Caleidoscopio

Silogismos

Julio Llamazares

Julio Llamazares

El silogismo ayusiano por el cual la culpa de la sequía que padece Cataluña la tienen los catalanes por cerrar las plazas de toros me ha dejado tan perplejo que no consigo reaccionar. Conocía aquel del inglés Thomas de Quincey que decía que “si uno empieza por permitirse un asesinato pronto no le da importancia a robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor y se acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente”, pero este de la presidenta de Madrid me tiene abducido, incapaz de comprender su mecanismo filosófico. “No conozco un lugar donde la prosperidad y la libertad se hayan abierto camino tras cerrarse una plaza de toros. Todo lo contrario; le ha seguido la sequía, el control político y el adoctrinamiento”, declaró Isabel Ayuso en un discurso reciente no se sabe a propósito de qué. Tampoco importa mucho, puesto de que de lo que se trataba era de demostrar que ella está por encima de la lógica, cosa que se comprueba a diario viendo su popularidad. ¿Para qué razonar como las demás personas cuando se puede hacerlo desde la libertad absoluta, incluso respecto de la sintaxis y de la lógica?

Desde que llegó a la presidencia de Madrid Isabel Ayuso se caracterizó por los mensajes simplistas (socialismo o libertad, comunismo o libertad, Madrid es España dentro de España, etcétera), pero poco a poco ha evolucionado hacia una lógica dadaísta que hace que nos sorprenda continuamente con sus declaraciones, tanto las premeditadas como las improvisadas. Lo que sorprende es que, mientras más incomprensibles son sus razonamientos, más éxito tienen entre sus seguidores, incluso entre los que no lo somos, que vivimos fascinados por su forma de hablar y de actuar. ¿Se puede llegar más lejos sin ayuda de la química o sin haber bebido cuatro gintónics antes de empezar a hablar?

Quizá la sequía no se solucione (no lo parece tal como están las cosas y no me refiero solo al tiempo), pero lo que sí sabemos gracias a la presidenta Ayuso es que la culpa de ella la tienen los catalanes por no compartir la pasión por la tauromaquia que caracteriza a los españoles auténticos. Por eso, antes que reclamar más trasvases o buques cisterna con agua de desaladoras como hacen otros, la presidenta de Madrid ha creado un Consejo de Asuntos Taurinos a cuyo frente ha puesto a un antiguo consejero regional, uno que tuvo que dimitir como magistrado del Tribunal Supremo por conducir borracho y sin casco en la moto por Madrid, que garantiza a los madrileños, si no el agua, sí la celebración de corridas de toros, que a su vez nos aseguran la libertad y el antiadoctrinamiento. Cuando llegue San Isidro lo veremos mientras los demás se mueren de sed.

Viva la libertad, carajo, le gustaría seguramente gritar como al argentino Milei a la presidenta de Madrid, pero su educación y su formación se lo impiden, por lo que tiene que manifestarse utilizando la lógica filosófica, lo que la lleva a decir cosas de tal complejidad que ni sus asesores en la sombra entienden. Lo que no impide que las apoyen. Porque cuando Isabel Ayuso asegura gustarle la fruta intuyen que quiere decir que el presidente de España es un hijo de puta, algo con lo que están de acuerdo, y cuando afirma que la culpa de la sequía la tiene la prohibición de las corridas de toros lo que se lee entre líneas es que los catalanes tienen lo que merecen por no ser españoles de verdad. Y es que se puede decir más claro pero no mejor que ella.

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