajes del oeste, pero el Shane de Raíces profundas no era de Dakota, sino de Arkansas. Quizá un concursante de Pasapalabra acertaría en segundos que la capital de Dakota del Sur es Pierre, y Sioux Falls la ciudad más poblada. Solo quizá. Nada que ver con la inseparable pareja Aspen, Colorado, dos nombres que se pronuncian inevitablemente juntos. Pierre es nombre de muchas cosas. Kristi Noem es ahora otra lugareña ilustre en las faldas del Monte Rushmore, un nuevo ángel de Charlie. O de Donald Trump.

Sin vuelta atrás

Nadie a este lado del planeta repararía de buena mañana en Dakota del Sur de no ser por las últimas noticias de la gobernadora, ganadera, agricultora, propietaria de pequeñas y medianas empresas y primera mujer al mando de ese estado. Miembro del Partido Republicano, la hasta ahora mejor posicionada para hacer tándem con Donald Trump y convertirse en posible vicepresidenta es, además de lo antedicho, escritora. Gracias a sus memorias, tituladas No Going Back (‘Sin vuelta atrás’) y reveladas por The Guardian, también sabemos que Noem mató a su perra Cricket, una hembra de braco alemán de 14 meses que fastidió a la dakoteña una cacería de faisanes. La “indomable” braco también mató a unos pollos.

Tal como narra en sus memorias, en mitad de aquella partida de caza, Cricket se dedicó a hacer cosas de perro de 14 meses, a saber: corretear por el rancho por delante de los invitados, asustar a los faisanes, no hacer demasiado caso a la dueña y olvidar la singular relación que personas como Noem mantienen con las armas de fuego. Error fatal. De regreso de aquella jornada de montería, Kristi se detuvo en una granja vecina, donde Cricket se arrancó a diezmar a la población avícola. Los últimos minutos de Cricket parecen extraídos de un guion de Los Soprano: “Paré la camioneta en mitad de la carretera, saqué mi arma, agarré la correa y la llevé hasta un montón de grava (...). No fue agradable, pero había que hacerlo”, escribe la dueña del perro. Pum, pum. Había que hacerlo.

En tiempos no tan lejanos, y dado el apego del norteamericano medio por sus mascotas, las aspiraciones de la gobernadora de Dakota del Sur a la vicepresidencia de Estados Unidos se habrían dinamitado nada más conocerse el episodio. U otro parecido, pues se sabe, según cuenta ella misma, que también mató a una cabra: “Era desagradable, rancia y asquerosa”. Pum, pum. Había que hacerlo.

Precisamente, el salto a la política de Donald Trump, un personaje trufado de excentricidades y de comportamientos más que reprobables con sus rivales o con las mujeres –incluida la propia y alguna actriz porno–, allanó el terreno a la barra libre de la inmoralidad en la política americana. Está por ver, por tanto, si esta nueva Cruella de Vil mataperros y matacabras ha cavado su tumba política o el compromisario republicano perdonará estos asuntillos.

“Would you buy a used car from this man?” (¿Le compraría un coche usado a este hombre?), preguntaban en 1960 los asesores de JFK sobre un retrato de Nixon. ¿Dejaría usted su mascota al cuidado de esta mujer? A saber. Todo es posible en la nueva era en que entró la política estadounidense a partir del trumpismo. Así parece entenderlo la gobernadora, que salió al paso del polémico fragmento de sus memorias con la explicación de que mató a Cricket para demostrar que está preparada para hacer lo necesario, por “feo” y “difícil” que resulte, tanto en la vida como en la política. Si serán importantes las mascotas en la vida norteamericana que Trump echó en cara a Biden ser el primer presidente en varias décadas en no tener un perro en la Casa Blanca. Aun así, es posible que Kristi Noem no lo tenga todo perdido, porque este refrán no deben de conocerlo en Dakota: “Por un perro que maté, mataperros me llamaron”.