Opinión | Al azar

La España de “La resistencia”

Para la triste Elena Sánchez, La resistencia se convirtió en La residencia, una película de terror. La presidenta circunstancial de RTVE salió despedida en la votación en que pretendía destituir a un inferior, una prueba adicional de sus escasas dotes para el cargo. David Broncano ya puede presumir de que pone y quita zares televisivos, una meta más gloriosa que enlazar chistes banales sobre el dinero y su sucedáneo, el sexo. Sería estupendo analizar el éxito de un programa desordenado y ennoblecedor de lo cutre, salvo que no me provoca la menor palpitación. Prefiero a Marc Giró, porque la inteligencia siempre será un plus aunque grite.

El zapping también tiene una velocidad de crucero, y mis fobias televisivas vienen medidas por la velocidad a la que cambio de canal en cuanto aparecen determinadas figuras y programas en el televisor. No soporto un solo fotograma de Masterchef, los harapos de los costureros y el plagio de Mira quién baila, ni una décima de segundo de todo Telecinco, me carga Silvia Intxaurrondo con su aire de un día formulé una pregunta inteligente, frente a la sublime ironía de Xabier Fortes. Pablo Motos me interesa menos que el First Dates de Cuatro, sin duda el mayor experimento sociológico televisivo con el aliciente de que Carlos Sobera hace el ridículo con clase. Solo veo a Évole por obligación. Frente a toda la bazofia amontonada en este párrafo, el rey de la telebasura de autor sigue siendo Jorge Javier Vázquez. Atisbo a Pepe Navarro en un concurso carente del mínimo ritmo, y reivindico al entrevistador que Broncano jamás igualará.

Existe una España de La resistencia, que no es la mía aunque probablemente simboliza el futuro. Es un país de listillos, que se creen dotados para la improvisación pero que no les llegan a las suelas a Monty Python ni a Dario Fo, porque se lo preparaban. Son los campeones del tuit, aunque sin igualar a Trump. A quienes consideramos francamente inapropiados para un canal estatal a Broncano y a todos los demás programas ya en horario estelar, la enésima crisis de RTVE solo nos plantea cuántos fuegos puede apagar semanalmente Pedro Sánchez.

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