Juicio con jurado popular por el crimen de la calle Zamora

La Policía ve “premeditación”: 38 minutos de espera para acuchillar a su vecina

Los forenses resaltan la “potencia” de una de las dos puñaladas mortales y descartan enajenación transitoria en el acusado, que se mostró “insensible” y sin arrepentimiento

El acusado, junto a su abogado defensor, en la segunda sesión del juicio celebrada en Vigo.

El acusado, junto a su abogado defensor, en la segunda sesión del juicio celebrada en Vigo. / Marta G. Brea

Marta Fontán

Marta Fontán

Pablo Posada confesó el crimen, sí, pero dio una versión de los hechos que contrasta con las pruebas policiales y periciales que no han dejado de acumularse en su contra. El acusado de asesinar a su vecina harto por los ruidos que la mujer hacía declaró que “perdió el control” después de que la víctima le mandase “a la mierda” en el portal del edificio de la calle Zamora de Vigo donde ocurrieron los hechos y que la atacó con un cuchillo que cogió en la cocina de su estudio, agresión de la que solo recuerda una puñalada, cuando ella subió casi de forma inmediatamente posterior al encontronazo que tuvieron. Pero no, no fue algo instantáneo. El inspector de la Policía Nacional que dirigió las pesquisas negó dicha “inmediatez” y, al contrario, manifestó que el sexagenario actuó con “premeditación” porque estuvo esperando “bastante tiempo” tras la puerta de su pequeña vivienda a que llegase María Jesús Cruz. Las imágenes de las cámaras de seguridad del portal lo avalan: muestran que el encuentro casual entre ambos en el portal fue a las 20.08 horas de ese domingo 23 de octubre de 2022, que el hombre entró hacia el buzón del hall y volvió a salir inmediatamente para entrar de nuevo y coger el ascensor a las 20.12 horas y que la víctima no subió hasta las 20.50 horas. Un intervalo de 38 minutos que evidencia que el procesado estuvo al acecho más de media hora tras la puerta de su casa hasta que la mujer llegó, momento en el que salió y la atacó cuando ella abría con las llaves la puerta. Estuvo “vigilando por la mirilla” y “armado con un cuchillo” aguardando a que subiera su vecina para matarla, resumieron las acusaciones en sus informes finales.

La de este miércoles fue la segunda y última jornada del juicio antes de que el jurado popular empiece hoy a deliberar para emitir su veredicto. El inspector que dirigió el caso glosó que el móvil del crimen fueron los “problemas de convivencia” por los ruidos que hacía la víctima en su apartamento. “Ella era una persona bastante ruidosa y él alguien que no soportaba los ruidos; se había quejado de ella y de otros vecinos, pero a la única a la que dejó notas y con la que tuvo un mayor enfrentamiento fue con esta mujer”, afirmó el agente, que resumió que ninguno, ni víctima y ni agresor, eran de “convivencia fácil” .

Atacada por la espalda

Tras comparecer este agente, policías científicos que estuvieron en la escena del crimen y los agentes de Criminalística de Madrid que desvelaron que se hallaron restos de sangre de María Jesús en la camisa y el pantalón del acusado, llegó la declaración clave de los dos médicos forenses que realizaron la autopsia a la fallecida. La mujer, tras ser atacada en la puerta de su pequeño apartamento, acabó desplomada en el pequeño pasillo de su vivienda junto a un charco de sangre: las llaves con las que estaba abriendo la puerta cuando fue la agresión aún estaban allí y una de las zapatillas de casa que vestía quedó fuera al perderla durante el apuñalamiento, de una fuerza tal que la hoja del arma blanca se le quedó clavada en el cuerpo, mientras que el mango apareció bajo el cadáver, entre la melena y uno de los hombros de la víctima.

Junto a cortes en todos los dedos de su mano izquierda reveladores de que intentó arrebatar el cuchillo al agresor, María Jesús tenía tres heridas principales. La primera lesión que recibió fue la de la espalda, un corte superficial ya que ni llegó a alcanzar el músculo. Pero a continuación, ya de frente, la mujer recibió una cuchillada en la región abdominal, bajo el ombligo, de “bastante potencia” ya que atravesó los intestinos, perforó la aorta abdominal y llegó a la columna vertebral, una lesión ya mortal de necesidad que le causó una importante hemorragia interna. Y el último ataque fue en la región torácica, en la mama izquierda, donde los forenses evidenciaron que esa lesión fue en realidad producto de hasta tres acometidas y que la misma afectó al corazón, lo que le causó otra hemorragia. Fue la segunda puñalada mortal y fue ahí donde la hoja, dada la violencia empleada, quedó clavada en el cuerpo de la mujer. Lo que no pudieron aclarar los expertos es el tiempo que la víctima tardó en morir, aunque estas lesiones “no permiten la supervivencia más allá de segundos o minutos”.

Personalidad narcisista

Por último, declararon las psiquiatras forenses que examinaron al acusado. Descartaron la existencia de una enfermedad mental o de una enajenación transitoria que le impidiese frenarse en el momento de la agresión o conocer la ilicitud de los hechos, rechazaron también que estuviera bajo los efectos de bebidas alcohólicas, relantando sobre él que presenta “rasgos de personalidad narcisista” . Apreciaron también “cierta insensibilidad” en relación con el crimen que se le atribuye y afirmaron , como lo hicieron en la sesión anterior los policías nacionales que fueron al edificio, que no mostró arrepentimiento.

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Acusaciones y defensa emitieron también este miércoles sus informes finales ante el jurado. La fiscal, que pide 18 años de cárcel por delito de asesinato con alevosía, se reafirmó, informa Europa Press, en que Pablo Posada mató a su vecina sin darle posibilidad de defensa. Aunque ve acreditado que es “un ser insensible, soberbio y narcisista”, no aprecia el ensañamiento en el que sí insiste la acusación particular: dijo que no se acreditó que le infligiera más heridas de las necesarias para aumentar su dolor, sino que las últimas acometidas en el pecho pudieron responder a que intentaba recuperar el cuchillo, que quedó clavado en el cuerpo, enganchado al sujetador de la mujer. La acusación particular, que destacó la “sangre fría” del acusado, eleva la petición a 25 años y insistió en el ensañamiento porque la víctima “durante un lapso de tiempo” fue consciente de que la asesinaban y ello pudo causarle un sufrimiento “inhumano”. La defensa, mientras, se centró en tratar de convencer al jurado de que el acusado padecía, en el momento del crimen, un trastorno mental transitorio. Y al término de la sesión el procesado hizo uso del derecho a la última palabra para insistir en que todo ocurrió muy rápido y que la mujer subió a su casa inmediatamente después de hacerlo él. “No pasó más de media hora, las cámaras [del portal] están mal”, dijo.

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