el correo americano

La persona y el producto

Xabier Fole

Xabier Fole

Los documentales de Pamela Anderson y David Beckham (Netflix) tienen algo en común; pertenecen al género, muy en boga últimamente, de “el asunto es más complicado de lo que parece”. En ambos se nos cuenta la biografía de dos personajes muy famosos, pero, en el fondo, completamente desconocidos. Porque de ellos teníamos la imagen que los medios, especialmente los más amarillentos, nos habían ofrecido. Anderson, sex symbol de los 90, la superestrella de ‘Los vigilantes de la playa’, pionera de la cirugía estética y la pornografía casera. Beckham, uno de nuestros galácticos, también sex symbol y pareja de una Spice Girl, excelente futbolista y mejor modelo, amante del lujo y la vida superficial.

Estas fichas de celebridades están tan condensadas que en ellas apenas se observa una prueba de humanidad: son famosos que se hallan encerrados en la casilla asignada durante la época que brillaron, congelados en su contexto mediático. Anderson, sin embargo, lo tuvo más difícil. Padeció abusos sexuales cuando era una menor y violencia doméstica de adulta, fue explotada por la industria del entretenimiento y acabó siendo víctima del primer revenge porn. Resulta que la mujer es mucho más interesante, profunda e inteligente de lo que se había contado en las revistas y en la televisión. Con el añadido de que, al ser mujer, tuvo que soportar aquel machismo tan campechano de la época. En el documental se ve a Anderson en un famoso “late night” sin apenas poder abrir la boca antes de que el presentador le pregunte por sus pechos.

Los aficionados al fútbol, sin embargo, sabían valorar la profesionalidad y estilo de Beckham, aunque siempre fue objeto de los prejuicios de quienes le exigían más por vestir o peinarse de una determinada manera. Al escuchar hablar a este chico de orígenes humildes, orgulloso de pertenecer a la clase trabajadora, que nos cuenta su pasión por el fútbol y por su club de toda la vida, el Manchester United, uno siente empatía, respeto e incluso, por momentos, algo de lástima. Su mujer, Victoria Beckham, es una mujer con bastante desparpajo y una madre preocupada, como cualquier madre, por cómo pueden afectar los cambios de ciudad a sus hijos, mientras que en la memoria queda aquello de que España olía a ajo (según ella, jamás dijo tal cosa) y nada era lo suficientemente glamuroso y cool en Madrid para la parejita de privilegiados.

Anderson y Beckham tampoco se quejan mucho. Desde luego tuvieron la oportunidad de gozar de una buena vida; obtuvieron un éxito profesional extraordinario y consiguieron reinventarse cuando los tiempos lo exigieron (Anderson recibiendo buenas críticas en Broadway y Beckham convirtiéndose en el primer y más importante embajador del fútbol en Estados Unidos). Pero estos documentales, además de proporcionarles voz a sus protagonistas, también sirven como retrato de una audiencia. Da vergüenza pensar cómo fueron juzgados o despreciados, en muchas ocasiones con injusticia. Ahora, fascinados con sus personalidades atractivas y complejas, nos caen estupendamente y sentimos que fuimos engañados. Habíamos consumido los productos, pero desconocíamos a las personas.