Devoción familiar por el Cristo de la Victoria

Casi 90 nuevos cofrades se incorporaron ayer a la hermandad en una ceremonia que estuvo marcada por una cifra histórica de imposición de medallas

Un momento del acto de imposición de medallas de la Cofradía del Cristo de la Victoria en La Colegiata.   | // RICARDO GROBAS

Un momento del acto de imposición de medallas de la Cofradía del Cristo de la Victoria en La Colegiata. | // RICARDO GROBAS / Marta tiago

Marta Tiago

El acto de imposición de medallas de la Cofradía del Cristo de la Victoria de este año se podría definir en una sola palabra: familia. Han sido muchas las que han querido convertirse en cofrades al mismo tiempo que lo hacían sus seres queridos. La ceremonia, que marca una nueva etapa en la devoción al Santísimo, fue oficializada ayer en la Basílica de Santa María (La Colegiata) y si por algo estuvo caracterizada fue por el elevado número de incorporaciones a la hermandad, puesto que desde la organización aseguraron que estas han alcanzado “cifras históricas”, superando con creces las de los años anteriores.

En la ceremonia, que se adelantó una semana a diferencia de otros años con el propósito de hacerla coincidir con el comienzo del solemne novenario en honor al Santísimo, fueron impuestas más de 70 medallas a los nuevos cofrades asistentes, si bien este año se incoporaron casi 90 a la hermandad, que cuenta en la actualidad con casi 900 integrantes. “Estamos viviéndolo con mucha ilusión. Que una cofradía como la nuestra duplique sus cifras es gratificante”, expresó el secretario de la cofradía, Carlos E. Borrás. No obstante, no le sorprende, ya que recordó que la procesión del Cristo es uno de los eventos religiosos que más repercusión ostenta en Vigo.

Las distinciones fueron entregadas por la presidenta de la hermandad, Marora Martín-Caloto; el secretario, Borrás, y el consiliario de la cofradía, el párroco de Santa María, José Vidal. Si bien el perfil de los nuevos cofrades fue de los más variado, desde niños y adolescentes hasta personas de edad avanzada, este año destacó el ingreso de familias enteras, desde el abuelo hasta el nieto, y especialmente la gran cantidad de unidades familiares con hijos que se han querido sumar a la devoción por el Cristo.

La viguesa Susana Santoro es un perfil calcado de esta realidad. Para ella, el Cristo siempre ha estado presente en su casa y esa devoción la representaba fielmente su abuela, a la que recuerda con la mantilla española realizando la procesión: “Siempre me gustó. Para mí, el domingo del Cristo era sagrado. En cuanto supe lo que había que hacer para ser cofrade, no lo dudé”, comenta. No lo dudó Susana, pero tampoco su hijo, su madre y su hermana, que también forman parte de las nuevas incorporaciones. “Es un orgullo y una alegría formar parte”, dice.

Del mismo modo que Santoro, Teresa Montes ha dado el paso acompañada. En su caso, de su marido y de sus hijos mellizos. Ella relata que ha sido criada en el catolicismo y hacerse cofrade ha sido una idea que siempre le ha rondado la mente, sin embargo, “con el trabajo a cuestas” nunca veía el momento oportuno. Ahora, que sus hijos han crecido, han querido dar el paso juntos.

Uno que no sabe explicar muy bien la razón es Jesús Saíz. Todo surge a raíz de una conversación con Carlos Borrás, que fue quién le dio el impulso. Lo que sí tiene muy claro es la devoción que siente por el Cristo, la cual lleva cultivando nada más y nada menos que 42 años, desde que se fundó la empresa familiar. “Fue el 1 de agosto, un día antes del día del Cristo. Animé a mis padres a pedirle suerte para que nos fuese bien. Y lo consiguió”, comenta. Él es el primero de su familia que es cofrade y confiesa que “es un honor formar parte del organigrama”.

Como de costumbre, el acto de imposición de medallas fue uno de los más emotivos dentro de la programación en honor al Cristo de la Victoria, donde lo que primó fue el cariño y la devoción.