La estación de la felicidad

Un viaje relámpago desde Barcelona, 600 kilómetros en coche por Portugal y una despedida de solteros que aman la Navidad; todo vale para ver las luces de Vigo

Jorge y Laura en su despedida de solteros con sus amigos Mar, Melody, Berto, Tania y Manuel.

Jorge y Laura en su despedida de solteros con sus amigos Mar, Melody, Berto, Tania y Manuel. / Marta G. Brea

Son las seis y media de la tarde y el Sireno vuelve a sentirse diminuto ante el gran árbol que se enciende en Porta do Sol. A la par que se ilumina –como si de una coreografía de natación sincronizada se tratase– empieza a sonar All I Want for Christmas Is You, pero el temazo de Mariah Carey no logra disimular la envidia del monumento más icónico de la ciudad. Tampoco es su intención. La música cumple a la perfección con su cometido –con el mismo éxito que la hizo sonar donde suena, en todos los rincones del mundo–, y no es otro que el de teletransportar a “la Navidad del planeta” a las miles de personas que ayer se desplazaron a Vigo. Da igual que sea otoño o que el frío nos haga creer que es invierno, las luces se encargan de guiar a sus visitantes por la estación de la felicidad.

Multitud de niños, adolescentes y menos jóvenes, padres, madres y abuelos, convergieron este sábado en la que desde su gran reforma se consagra como la plaza mayor de la urbe olívica. Allí, al grito de “¡Que se besen, que se besen!”, los amigos de Jorge y Laura destapaban los ojos vendados de la pareja, de despedida de solteros, y arrancaban a cantar. Ataviados de vestimentas típicas del 25 de diciembre a 25 de noviembre, Mar, Melody, Berto, Tania y Manuel reconocían al rato que los futuros novios aman estas fiestas. Por ello no se plantearon organizar la última quedada antes de su boda, el próximo sábado, en ningún otro sitio. No había uno mejor.

Así fue el icónico encendido de las luces de Navidad de Vigo, en poco más de dos minutos

Alba Villar / Marta G. Brea / Borja Melchor / Elena Villanueva

“Ellos adoran esto, tienen la casa llena de adornos. El año pasado se fueron a Nueva York y se pidieron matrimonio en el puente de Brooklyn”, confesaban en una breve entrevista con FARO. “Son de los que ponen la decoración este mes y la quitan en Semana Santa”, añadían –quien sabe si de broma o en serio– sus allegados. Junto al casi matrimonio, el grupo se movilizó desde Gondomar y Pontevedra para celebrar su unión. Una noche ideal en la que a falta de alumbrado también brillaban los retos de la gymkana que estuvieron realizando por distintas calles de la ciudad.

A solo unos metros de distancia, cerca de varios caballos que saltaban en círculos sobre el tiovivo del centro, una gran familia portuguesa disfrutaba de las coloridas luces que encandilaron a estos vecinos de Vigo. En su caso, sin embargo, Anabela, Salomé, Rita, Bárbara, Pedro, João, Flor, Iris, Teresa, Helena y Gustavo se hicieron 300 kilómetros desde Figueira da Foz con la idea de regresar a su hogar de noche.

Giorgia, Carolina, 
Esther, Mónica y 
Yolanda.  | // MARTA G. BREA

Anabela, Salomé, Rita, Bárbara, Pedro, João, Flor, Iris, Teresa, Helena y Gustavo. / Marta G. Brea

“Es la primera vez que estamos”, comentaban, asegurando que van a repetir. “Caluroso, mucha gente, mucha animación… Dijeron que era la mejor Navidad de Europa y nos entró la curiosidad de venir a visitarla”, señalaron. Lo cierto es que, pese a la locura que pueda parecer trazar este recorrido, idéntico a conducir de Galicia a Madrid, hay más gente de lo que parece que programa estas visitas exprés. Más fugaces que el nuevo astro al que este año no le quita el ojo la célebre escultura de Francisco Leiro.

Otro ejemplo, más radical si cabe, es el de Giorgia, Carolina, Esther, Mónica y Yolanda. Las cinco, residentes en Barcelona, hacen un viaje relámpago cada año, y este 2023, después de haber realizado ya tres a Oporto, Ibiza y Braga, tocó Vigo.

Anabela, Salomé, 
Rita, Bárbara, Pedro, 
Joao, Flor, Iris, 
Teresa, Helena y 
Gustavo.  | // MARTA G. BREA

Giorgia, Carolina, Esther, Mónica y Yolanda. / Marta G. Brea

“Estamos disfrutando muchísimo de la comida y aprovechando que las luces ya se han encendido, es precioso”, resaltaba una de ellas. “Yo personalmente no sabía nada de lo de la Navidad de Vigo. Lo fui diciendo en el trabajo y la gente me preguntaba si venía a lo de las luces, y yo pensando: ¿qué luces? No tenía ninguna expectativa, pero sabía que habría algo. La verdad es que no me lo esperaba, estoy muy sorprendida y me gusta”, agregaba otra, a minutos de que el reloj marcase las siete de la tarde: “Nos hemos levantado hoy a las tres de la mañana, hemos cogido el avión a las seis y a las doce nos volvemos”.

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