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Los últimos vestigios del tranvía afloran en Elduayen

Operarios de las obras de peatonalización retiran los raíles por los que transitaron los convoyes, en marcha hasta diciembre de 1968

Raíles del tranvía que circulaba por Vigo, al descubierto por las obras de humanización de Elduayen. Marta G. Brea

En la construcción del Vigo del futuro, la ciudad viaja en el tiempo hasta darse la mano con las cicatrices de su pasado. Buen ejemplo de esto son los trabajos de peatonalización impulsados por el Concello en el eje Paseo de Alfonso-Porta do Sol, que han desempolvado la muralla histórica en diferentes puntos de la actuación o la Casa de Mora. Ambos hallazgos estarán protegidos. Se suma a la lista un nuevo protagonista. En Elduayen, han vuelto a aparecer las vías sobre las que, antaño, desfilaba con elegancia el tranvía, un medio de transporte que fue clave en la conexión de los ciudadanos con las zonas industriales y el área metropolitana.

Sobre el terreno, se aprecian a la perfección los hierros que guiaban a uno de los símbolos de la urbe más grande de Galicia. Tiempo después, quedaron escondidos bajo una lengua de asfalto que permitiría el paso del autobús urbano, ya denominado Vitrasa cuando cogió el relevo del tranvía en 1969 de forma polémica tras siete meses de convivencia. Este pasado ferroviario, según confirman fuentes conocedoras del proyecto, se retira y separa del escombro para su reciclaje una vez los arqueólogos catalogan los elementos. Es el adiós definitivo a una de las huellas más profundas de la historia de Vigo.

La red de tranvías olívica fue clausurada el 31 de diciembre de 1968 con el alcalde franquista Rafael Portanet. Se opuso a la continuación del “anticuado” sistema con la intención, según expuso, de que la ciudad se sumase a la ola de progreso que traían bajo el brazo los autobuses. Tras este movimiento, hubo algo más. En 1972, el Tribunal Supremo determinó que se había cometido un claro delito de cohecho en la adjudicación de los servicios a Vitrasa, pero la concesión no fue revocada. ¿Qué ocurrió? Fueron condenados 10 concejales –el regidor, no– tras recibir joyas de la cúpula de la empresa concesionaria, que, con el paso de los años, ha sufrido cambios accionariales, pero continúa prestando el servicio en la urbe. Fueron suspendidos para ostentar cargo público durante dos años, multados con 5.000 pesetas cada uno y entregaron las joyas para ser subastadas por Hacienda.

La llegada de los tranvías de Vigo fue “pintoresca”, incluso “anecdótica”, como describe el periodista, escritor y catedrático Santiago Vilas en un artículo publicado en FARO. Explica que Martín Echegaray, que había comprado la isla de Toralla, convocó en su residencia isleña el 11 de agosto de 1911 una “memorable reunión de dignatarios y posibles inversionistas” con el objetivo de alumbrar una empresa para proporcionar a Vigo y alrededores el primer servicio público de tranvías eléctricos. Ya existía el tranvía en España: Bilbao instaló la primera línea electrificada en 1896; le siguieron Cartagena (1898) y Madrid y Barcelona (1899). La asamblea fue un gran éxito.

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Poniendo color a la historia de Vigo

La mayoría de los concurrentes, entre ellos, célebres vigueses que forjaron la historia de la ciudad, como Manuel Losada, Concepto López Lorenzo, Ramón y Francisco Arbones, Ricardo Mella, el Marqués de Mos y Valladares, Antonio Conde, Manuel R. Cadaval, Estanislao Durán, Antonio Sanjurjo Badía y, representando a FARO DE VIGO, Eladio de Lema y Miguel Fernández Lema. Casi todos se convirtieron en accionistas de la nueva aventura. La compañía Tranvías Eléctricos de Vigo, S.A. se constituyó legalmente el 13 de enero de 1912. El primer tranvía empezó a rodar por las calles de Vigo, de prueba, el 2 de junio de 1914 y el funcionamiento regular se inauguró el 9 de agosto.

El servicio se amplió rápidamente tanto en la zona urbana como en las parroquias y el área, con su expansión a Lavadores, Bouzas, A Ramallosa, Baiona o Gondomar. “Accionistas como Enrique Peinador soñaban con extenderlo hacia Mondariz. Se añadieron coches –el amplio Siboney– y remolques –la jardinera, abierta y sin ventanas–. Se popularizó el llamado Vigo, pequeño, blanco, ágil, corretón. La empresa se sentía justamente orgullosa decorando las paradas con flores y plantas, pues operaban el servicio con pundonor, como algo personal más que como un medio primordialmente para hacer dinero”, detalla Santiago Vilas.

Raíles del tranvía que circulaba por Vigo. Marta G. Brea

El escritor destaca que el tranvía de Vigo “no discernía entre calles llanas, como el Paseo de Alfonso, Príncipe o Policarpo Sanz, y cuesta arriba o cuesta abajo, como Colón o Urzáiz”. “Rodaba por todas partes con rapidez, brío y confianza, y, con frecuencia, ofreciendo a los viajes hermosas vistas de la bahía y de las zonas industriales hacia Bouzas”, recuerda antes de rememorar el episodio aciago en el que fallecieron tres personas y resultaron heridas 42. En la mañana del 17 de noviembre de 1933, se produjo un corte de electricidad que obliga a parar el tranvía que iba por la cuesta de O Calvario a O Berbés y Bouzas. Ante la insistencia de los trabajadores que viajaban, con “pánico” por llegar tarde al trabajo y no poder sacar adelante sus tareas, el conductor continuó el trayecto cuesta abajo. Al aproximarse a la pequeña curva de Urzáiz a Lepanto, había adquirido demasiada velocidad para ser frenado aun echando gran cantidad de arena en los carriles y volcó.

Algunas de las líneas que funcionaron, según recoge la web historiadevigo.org, fueron Pereiró- Estación, Pereiró-Calvario, Bouzas-Os Caños, Cabral-Ribeira, Mercado-Os Caños, Bouzas-Seixo, A Florida-Chapela, Ribeira-Seixo, Travesas-Seixo o Bouzas-Os Caños, con el mismo recorrido que la de Bouzas-Os Caños. El paso del tranvía por la calle Príncipe fue suprimido en el año 1932 y por la calle Areal, en 1953. También existieron las conexiones Traviesas-A Florida, A Ramallosa-Baiona y A Ramallosa-Gondomar.

Recuperar este transporte

La Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de Infraestructuras, Seopan, resucitó recientemente la idea de volver al tranvía al incluirla en sus propuestas al Gobierno de España para recibir fondos Next Generation de la Unión Europea. El alcalde, Abel Caballero, enterró la propuesta. “Puedo dar el listado de ciudades de España quebradas por haber construido un tranvía”, afirmó con contundencia.

Raíles del tren portuario visibles en Cánovas. Marta G. Brea

El tren portuario, en Cánovas del Castillo  

Las obras de humanización ejecutadas por la Autoridad Portuaria en Cánovas del Castillo también descubren el pasado ferroviario de la ciudad olívica: las vías del tren que conectaban las instalaciones del Puerto con la estación marítima para dar salida al pescado por mar. El tren se inauguró en 1898. Fue en el año 1963 cuando se abrió el trazado hasta Guixar.

Ahora, la entidad presidida por Jesús Vázquez Almuiña apuesta por un proyecto con la misma esencia, pero en diferente lugar: Bouzas. Enfrente, la posición del alcalde, Abel Caballero, que le puso la cruz varias veces: “Partiría la ciudad”.

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