El calor duplica los polluelos recogidos en la campaña para controlar gaviotas y palomas
Los servicios del Concello detectaron 250 crías entre finales de abril y agosto: tres cuartas partes en julio como consecuencia de un adelanto en la nidificación y la eclosión de los huevos producido por las altas temperaturas

Decenas de ejemplares de gaviotas se bañan y vuelan sobre la costa olívica con el puerto de fondo. / Marta G. Brea
Las altas temperaturas, extraordinarias en muchos puntos del verano en la ciudad, han incrementado considerablemente el número de polluelos de paloma y gaviota recogidos por el Concello de Vigo −a través de la empresa concesionaria Agronerga− durante la campaña dirigida a controlar ambas especies voladoras en 2022. En total, han sido 250 las crías retiradas de la vía pública (más del doble que las 110 del año anterior) y posteriormente entregadas al servicio de medioambiente de las autoridades competentes.
El extremo calor focalizado al comienzo del estío ocasionó “un adelanto en la nidificación y en la eclosión de los huevos”, apuntan fuentes municipales, evidenciando que este fenómeno ha tenido especial repercusión en julio. Ese mes, que dejó anomalías más que positivas en los termómetros olívicos, se detectaron 184 polluelos: casi tres cuartas partes del cómputo que se encontró entre el 28 de abril y el pasado 22 de agosto.
El grueso de las crías detectadas se lo llevó la semana del 11 al 15 de julio. Solo en cinco jornadas se recogieron 114 pequeños ejemplares, alcanzando el día 14 la cifra más alta (37 en 24 horas). En esta línea, según exponen desde la administración local, “los polluelos no soportan las altas temperaturas de los tejados y se precipitan para evitar deshidratarse y buscar zonas de sombra, de las cuales no disponen en las cubiertas”.
En relación a la gaviota, este 2022 fueron hallados 278 huevos, 153 nidos y 20 especímenes adultos: 65, 35 y 9 menos respectivamente que en 2021. Ello se debe en parte al mayor número de polluelos detectados, lo que a nivel general compensa esta bajada. Respecto a la paloma, hubo un ligero incremento en 2022. Se hallaron 11 huevos, 15 nidos y 24 especímenes adultos: 6, 9 y 9 más respectivamente que en 2021.
A lo largo de la campaña de este año, la empresa concesionaria −que cuenta con un núcleo zoológico autorizado por la Xunta en la ciudad− acudió a un total de 202 direcciones, llegando a actuar hasta en cuatro ocasiones en algunas de ellas: como por ejemplo en el 221 de la calle Aragón, el 18 de Areal, o el 10 de Carlos Colmeiro Laforet. “El conocimiento de la campaña por parte de la ciudadanía es sobradamente conocido, habiendo direcciones que se repiten cada año”, apunta al respecto el Concello.
Estas labores de recogida son realizadas por una patrulla adscrita al servicio, formada por dos técnicos con más de 10 años de experiencia en este tipo de trabajos y expertos en operaciones en altura. También con titulación de bienestar animal y dotados de un vehículo adaptado y autorizado para el transporte de animales, en condiciones adecuadas.
Incidencias en los tejados
En cuanto a la gaviota patiamarilla Larus michahellis, la especie más conflictiva, el Ayuntamiento de Abel Caballero concluye que su población “está controlada” y las campañas realizadas desde hace años han dado “buenos resultados”. “La ciudadanía lo percibe y lo manifiesta verbalmente a nuestro personal en las visitas”, abundan.
Como curiosidad, cabe destacar que las zonas donde más incidencias se detectan siguen siendo en las cercanas al puerto del Berbés, el centro, y las próximas al parque del Castro, Bouzas y Teis. Por superficies, los tejados es donde se más incidencias se detectan: en torno al 90% es en los de teja así como en terrazas empedradas.

Gaviotas asaltando la mesa de una cafetería. / Marta G. Brea
La plaza de la Constitución es un auténtico hervidero de palomas y gaviotas. Así lo definen los hosteleros que día sí, día también batallan contra estas aves (casi rapaces) que devoran los pinchos que algunos clientes no se llevan a la boca. Su modus operandi es siempre el mismo. Cuando observan una mesa vacía con algún trozo de comida, vuelan rápidamente y lo devoran. Ya sea solitarias o en banda, un suculento manjar o simples restos. En consecuencia y ante su agresividad, son muchas las veces que revientan la vajilla de los establecimientos que asaltan, que acaba en el suelo rota tras un particular sonido al que ya están acostumbrados –por desgracia– quienes frecuentan la zona.
Más de 10.000 euros al año es lo que les cuesta a locales como La Central Gastro, situado en este espacio. Uno de sus encargados, Santiago Sacco, explica a FARO que ya van camino de cumplir siete años y esta problemática la llevan acarreando todo este tiempo. “Cada copa cuesta cuatro euros”, remarca, indicando que cada jornada se rompen entre 10 y 15.
Según un estudio que hicieron no hace mucho, los negocios de su entorno pierden 4.000 euros al mes en renovar los platos y vasos destrozados, a causa de las violentas arremetidas de las gaviotas y palomas. Ante tal situación, barajaron incluso la posibilidad de contratar a un adiestrador de halcones para vigilar el perímetro.
“Ahora hay muchas crías que por la noche, cuando sacamos las bolsas de la basura, las rompen”, agrega sobre esta molesta rutina que –destaca– percibe la gente que viene de fuera y perjudica durante todo el año a sus clientes habituales. “Entiendo que esto tendría que estar en manos de profesionales”, opina, recordando que estas especies pueden ser transmisoras de diferentes enfermedades.
José Argibay, propietario de La Contenta, confirma estos números, poniendo de manifiesto que, aunque cambia mucho según la época del año en la que se encuentren (en verano es mucho peor), las pérdidas son “muchísimas”. En esta línea, recalca que también pidieron poner cables para impedir el paso de los animales, algo que finalmente no les fue permitido.
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