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“Esto es una caza contra la hostelería”

El sector afronta cinco días de pérdidas por el cierre y la limitación a solo convivientes y reclama “ayudas directas y un plan definido” E”La situación es insostenible”, lamentan

Clientes en una terraza de Porta do Sol, ayer por la mañana, en el primer día de cierre. Alba Villar

Un cierre que se hizo efectivo a las cuatro horas de anunciarse, a las puertas de un fin de semana festivo y con las neveras repletas de mercancía. Y la prohibición añadida de las reuniones de no convivientes desató una cascada de cancelaciones de quienes, a pesar del toque de queda, se animaban a salir. Llueve sobre mojado para un sector que acumula muchos meses intentando resistir el desplome de su facturación mientras acata la sucesión de restricciones impuestas por las administraciones “sin ningún tipo de compensación”.

“Estamos pagando el pato. Somos los únicos que cumplimos las medidas, el problema está en las fiestas privadas y los botellones. Parece que hay un complot contra nosotros, porque los autobuses van llenos de gente y los supermercados están a tope. Y yo aquí desinfecto cada mesa y cada silla. El problema no somos nosotros. Esto es una caza contra la hostelería”, clama Diego Rodríguez, uno de los dos propietarios de la cafetería Vista o mar, en Cánovas del Castillo, que lleva 35 años atendiendo a trabajadores del Puerto y de las oficinas de la zona.

César Fernández (propietario de Sopapo taverna), Jorge Arias y Lucía Alonso (encargados cafetería Jamaica), Seraphine Drozek y Cristina García (extrabajadora del sector y dueña de A Mina) y Diego Rodríguez (propietario cafetería Vista ó mar). Alba Villar

Antes de las restricciones, la actividad era constante desde las 6-7 de la mañana que abren sus puertas. “La situación ya era mala, pero que no se puedan sentar juntos es la gota que colmó el vaso. Es una medida muy dura, el fin de la hostelería. Aquí vienen muchos trabajadores del Puerto y de los bancos. Ya no les podías servir en la barra y ahora esto. ¿Cómo le voy a decir a un grupo de clientes de un remolcador que no les puedo servir a todos juntos?”, se pregunta Rodríguez, con 25 años de experiencia al frente del negocio.

Son dos socios y dos empleados y uno de ellos inició ayer mismo un ERTE dada la situación actual. “ Hoy [por ayer] se está notando muchísimo la falta de clientela, esto es un desmadre. Tendría que haber mucho más ambiente y la ciudad está desierta”, comentaba.

Así las cosas, durante la tarde del viernes ya se registraron las primeras protestas en Churruca, cuyos hosteleros han decidido cerrar hasta el martes, y en el Casco Vello, donde los empresarios se plantean extender las concentraciones al resto de barrios de la ciudad para hacerse oír con más fuerza.

"Hay gente que lo está pasando realmente mal. A pocos sectores les han dado más directrices que a nosotros"

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“Nos juntamos un poco de formar espontánea, porque hay gente que lo está pasando realmente mal. A pocos sectores les han dado más directrices que a nosotros y ningún hostelero pone por delante el negocio antes que la salud. O nos ayudan o muchos están abocados al cierre en un periodo de tiempo muy corto”, advierte César Fernández, propietario de Sopapo Taverna, en la praza de A Pedra.

El negocio abrió en plena pandemia, de hecho, la inauguración estaba prevista para el 12 de marzo, justo antes del confinamiento: “Todas las medidas que han ido decretando parecen parches y ‘corta y pega’ de ideas que se implantan en miles de ciudades sin haber un diálogo con el sector y con maneras de actuar poco coherentes. La gente tiene que pagar 2.500 y 3.000 euros de alquiler. Se salva el que tiene poca superficie y terraza, como es nuestro caso”.

Y el cierre de la ciudad es otro ejemplo de esa improvisación. “Entró en vigor a las tres de la tarde en vistas de un fin de semana con reservas hechas. Nosotros el viernes tuvimos cinco cancelaciones y la noche aguantó gracias a la terraza. Desde el minuto uno, las medidas afectan a la hostelería mientras los autobuses y metros van atestados. Aunque lo intentes hacer lo mejor posible, parece que nosotros somos los que generamos un foco enorme de contagios. Y si generan miedo en la gente nuestra actividad no tiene sentido”, critica Fernández.

“Todos teníamos más o menos asumido un cierre, pero en 3 horas… Y además la prohibición de los no convivientes provocó muchas cancelaciones porque la mayoría de la gente quiere cumplir las normas. Es un varapalo más y la situación ya es insostenible. Hay pocos sitios más seguros que la hostelería, las cifras nos avalan, y aún así seguimos siendo los demonizados”, añade Cristina García, dueña de A Mina.

"Es un varapalo más y la situación ya es insostenible. Hay pocos sitios más seguros que la hostelería"

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“Estamos dándole vueltas a la situación porque somos dos propietarios y seis trabajadores y si solo podemos servir a convivientes y con un horario reducido va a haber menos actividad. Estamos pensando si reducir horarios o dar vacaciones, pero no queremos volver al ERTE. En principio, el cierre se prolonga hasta el martes, pero no sabemos qué pasará después. Y, en todo caso, serán cinco días de pérdidas acumuladas”, lamenta.

“Hemos hecho las ciudades y nuestra vida de una determinada manera. Ahora nos hacen falta certezas para lo que está por venir, saber qué ayudas vamos a tener. Se necesita previsión”, reclama César Fernández.

“Así es. El horizonte no está dibujado. No sabemos qué hacer, si cerrar, si enviar al personal de vacaciones.. Hay quien tiene que abrir sí o sí porque le hacen falta los 50 euros que pueda ganar para pagar el alquiler. Entendemos que es difícil regular en esta situación, pero desde junio han tenido muchos meses para tener un plan definido, una hoja de ruta”, añade Cristina García.

Los hosteleros se sienten “olvidados” por todas las administraciones: “Que nos cobrasen los mínimos de luz y agua mientras estuvimos cerrados es una vergüenza. En algunas ciudades de fuera de Galicia han destinado el dinero de la iluminación navideña al sector. Aquí no hay ninguna ayuda directa y clara. Nos obligan a abrir para que nosostros decidamos cerrar. Les sale más barato”, denuncian.

Cacerolada de los hosteleros del Casco Vello de Vigo ante las nuevas restricciones

Cacerolada de los hosteleros del Casco Vello de Vigo ante las nuevas restricciones

También recuerdan que de la hostelería dependen muchos otros sectores como los proveedores de alimentación y bebidas o los músicos. “Es un sector muy grande que implica a muchas familias y se ha aceptado cada medida sin quejarse”, reconoce Seraphine Drozek, que tras más de 20 años trabajando en el Café Bar Maispalá ha tenido “la suerte” de lograr un nuevo empleo como profesora. “Me tocó el gordo”, celebra a la vista de la delicada realidad del sector.

“Las medidas son entendibles, pero otro año como éste y no resistimos”, corroboran Jorge Arias y Lucía Alonso, encargados de la cafetería Jamaica, en A Laxe. Las grandes terrazas del centro comercial, junto con los locales del Casco Vello, son los grandes damnificados por la cancelación de la temporada de cruceros. “Aquí se factura mucho y aunque finalmente haya Navidad no llegará para salvar el año”, aseguran.

La falta de clientes a primera hora les ha hecho retrasar la hora de apertura, pero ayer, a pesar del cierre de la ciudad, tenían clientes: “Hay algo menos de movimiento, pero no mucha diferencia. De hecho, hay gente de fuera de Vigo y también de Portugal. Nosotros no podemos estar pidiendo el DNI a los clientes. Pasa lo mismo con la prohibición de fumar, ven los carteles y les da igual. Ya hemos dejado de pelearnos”.

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