De amenaza mundial a un virus más

La incorporación de equipos al Chuvi y la concienciación sobre las vacunas y las medidas de prevención son sus mejores secuelas

Desde el encierro hasta hoy

Poco se sabía de él. Ni cómo se contagiaba ni cómo de grave podía llegar a ser ni mucho menos cómo tratarlo o frenarlo. Era un nuevo coronovirus, el SARS-CoV-2. Cargada de incertezas y miedo, la población de todo el país se recluyó en sus hogares hace tres años. Se temía por muchas cosas, pero sobre todo por la vida. No en vano, su peor consecuencia en el área sanitaria de Vigo fueron los centenares de fallecimientos que provocó. Según los datos de la Consellería de Sanidade, que registran aquellos de personas que daban positivo en el momento de la muerte, han sido 819. El último, la semana pasada. Pero lo que era una amenaza mundial ha pasado a ser tratado hoy en los centros sanitarios como un virus respiratorio más.

“En este momento se maneja como cualquier otra infección respiratoria viral, como la gripe”, sostiene el jefe de Neumología del Complejo Hospitalario Universitario de Vigo (Chuvi), el doctor Alberto Fernández Villar. ¿Por qué? Principalmente, por la vacunación y porque ha mutado hasta subvariantes menos agresivas. En la actualidad, la dominante en la comarca es la Ómicron B.A2. “La mayoría de los pacientes, hoy, tiene un síndrome catarral”, confirma su homólogo de Urgencias, el doctor Ángel Pichel. “Lo normal es que no tenga más complicaciones que otros”, coincide el de Medicina Interna, el doctor Martín Rubianes, aunque advierte: “Para los que tengan las defensas bajas aún es para temerlo”.

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El 15 de marzo de 2020 se inició el confinamiento tras el decreto del estado de alarma y las calles de Vigo, como las del resto del país, se vaciaron. Con el tiempo, la gente empezó a salir sola, luego en grupo y, durante bastante tiempo, con mascarilla. Hoy, las imágenes de estos mismo viales no se diferencian en nada a las que se podían haber sacado antes de la pandemia que puso patas arriba el mundo que conocíamos. Arriba, la calle Venezuela. En el medio, la avenida de Madrid. Y, abajo, Urzáiz con Príncipe al fondo.

Hasta llegar a esta situación, en el área sanitaria de Vigo ha habido más de 153.092 contagios. Estos son solo los registrados por la Consellería de Sanidade, pero a mayores están los que pasaron desapercibidos y todos aquellos que sí se detectaron con un autotest, pero que no fueron contabilizados por la Administración porque, hace más de un año, solo tiene en cuenta a mayores de 60 años o pacientes vulnerables. Ayer, su página web indicaba que había 219 activos en la comarca. A finales de agosto de 2021 se superaron los 4.600.

En las dos últimas semanas se está viviendo un pequeño repunte. “Igual por levantar las mascarillas en el transporte o no”, plantea el doctor Rubianes. También lo han percibido en Urgencias, “pero como en otras patologías respiratorias”. “No es demasiado notorio, si teníamos dos o tres positivos al día, ahora son cuatro o cinco”, calcula el doctor Pichel. Lo confirman los datos del laboratorio. “Hay incremento, pero no es importante, de momento”, detalla el jefe de Microbiología, el doctor Francisco José Vasallo. Cuenta que el “ligero” repunte en COVID está enmarcado en una “tendencia relativamente estable”. Mientras que el que no saben cómo evolucionará es el de la gripe: “Tuvimos un pico en noviembre, que no llegó a lo de otros años, y tendría que haber venido otro a finales de enero. No sabemos si habrá ahora una segunda ola tardía. Si es así podría arrastrar otros virus respiratorios”.

El doctor Vasallo señala que, con el SARS-CoV-2, “la transmisión ahora es esporádica y comunitaria, como pasa con los catarros”, y que “no está claro que se agrupen los casos de manera clara”. El servicio que ahora dirige llegó a hacer más de 3.000 pruebas PCR al día. Hoy pueden tener entre 70 y 80 al día.

El “atípico invierno” que está viviendo el área sanitaria a nivel de infecciones es una herencia de la pandemia. “Este año se adelantó y fue explosivo en octubre porque, con las mascarillas, nuestra inmunidad llevaba dos años y medio sin exposición”,argumenta el doctor Fernández Villar. Se produjo la bautizada como “tridemia”, al confluir el SARS-CoV-2, los virus de la gripe y el respiratorio sincitial (VRS). Como sus síntomas son muy similares, en Microbiología han usado una sola prueba para los tres. Incluso, a veces, han tenido que incluir otros –rinovirus, adenovirus...–, según cuenta el doctor Vasallo.

El VRS es el que provoca las bronquiolitis en los bebés y que esta temporada puso en serios apuros a Pediatría del Álvaro Cunqueiro. “Por primera vez en muchos años hubo problemas para ingresar a niños”, recuerda el jefe de Neumología. Pero también hace daño a los adultos y tuvo su reflejo en la hospitalización de su servicio y de Medicina Interna. “Nunca había visto tanto en mi vida y llevo 29 años dedicado a infecciones respiratorias”, destaca. Aún siguen viendo casos. Así que ha tenido gran acogida el anuncio de la Xunta de que va a incluir en el calendario vacunal infantil el anticuerpo monoclonal frente a este virus, que luego se transmite a los adultos y que descompensa a los que tienen patologías como Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) o cardiopatías. El neumólogo destaca que esta es una medida ligada a las enseñanzas que dejó la pandemia.

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Tras los fallecidos, a día de hoy, las peores secuelas que está dejando la pandemia de coronavirus en la salud de los vigueses es el aumento de los trastornos mentales y la aparición del COVID persistente. En el Complejo Hospitalario Universitario de Vigo (Chuvi) hay un equipo formado por una neumóloga, una médica internista y una enfermera que atienden a los pacientes afectados por esta última.

El también conocido como Long COVID es una patología que aún no está muy definida, con un cuadro con 250 síntomas diferentes, que se diagnostica más bien por exclusión, descartando otras patologías. Tampoco tiene ningún tratamiento específico. “Una enfermedad muy curiosa”, sostiene el jefe del Servicio de Neumología, el doctor Alberto Fernández Villar.

Por la percepción que tienen en consulta, afecta más a las mujeres –entre un 60 y un 70% de los pacientes– en un amplio margen de edad, de 20 a 50 años. Muchos de los que les llegan les cuentan que “se ahogan, que están agotados o que no pueden hacer lo mismo que antes”.

Los ven en la unidad postCOVID. Este dispositivo se creó a las pocas semanas de que empezaran los casos en el área, en abril de 2020, para hacer un seguimiento de los pacientes que habían estado ingresados por el SARS-CoV-2 y con neumonía. A mediados de 2021 se oficializó como una unidad multidisciplinar con una estructura similar en todas las áreas sanitarias.

En esos dos primeros años atendió a mucha gente. Y es que llegaron a tener entre 10 y 15 altas diarias de neumonía grave por COVID. Pero la cosa ha cambiado. El año pasado ya solo hubo 180 personas por esta vía. El mayor número llega ahora a través de Atención Primaria. Fueron 370, el 67% del total. Además, hicieron 1560 consultas de seguimiento de estos pacientes o de otros que ya se venían viendo desde 2020 o 2021.

No todos son COVID persistente. Ni mucho menos. “La mayoría solo fueron secuelas o complicaciones transitorias”, subraya el neumólogo. También describe que, desde la aparición de Ómicron y la vacunación masiva de población, “la sintomatología más frecuente residual fue tos persistente, broncospasmo y fatiga, disminuyendo los casos con cuadros más generales ygraves, si bien aún se atiende alguno”.

En el pico máximo de la pandemia, el Chuvi llegó a tener ingresados a algo más de 150 pacientes por este coronavirus. Menos de lo que se esperaba, viendo el colapso en otras zonas del país, o que permitió incluso ofrecer un ala del Cunqueiro a Portugal. La labor de Hospitalización a Domicilio para controlar estas cifras también fue fundamental. A finales de esta semana, entre Ribera Povisa, Vithas Fátima y el complejo público se notificaban 26 ingresados con COVID. La preposición “con” es importante, porque la mayoría ya no están ingresados por eso, sino que son otras cosas las que les han llevado al hospital y allí se lo descubren. De hecho, en Neumología e Interna pueden dar ahora una o dos altas semanales por neumonía grave por COVID. “Los seguimos aislando en hospitalización porque, aunque ya sea menos agresivo, es más contagioso”, cuenta el doctor Rubianes.

También en Urgencias aíslan en unos boxes a los que ya llegan con un positivo pero ya no separan a los enfermos respiratorios de los otros en circuitos diferentes. Solo realizan el test para detectar esta infección y la gripe si hay clínica y puede acabar en ingreso o tiene otra patología preocupante. “Si es joven y sin otras enfermedades con complicaciones, da igual que tenga uncatarro, gripe o COVID, la medida es la misma: te quedas en tu casa o te pones mascarilla”, explica el doctor Pichel.

Precisamente, el uso del tapabocas–que todos coinciden en que ha llegado para quedarse en el hospital–, está evitando el riesgo que antes había en este servicio de contagios a profesionales, pacientes y familiares o cuidadores. “El COVID nos hizo caer de la burra de la contagiosidad de determinados gérmenes”, resalta Rubianes y Fernández Villar añade que también hay más concienciación en higiene de manos.

En Urgencias pensaban que la pandemia iba a hacer que la gente se cuestionara más cuándo hacer uso de los recursos sanitarios, pero no es así. Del récord de 371 usuarios de media al día que habían alcanzado en 2019, han pasado a 402 en 2022 y 423 este último mes de marzo. Todos los lunes de febrero, rondaron el medio millar. “Hay un problema de sobreuso por un cúmulo de factores”, sostiene su jefe.

Desde el inicio de la pandemia, a las UCI o REA del Cunqueiro llegaron 275 pacientes con COVID. Solo 32 son del año pasado –seis sin vacunar– y dos de este. Estaban a mediados de esta semana y uno era un accidentado al que, además, se le encontró COVID. “No hay casi nada”, destaca la jefa de Medicina Interna, la doctora Dolores Vila, y señala que los que llegan “salpicados” ya son “un perfil más estándar, no son cuadros complejos”.

La concienciación con la vacunación y la extensión del uso de medidas de prevención frente a gérmenes contagiosos en la población no es lo único que consideran que se ha ganado. También han incorporado estructura. Como la unidad de cuidados intermedios respiratorios –con de 12 a 24 camas–, que con el COVID se oficializó y se dotó de personal de Enfermería y monitorización. Esta temporada fue de gran utilidad con la gripe. Asimismo, llevó a ver la necesidad de un hospital de día de Neumología y Medicina Interna, que ya está en fase de ejecución.

Al ser fundamental el diagnóstico en la pandemia, en Microbiología se incorporó mucho equipamiento y se desarrolló un novedoso sistema con el que se cribaron todas las residencias y casi pueblos enteros, el pooling. En total, este hizo más 1,2 millones de test. Parte de los aparatos ya se han retirado y otros se reutilizarán. Por ejemplo, el robot 6.800, que si antes de la pandemia se usaba para medir cargas virales de hepatitis B y C y VIH, ahora también se emplea con infecciones de transmisión sexual. La gran capacidad en secuenciación genómica ganada –hasta 300 a la semana– interesa ahora para estudiar bacterias multiresistentes. Así, ha permitido introducir de manera más veloz técnicas que estaban previstas a más largo plazo.

  • 819 fallecimientos

    Es la cifra registrada por el Sergas de muertes con COVID en el área. La última, este mes

  • 153.092 contagios

    Son los contabilizados por el Sergas, pero hace más de un año que solo se recogen los de los mayores de 60 y vulnerables.

  • 275 críticos en el Chuvi

    En 2020 atendieron a 112. Al año siguiente, 129. Y el pasado bajó a 32. En este van solo dos.

Solo una cuarta parte de la población cuenta con la cuarta dosis

La vacuna pasó de ser para la mayoría esa luz al final del túnel que esperaban con ansia a no despertar demasiado interés entre la población joven y sana. El Servizo Galego de Saúde (Sergas) mantiene abierto el punto de vacunación del Hospital Álvaro Cunqueiro para que cualquiera pueda acudir a ponerse la cuarta dosis o la que le corresponda. Y, sin embargo, ya no alcanzan el centenar de pinchazos diarios. Lejos quedaron las largas y ágiles colas con miles de inyecciones cada día. Desde ese 29 de diciembre de 2020, en el que los usuarios de varias residencias de mayores estrenaron las vacunas en el área, se han administrado un total de 1.543.592.

Alrededor del 90% de la población acudió a ponerse la pauta completa. Ya sea por el miedo a la enfermedad, por no contagiar a su entorno, por contribuir a controlar la pandemia o por, simplemente, contar con el pasaporte que en época de restricciones era obligatorio para acceder a algunos lugares o países. Son 514.117 las personas del área viguesa que cuentan con ella.

La primera dosis de refuerzo ya convenció a algunos menos. Renunciaron al pinchazo el 21% de los que se las habían inoculado previamente. En concreto, 107.811 personas.

Ni 20.000 menores de 60 años solicitaron el segundo refuerzo y la mayoría son profesores

“El cansancio importante llegó con la cuarta dosis en las personas que no entraron en campaña [las no citadas]”, analiza Pilar Reza Castiñeiras, directora de Enfermería del Área Sanitaria de Vigo y responsable de los dispositivos de vacunación frente al coronavirus. Solo acudieron 150.805 personas, poco más de una cuarta parte de los habitantes del área. Y la gran mayoría son mayores de 60 años.

En este tramo de edad, que sí han sido convocados por la Consellería de Sanidade mediante mensaje o llamada, la cobertura es del 82% de media. Respondieron el 87,5% de los mayores de 85 años; el 85,11% del resto de octogenarios; el 82,55% de los septuagenarios; y el 72,58% de los sexagenarios.

Pero, “a medida que baja la edad, se reduce de una manera tremenda”, describe Reza. No llegan ni a 20.000 los menores de 60 años que acudieron a solicitar la segunda dosis de refuerzo. El mayor porcentaje son profesores. Aunque no fueron citados por la Administración con una fecha concreta, estas personas pueden ir a un punto de vacunación a recibirla sin previo aviso o recurrir al sistema de autocita. Pero pocos lo han hecho. De los que tienen la pauta completa entre 50y 59 años, solo ha ido el 15,23%; entre los 40 y los 49 años, el 9,54%; entre los 30 y los 39, el 6,24%; entre los 20 y los 29 años, el 4,84; y de entre 12 y 19 años, solo el 1,32%. En concreto, han ido 125.

Desde el Cunqueiro, entre otros colectivos, siguen llamando a niños de alto riesgo, aunque Reza señala que ni en este grupo tienen “una afluencia importante”. También a 60 niños de entre 5 y 11 años a la semana. Y tampoco acuden. Confiesa que, cada semana, pregunta cuándo se cerrará el punto de vacunación, porque “come” recursos de Enfermería y espacio de docencia sin obtener demasiados resultados. Por el momento, sigue abierto de lunes a sábado por las mañanas y también las tardes de martes y viernes. 

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