Dos de cada diez mayores vigueses viven solos: “Los hijos vienen cuando pueden”

La gran mayoría de las 13.147 personas de más de 64 años que residen sin compañía son mujeres

O Calvario, Lavadores o Candeán, donde más se concentra esta tipología de hogares

Carmen García, que vive sola, cocinando en su piso de la calle Severo Ochoa

Carmen García, que vive sola, cocinando en su piso de la calle Severo Ochoa / ALBA VILLAR

Mucho se ha hablado en los últimos años de los nuevos modelos de familia que se están consolidando en Vigo. Parejas que deciden desarrollar un proyecto de vida sin hijos, otros monoparentales donde es la madre o el padre el que vive con el niño y también han aumentado en los últimos años el número de personas que deciden vivir solas. Precisamente en el verbo “decidir” está la clave. Porque son muchos los jóvenes y los adultos que apuestan ahora por no convivir con otra persona para tener la libertad que ansían o simplemente porque han apostado por un modelo de vida diferente. Pero, desafortunadamente, también hay muchos que sufren una soledad no deseada. Especialmente los mayores. Y desafortunadamente en Vigo cada vez hay más vecinos de más de 64 años que no tienen compañía alguna.

Según los últimos datos del INE, son 13.147 mayores en la ciudad los que viven solos, 10.002 mujeres y 3.145 hombres. Es decir, teniendo en cuenta que en Vigo hay un total de 69.210 personas mayores, el 19% de ellas viven solas, casi dos de cada diez, un dato que refleja una realidad triste. Estos resultados globales pueden responder a diversos factores, aunque revelan por un lado el envejecimiento de los barrios de Vigo, con mayores de 64 años que optan por permanecer en su vivienda en los últimos años de su vida en su casa.

Con mayor esperanza de vida

La diferencia entre la cifra de mujeres y hombres que llegan a la tercera edad en soledad tiene una clara explicación: la esperanza de vida de ellas es mayor que la de ellos, por lo que se quedan viudas más que los hombres. Es lo que le pasó a Carmen García Otero, una viguesa de 75 años que vive sola después de que su marido perdiera la vida el año pasado tras una larga enfermedad. “Ahora estoy muy cómoda viviendo sola, los hijos están fuera y van y vienen cuando pueden, cuando consiguen algún vuelo”, explica Carmen, que vive en la calle Severo Ochoa, en el entorno de Torrecedeira. Pero sabe que llegará un momento en que “no podré hacer la vida que quiero”. Físicamente nota cómo empieza a decaer y ya se ha comprado un bastón para salir de casa. La suerte además no la acompaña: cuando falleció su marido, a ella le diagnosticaron un cáncer de ovario. Le están poniendo quimioterapia, cuando puede la lleva una de sus hijas y cuando no coge un taxi. Además, ha tenido que ir al hospital ya varias veces a que le sellen la pleura y eliminar el exceso de líquido.

Pero aunque viva sola, no quiere decir que esté aislada. Una de las curiosidades del edificio de Carmen es que en él residen unas cinco viudas. Todos los días, antes de dormir, se llaman entre ellas para ver qué tal están y comprobar que todas se encuentran bien.

La zona de Vigo que concentra un mayor número de estos hogares es la que conforman los barrios del Calvario, Lavadores y Candeán. En las zonas perimetrales más rurales del municipio, la presencia de estos hogares unipersonales de mayores es menor. En el distrito que aglutina a los barrios de Matamá, Beade, Bembrive, Valadares y Zamáns y en el formado por Alcabre, Navia, Comesaña, Coruxo, Oia y Saiáns apenas supera el 3% del total de la población.

Teis es el distrito vigués en el que más ha crecido este colectivo desde el año 2017 . También se registra un importante crecimiento, muy similar al de Teis, en el distrito que conforman Beiramar y As Travesas. Esta zona añade medio millar de hogares unipersonales de mayores y supera los tres mil.

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Vivir en soledad puede ser una opción o una situación provocada por las circunstancias, por tanto es algo no deseado. Esta circunstancia deriva en efectos negativos para la salud física y mental, como ansiedades o depresiones, y a la calidad de vida de las personas, como han recogido en un estudio de la Fundación ONCE. Soledad no deseada, incipientes enfermedades mentales como la demencia o el alzhéimer, ausencia de familiares o parientes sin capacidad para hacerse cargo de enfermos... Estas circunstancias y el progresivo envejecimiento de la sociedad gallega obligan a la administración autonómica a tomar decisiones drásticas para salvaguardar el bienestar de mayores, internándolos de urgencia en una residencia, saltándose cualquier lista de espera. La cifra de estos ingresos no deja de crecer y el año pasado se superaron por primera vez los mil casos.

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