Más de 200 alumnos cursan el nuevo programa de diversificación para facilitar su graduado en ESO
Busca flexibilizar y adaptar las asignaturas a las necesidades del estudiante: “Que no termine en un abandono escolar temprano”
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La disposición del aula busca una mayor cooperación y atención del alumno. | // E.V. / e. villanueva
Logras el título de ESO casi regalado, las asignaturas son más fáciles, va orientado a los que no quieren estudiar... Los estigmas que rodean a los Programas de Diversificación Curricular (PDG) rompen por completo con el verdadero cariz de este sistema, que si bien es cierto, no se rige por los mismos cánones que las clases ordinarias, sí tiene la misma finalidad: lograr los objetivos y competencias mínimas en el estudiante que le permitan graduarse en Educación Secundaria. En Vigo, son 211 los estudiantes matriculados en PDG con el objetivo de facilitar su graduado escolar.
Necesidades educativas especiales
Este programa va orientado al alumnado con necesidades educativas especiales o de apoyo educativo, jóvenes o adolescentes con TDAH, retraso madurativo, alumnado extranjero, incorporación tardía... que, tras recibir en años anteriores refuerzo educativo o incluso la repetición del curso, precisan ayudas más específicas. “Logramos graduados en ESO que de otro modo se habrían quedado en un temprano abandono escolar”. Estas palabras son refrendadas por David, Úrsula y José María, profesores del PDC del IES de Teis. “No podemos decir que las clases sean más fáciles, sino que adaptamos los contenidos a las características de estos alumnos para que no se queden en la estacada a los quince años”, amplían los docentes.
Antiguos PMAR
Con la LOMCE, la ya derogada ley educativa, estos programas de diversificación fueron substituidos por los programas de mejora del aprendizaje y rendimiento (PMAR), cuyo ámbito de aplicación era en los cursos de 2º y 3º de la ESO con el objetivo de que el alumno alcanzase 4º y se reintegrase con sus compañeros en la clase ordinaria. Con la recién entrada en vigor de la LOMLOE, esta situación ha cambiado y la aplicación de los PDG se traslada a 3º y 4º de Secundaria para que estos alumnos con más dificultades logren su título. “Está orientado hacia grupos muy pequeños y para alumnos con dificultades. No tiene que ver con ser o no mal estudiante o vago, vagos o pasotas los hay en todas las clases; no vienen al PDG por no querer estudiar sino que realmente quieren y tienen posibilidades de sacarse el título pero necesitan ayuda”, explica Úrsula, profesora de Inglés de PDG.
Grupos reducidos
Estos cursos están pensados para una máximo de diez alumnos por aula y en lugar de las materias comunes, se evalúan por ámbitos: el sociolingüístico y el científico-tecnológico, a mayores de otras optativas que sí cursan con el resto de sus compañeros. David y José María son los profesores de este último ámbito en 4º y 3º respectivamente. “Podemos realizar proyectos y actividades que, en una clase normal, por el número de alumnos, sería imposible. Aquí la atención es mucho más personalizada y podemos pararnos con cada alumno según sus dificultades”, cuenta José María. Su compañero David también es consciente y consecuente con el cambio metodológico que suponen estos programas. “Las clases son mucho más prácticas, con ellos los deberes no son tan efectivos, trabajamos mucho en el aula porque no quiero que se vayan con las dudas. Son niños que luego en sus casas no reciben ayuda, nosotros tenemos por ejemplo tres horas seguidas de una materia, el horario es mucho más concentrado y nos permite ir a una velocidad distinta”, explica David.
Flexibilizar contenidos
Los tres confirman que este alumnado, de haber estado integrado en un aula ordinaria, sería muy complicado que alcanzasen los conocimientos básicos para titular. “Adaptamos los currículos a sus necesidades y aprenden mucho más que de la otra forma. Por ejemplo, yo en Inglés. Si ya es complicado que desarrollen las materias en su lengua, imagina en una extranjera. Entonces sí flexibilizamos contenidos pero trabajando todos los aspectos, desde speaking hasta la comprensión lectora”, dice Úrsula.
En lo que también coinciden junto a la orientadora del centro, María Cristina Albés, es en el poder de la cooperación. “Para estos alumnos, el profesor no es solo el que imparte de forma magistral las clases, tiene que ser un profesorado más sensibilizado porque ellos ponen mucha confianza en él. Se trata de una enseñanza activa, por ejemplo, las mesas están en semicírculo para fomentar este trabajo cooperativo. No nos focalizamos en el resultado, sino en el proceso a largo plazo”, relata Albes.
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